(Marta Uribarri. El cajón del arte)
Es esta la última entrega del recorrido por las galerías leonesas regentadas por estupendas mujeres, profundas amantes del arte, que en momentos tan difíciles como los que llevan viviendo desde hace algunos años han sabido reinventarse para seguir trabajando en aquello que les apasiona al mismo tiempo que nos ponen en contacto con el mundo del arte actual.
Cerramos recorrido (espero no haberme dejado a ninguna por el camino) de la mano de Marta Uribarri Fernández, responsable del proyecto ‘El cajón del arte’, puesto en marcha en 2013. Oriunda de Bilbao, lleva en León, lugar del que procede su familia materna, cerca de veintiún años. Tras perder el interés por la trayectoria profesional que llevaba decide estudiar Historia del Arte en la Universidad leonesa. La crianza de sus tres hijos la retirará a un pueblecito de la provincia y cuando vuelve al mercado laboral lo hace con la oportunidad de catalogar –para Jaime Quindós y Sirina Martín-Granizo– una primera colección de arte, la de la galería Maese Nicolás cerrada unos años antes tras formar parte del panorama artístico más puntero de los años 80 y 90. Posteriormente vendría la oportunidad de gestionar y vender dicha colección y, con ello, su comienzo en este mundo. «A raíz de dicha gestión, galerías de otros lugares, que también habían cerrado, e incluso coleccionistas particulares se pusieron en contacto conmigo, y así fui creciendo. Este fue el punto de partida para crear mi galería online: facilitar salida a todas esas obras de arte».
A esta inquieta mujer, su relación con el mundo del arte le viene de cuna. Su padre era coleccionista y recuerda como de pequeña, en Bilbao, les llevaba a museos, exposiciones y a todas las inauguraciones de arte «que para mí eran entonces un suplicio». En una familia donde a todos les ha gustado el arte y donde quien más y quien menos lo ha coleccionado, parece inevitable haberse ido educando en el mundo artístico, como quizá también lo era acabar creando una galería, aunque sea virtual.


En esta realidad artística en la que se mueve reconoce que «me encantaría en su momento poder montar una galería aunque creo que no voy a poder», y suple ese gusanillo de lo físico con una experiencia heredada de los inicios del galerismo, allá a finales del siglo XIX, cuando los marchantes invitaban a su casa a amigos y clientes para mostrarles las obras de su interés. Ella la llama «showroom» porque más que exposiciones «son muestras de las obras de la galería online (…) que solo están abiertas unos días», una fórmula que parece se está retomando en muchas ciudades ante la dificultad de mantener abierta una galería física. Comenzó la experiencia en una casa de la calle Serranos, mediado 2019, por lo que antes de que nos cayese encima el covid-19, solo pudo realizar un par de ellas: una monográfica en torno a obra de Valle Martín (‘Color y luz’) y otra colectiva con parte de los fondos que gestiona (‘En torno a lo cotidiano’). Ahora espera poder retomarlas este próximo octubre porque «quedé muy contenta con la acogida; la gente venía a ver la casa, pero vino mucho público y me gustó porque venían familias, gente que no había entrado nunca en una galería ni en un museo; y de paso que veían la casa veían las obras. Yo se las explicaba y la verdad es que fue una cosa muy cercana y una experiencia muy buena porque ¡eso sí que fue acercar el arte a todo el mundo!».

Tal vez fruto de esa especial sensibilidad de la que habla, llevada a su propio caso, sea uno de sus deseos más presentes con respecto al futuro de las galerías de arte, las físicas, esas en cuyo primordial trabajo insiste: «algo que a mí me encantaría que pasara es quitarle a la gente ese miedo a cruzar la barrera de la galería, que todo el mundo pueda acceder al arte y que vean que no es una cosa solo para ricos, que todo el mundo puede tener arte en casa, igual que todo el mundo tiene un móvil o unas playeras que en ocasiones les puede costar más que una obra de arte. Me encantaría borrar esa barrera virtual, ese miedo de la gente hacia ello, porque todos podemos hacer una colección». Y nos recuerda esas suscripciones que, como otras galerías, tiene, donde se puede depositar «x» dinero al mes para después de un tiempo acceder a la obra de arte elegida. Aunque no es lo económico lo único importante en el mundo de las galerías, también lo es que se conozcan, que se sepa el trabajo que realizan. «En León me parece que las galerías tienen menos proyección de la que deberían. Se debería educar más a los alumnos para que las visitaran, que le quitaran el miedo; incluso entre la gente mayor, en talleres del Ayuntamiento, de la Diputación, …, se debería fomentar más las visitas, una buena manera de ayudarlas, educando a la gente para demostrarles que cualquiera puede acceder a estos espacios, donde no se está obligado a comprar por el hecho de entrar y mirar»; otra forma de disfrutar del arte.
Quedémonos con eso y estemos atentos a su próximo «showroom», allá para octubre. Y si no pueden esperar, ya saben, pueden sumergirse en http://www.elcajondelarte.com