En verano es tiempo de viajar, por ello las rutas que se presentan en alguna de estas semanas están dedicadas a lugares de otras comunidades, con rutas interesantes, siempre teniendo en cuenta que muchos leoneses pueden viajar a esos lugares, bien por cercanía, bien por vacaciones.
Las islas de Lanzarote y Fuerteventura se encuentran bastante cercanas entre sí por medio de un paseo en barco. En la segunda los leoneses pueden disfrutar de más de 20 esculturas de Amancio González en diferentes lugares de la isla.
Lanzarote es una isla en la que los efectos de los volcanes son patentes todavía desde que entraron por última vez en erupción y la lava circuló entre los años 1730 y 1736. Los ríos de lava petrificada de aquella época se ven claramente en la ruta.
El camino que se va a seguir en todo el recorrido es el llamado «camino del islote», teniendo en cuenta que son islotes aquellos espacios que por tener una mayor altitud no fueron engullidos por la lava y se han dedicado a labores agrícolas a lo largo de los siglos. Se trata de una ruta que no tiene pérdida porque solamente tiene un camino y fuera de él se4 anda muy mal. Además los paneles explicativos complementan muy bien el recorrido explicando lo que el caminante está viendo con citas de naturalistas o historiadores.
La ruta que se propone es una parte de la que lleva a la gran Caldera Blanca, de un kilómetro y medio de diámetro y se puede hacer en poco tiempo, aunque si se desea hacer la ruta completa se perderán otros atractivos que abundan en la isla: parque de Timanfaya, Jameos del Agua, Cueva los Verdes entre otras. Si se dispone de tiempo la ruta completa es muy agradecida e interesante.
El Ayuntamiento de Tinajo en su web presenta varias rutas excelentes entre las que se encuentra la ruta completa de la Caldera Blanca, a la que se refiere esta propuesta, reducida en parte.
Desarrollo de La ruta
Comienza en el aparcamiento situado al oeste de la localidad de Mancha Blanca, ya en una pista de tierra. El camino a seguir es inicialmente pista, pero más tarde se convierte en un sendero amplio de lava pisada entre inmensos campos de lava que son como escorias y muy difíciles de andar, si se sale uno del camino, porque no hay posibilidad de hacer buen pie y además tienen mil agujeros y recovecos.
En algunos puntos del recorrido, donde se pueden ver inmensos campos de lava y al fondo algún que otro volcán apagado, han colocado paneles explicativos. El primero habla de los volcanes, que se pueden contemplar dispersos tras la lava. A continuación, otro panel explica lo que son los ríos de lava que se formaron con la última erupción del siglo XVIII y que se pueden ver en los alrededores, aunque lo que mejor se ve es la lava apagada hace cientos de años.
El siguiente panel hablan de los primeros colonizadores del terreno, que son las plantas resistentes a la sequía, al sol y al terreno inhóspito sobre el que se asientan y ello se puede ver en algunos resquicios donde crecen algunas de esas plantas.
El camino sigue y el panel que viene después habla de las cadenas de volcanes existentes. A la vista del inmenso campo de lava se habla del nombre que los habitantes de estas tierras dan a este espacio inhóspito por el que no se puede apenas caminar: Malpaís, citando escritos de historiadores y científicos. El siguiente panel señala las cadenas de volcanes que se pueden contemplar desde el recorrido ya que estas islas son totalmente volcánicas.
Por último, al acercarse a las calderas, la lava se retira dejando tierra y a la vista el mar de lavas que se extiende hacia el Norte. Estas tierras que quedaron fuera de la lava, algo más elevadas, han sido utilizadas para la agricultura, en especial la caldera Blanca y la Montaña Caldereta. En ésta última, antes de entrar, se pueden ver los restos de un aljibe para almacenar el agua de la lluvia. En el interior de la caldereta se cultivaba cereal hasta la mitad del siglo pasado.
Bajando la cuesta se llega a la entrada de la Montaña Caldereta, un amplio espacio circular, pequeño en comparación con la Caldera Blanca, mucho más grande que se encuentra más al oeste, en las proximidades y a la que se puede ascender perfectamente si se dispone de tiempo suficiente.
En este caso se visita la Montaña Caldereta con los restos de construcciones en el espacio donde se cultivaba el cereal y se sale de nuevo al aljibe para volver por el mismo camino al aparcamiento, donde finaliza la ruta.