Se quejaba Pío Baroja, en sus amargas memorias ‘Desde la última vuelta del camino’, de que a Valle-Inclán en España, al final, se le consentía todo, que hasta su físico empezó a verse positivo y singular aunque él había visto cientos de rabinos en la guerra huyendo que eran todos igual que él hasta en la mirada retadora… Pues he aquí una novela en la que se cuenta la historia de una mujer que no le consintió todo y que fue precisamente su esposa, la actriz de origen leonés Josefina Blanco, esposa y madre de sus seis hijos, una de las primeras mujeres en divorciarse en la España de los años treinta.
El libro escrito por Isabel Lizarraga, ‘Josefina, Valle-Inclán y su pleito de amor’ (Espuela de Plata, 2024), recrea la biografía de Josefina Blanco (León, 1878-Pontevedra, 1957) desde poco antes de conocer a Valle mediante el relato que la protagonista hace de su relación conyugal a Clara Campoamor, diputada y la abogada que habría de representarla en el trámite del divorcio con el escritor.
Se trata de veinticinco años de matrimonio que acabarían en 1932, durante los cuales la niña prodigio, que entró en el teatro madrileño al poco de morir su madre y de la mano de su tía, relegó su carrera para servir de apoyo a la del inventor del esperpento. Aquella historia la resumiría magistralmente diciendo que se enamoró del hombre, se casó con el genio y se divorció de la máscara. Valle, que fue acusado de no atender al hogar y de ejercer con más de sesenta años de «Tenorio averiado», ni siquiera asistió al auto sorprendiéndose del resultado por el cual perdía la patria potestad de sus hijos y quedaba obligado a pasar a su esposa la mitad de sus ingresos
Hay en este texto un importante despliegue de datos que informa escrupulosamente de todos los pasos de la vida de la pareja: las residencias en las que vivieron con el nombre de la calle y el número del portal, el nacimiento de los hijos, las enfermedades con el nombre de las clínicas y los doctores, las obras de teatro en las que van participando los protagonistas enumeradas de una en una o cada uno de sus viajes, dando la sensación, en muchas ocasiones, de ser un ensayo de investigación trasladado a novela más que una novela bien documentada.
La lectura de esta obra sirve para conocer la situación de la mujer en los años treinta, las disposiciones legales y el contexto social en el que se separaban los matrimonios. Es inevitable que la impactante personalidad de Valle vaya por momentos adueñándose del relato y, a veces, parezca una biografía de este aunque la autora intente reconducir la narración. Lo que pretende en definitiva el libro es enderezar los espejos torcidos en los que el propio escritor construyó su máscara, precisamente esa de la que se divorció su mujer.