Lo primero que sentían los muchos habitantes del valle de Sabero que ayer se acercaron a la inauguración de la exposición ‘La mina a color’ era una sensación de extrañeza, de que unas imágenes que estaban en la retina de sus ojos y en su memoria «tenían algo extraño». Para unos más bellas, para otros... era un choque visual.
Eran las fotografías de la exposición ‘La mina a color’ y la lógica extrañeza se debe a que en la memoria de las gentes de aquel valle que fue minero la mina está grabada en blanco y negro. Eran, además, imágenes conocidas, clásicas, pues estaban tomadas en el propio valle de Sabero, en la comarca de Gordón y Barruelo de Santullán, en Palencia... Así lo había querido su autor, que fueran más conocidas para comprobar su impacto, y «también porque no es fácil encontrar fotos con la calidad suficiente para este tratamiento; hay que tener en cuenta que tienen setenta u ochenta años y muchas se pueden ver muy guapas en la pantalla del móvil pero realmente son de muy baja calidad».
El padre de las imágenes es un clásico de la fotografía, especialmente la minera, creador y responsable del Archivo Histórico Minero de Asturias, fotoperiodista de la mina y sus conflictos, Eduardo Urdangaray, que ya ha colaborado en más ocasiones con el Museo de la Siderurgia y la Minería de Sabero, en cuyas salas se inauguró esta exposición que permanecerá abierta al público hasta el mes de junio.
Las fotos originales están hechas en blanco y negro; el ‘milagro’ del color que lucen es hijo de la cada día más presente Inteligencia Artificial, con la que a Urdangaray le apeteció experimentar. «A raíz de colaboraciones anteriores con el Museo y ante la irrupción de la Inteligencia Artificial nos propusimos llevar a cabo esta iniciativa de colorear fotos que todo el mundo tiene en su cabeza en blanco y negro. Después de experimentar y ver el resultado nos pareció que merecía la pena exponerlas y así nació La mina a color», explica su autor y comisario de la exposición; quien añade que «las imágenes recupera el color de su realidad pero que a mucha gente le chocará porque está acostumbrada a verlas siempre en blanco y negro. Es curioso que lo que nos extraña es ver la realidad».
Recuerda Urdanagaray que «aunque la Inteligencia Artificial ahora lo inunda todo, realmente es una tecnología que está en pañales, te ayuda, pero requiere un tratamiento posterior. La IA ‘maneja’ 32.000 tipos de colores pero el ojo humano llega a millones de colores y eso hay que corregirlo, ajustar las tonalidades. Te ayuda mucho pero no lo soluciona todo». Sigue siendo necesario el ojo y la mano del fotógrafo.