Porque estamos en el mes de noviembre y porque en este mes se produjo, por un lado, el estreno de la obra que nos la dio a conocer y, por el otro, su despedida final, con la que abandonó este mundo para siempre, hoy vamos a dedicarle este espacio a una mujer que, estando detrás de la historia cinematográfica de un personaje que se ha convertido en parte de la leyenda leonesa, fue y sigue siendo muy poco conocida por el público en general.
Ella no es otra que Asunción Blanco Gutiérrez, también conocida entre familiares y amigos como ‘Choni’, y nos abandonaba apenas hace dos años, exactamente el 14 de noviembre de 2022. Se fue con muy poco alboroto, tal como había vivido, discretamente. Solo algunos medios de comunicación se hicieron eco de su definitiva partida, a través del comunicado enviado por la propia Cofradía de Nuestro Padre Genarín y que llegó a todos los medios de la provincia y a algunos otros de fuera de ella, gracias a la agencia Europa Press. Algunos meses después, en junio de 2023, ese adiós se convertiría también en un recuerdo homenaje al reponerse, en el Teatro Albéitar ULE, su producción más leonesa. Imagino que a estas alturas ya habrán adivinado que hablo de la película ‘Bendito Canalla, la verdadera historia de Genarín’, una película que dio una nueva y diferente proyección a la historia de este ya legendario personaje leonés, gracias precisamente a la idea original y al esfuerzo de producción de esta cineasta leonesa de quien tan poco se conoce.
Ella cerró el ciclo, al menos de momento. Esta historia de hombres, recreada fundamentalmente por hombres fue, sin embargo, plasmada para la posteridad cinematográfica gracias al buen hacer de una mujer: Asunción ‘Choni’ Blanco Gutiérrez. Primero había sido la labor literaria de Paco Pérez Herrero; luego llegaría Kike Fernández, con ‘Tragicomedia del amor y del orujo’, quien –tras varios años de prohibición de una costumbre que ya había comenzado a hacerse popular en los años 50- y mano a mano con el anterior, haría resurgir la misma y darle un nuevo impulso, impulso que desde entonces ha ido subiendo imparable. Después, en 1981, llegaría Julio Llamazares con su novela ‘El entierro de Genarín’, claramente inspirado por la obra de su inicial creador, Paco Pérez Herrero, y que trajo consigo una serie de llamémosles malentendidos entre ellos. Y ya para cerrar el círculo, e inspirada por el texto de este último, llegó ella, Asunción, responsable máxima o última (y ya verán por qué) de la primera y hasta el momento única película que se ha realizado de esta historia leonesa tan singular, gracias a la cual entra sin duda en nuestra propia Historia del Cine.
A estas alturas de la película, si se me permite el guiño, si preguntásemos cual de los nombres manejados hasta ahora es el que menos nos suena, estoy casi segura que la mayoría de nuestro público lector contestaría que el de ella. No es algo tan raro pues, cuando de cine hablamos, quienes están detrás de la pantalla son muy poco tenidos en cuenta a pesar de que, en muchas ocasiones, si no fuera por ellos quizá esa película que nos ha hecho disfrutar tanto nunca hubiera llegado a existir. Es así, cuando lees la ficha técnica de una película, solo en contadísimas excepciones, en algunos casos puntuales, el nombre que está detrás de la idea original, o de quien produce la película, o incluso de quien participa en el guión, es recogido dentro de la misma. Lo normal es que en la mayoría de ellas no aparezcan estos nombres por ningún lado. ¿Para qué? En el caso de Asunción Blanco esto también es así, a pesar de que el suyo no es solo el nombre de la persona que dio pie a la idea sino, además, el de quien la coproduce, haciendo viable el proyecto tanto técnica como económicamente. Incluso puntualmente (en un único caso lo he visto constatado) Asunción participó también –junto a Nacho Chueca, el director- en el guión de este docudrama de 90 minutos. Nos debería quedar claro, pues, que sin ella esta película nunca hubiera llegado a término, es más, ni siquiera existiría.
La idea de ‘Bendito Canalla’, o la película de Genarín como popularmente se conoce en todo el ámbito leonés, surge en la mente de la cineasta leonesa, allá por 1999, aunque no será hasta 2003 que comience a tomar cierta forma de proyecto. La idea le llega después de leer el libro de Julio Llamazares, lectura tras la cual le parece buena idea llevar al cine este personaje. El proyecto definitivo no llegará, sin embargo, hasta algún tiempo más tarde, asumiendo A. Blanco la producción ejecutiva de una película que sufrió un auténtico calvario de tres años hasta conseguir terminarla y estrenarla, con problemas de todo tipo derivados de los vaivenes políticos del momento. Mientras tanto, en alguna de las entrevistas surgidas en torno al momento de su puesta en marcha, la propia Asunción apuntaba: «Genarín es un tema que siempre me ha llamado la atención, siempre me ha gustado, es un personaje diferente y resulta extraño cómo de un borracho se ha creado un mito, por eso creo que es una idea atractiva para hacer una película». Y más tarde, una vez superadas las dificultades, comentaría: «(...) y aunque la producción resultó muy complicada, sobre todo a nivel de financiación, al final mereció la pena porque es como un hijo». De la puesta en marcha de Genarín confesaría también «es un sueño poder hacer algo en tu ciudad». Tras superar todos los avatares, la presentación oficial de la película llegaría el 28 de noviembre de 2008 en el marco del 46 Festival Internacional de Cine de Gijón. En León se estrenaría algunos meses después (ya en 2009), permaneciendo en cartelera varias semanas con gran éxito de público. Diez años después se repondría coincidiendo no solo con este décimo aniversario, también con los 90 años del Entierro de Genarín. A día de hoy, la película aún puede disfrutarse en algunas plataformas al igual que los más nostálgicos aún pueden conseguir el DVD.
Llegados a este punto, y tras haber analizado el nexo de unión que nuestra protagonista tiene con su obra más leonesa, deberíamos preguntarnos ¿qué sabemos de Asunción Blanco más allá de su relación con ‘Bendito Canalla’?
La verdad es que no hay mucho de dónde tirar. Sabemos que perteneció a una numerosa familia de Jabares de los Oteros y que comenzó haciendo teatro en León y Madrid. Durante una temporada, y mientras realiza en la capital sus estudios de producción de cine y televisión, trabaja también en Terra Mítica. Será en 2003 cuando culmine sus estudios, al tiempo que se despide de su trabajo en el parque temático, pero habiéndose decantado profesionalmente por la dedicación al mundo de la producción teatral y de eventos musicales tal elección lleva implícita también la necesidad de quedarse viviendo en Madrid. La indemnización recibida, tras ese abandono laboral, lo dedicará a proyectos propios, entre los que ya se vislumbra la posibilidad de realizar una película sobre el personaje de Genarín, idea que le había surgido por primera vez en 1999, tras esa lectura de la novela de Llamazares a la que ya aludimos.
Será también en 2003 cuando la vida de Asunción Blanco se cruza con la del director Nacho Chueca y, tras haber tanteado a varios directores, ese mismo año se lo trae a la Semana Santa de León para que conociera en vivo la procesión del «santo bebedor». En esa visita son rodadas unas primeras grabaciones con las que Nacho creará el cortometraje documental ‘El entierro de Genarín’, que la propia Asunción producirá y cuyo trabajo de campo ella misma utilizará también para su trabajo de fin de máster que dedicó a la figura de Genero Blanco ‘Genarín’.
A poco de concluir la producción de la película Asunción se ve sorprendida por un diagnóstico de cáncer de mamá, que la obliga a someterse, durante 2010 en el que ella considera como su año más fatídico, a tres operaciones consecutivas, lo que la aparta durante bastante tiempo de la vida laboral. Tras ese parón, a su vuelta orienta sus pasos hacia el teatro, mientras sigue luchando con su enfermedad, siempre sin rendirse. En 2019 vuelve a León para celebrar la reposición de ‘Bendito Canalla’, junto a un nutrido grupo de aquellos más de sesenta participantes que componían el equipo de entonces y de los cuales algunos ya no están tampoco. Finalmente, el 14 de noviembre de 2022, tras casi catorce años de lucha, la enfermedad podrá definitivamente con ella y se la llevará para siempre, tan discretamente como vivió.
Revisando la página oficial de Genarín, se echa de menos –aunque sea de forma mínima–, una inclusión de su nombre junto al de aquellos que contribuyeron a darle forma a la leyenda. No estaría mal que algunos de esos cofrades que tantas horas de rodaje y preparación compartieron con Asunción, que tan buenas palabras le dedicaron en su fallecimiento, pudieran acercarle este pequeño agradecimiento público, mostrándonos también una pequeña del resto de sus obras, puesto que tan bien la conocieron; aunque solo fuera por el hecho de que, en estos complicados y acelerados días que vivimos, pareciera que aquello que –de alguna manera– no podemos encontrar en las redes, no existiera.
Los cofrades la recuerdan como una mujer de gran carácter y sentido del humor, así como de gran originalidad. Espero que este somero acercamiento a su figura nos muestre también la importante aportación que nos dejó a la cultura leonesa, al menos a una parte de esa cultura tan popular que, guste o no, nos ha puesto en el imaginario de muchas personas dentro y fuera de nuestra provincia. No olvidemos pues que si esta historia hoy ya legendaria de un personaje como Genarín, se soporta sobre los cuatro pilares que la han sustentado y alimentado hasta hoy, uno de ellos, el más actual, el que puede unirla a la parte más joven de la sociedad, lleva nombre de mujer, del de una leonesa que es importante dar a conocer y reivindicar en toda su dimensión. Y esa mujer no es otra que Asunción Blanco Gutiérrez.