Los cristales del Musac reverberan una luz tenue por lo nebuloso del día, invitando al paseante a que acceda al interior. Allí espera una de las muestras más ambiciosas de la historia del centro. La firma el artista y activista de origen chino, exiliado desde hace tiempo en Portugal, Ai Weiwei. El nombre no deja a nadie indiferente, como no lo hacen ninguna de sus piezas. Algunas, a base de bambú. Otras, a modo de reinterpretaciones de obras clásicas como ‘La Gioconda’, ‘La última cena’ o una de las famosas olas de Hokusai. Muchas de ellas con un colorido elemento común: las piezas de lego que, entre inocentes y significativas, las componen.
"No son tiempos fáciles para el arte ni para las instituciones instituciones artísticas", explica el creador: "Yo creo que se trata de una de las exposiciones más ambiciosas que se han podido estructurar en esta ciudad y creo que será un evento histórico que se recordará en el futuro". En palabras del director del museo, Álvaro Rodríguez Fominaya, el activista es un "gran narrador". Su particular narrativa cuadra a la perfección "en un espacio de tanta belleza". Así lo calificó el disidente: "Este museo tiene una arquitectura que es perfecta para algunas de mis obras".
‘La comedia humana’ sirve de fondo al artista, que habla sereno y agradecido. Dos mil piezas de cristal de murano negro y cuatro años de trabajo son ingredientes para una de las obras más destacadas de la exposición ‘Don Quixote’, que alude a la novela de Cervantes; páginas de alivio, relato de escape en una infancia donde la falta de libertad era imperante y fuente literaria de la que emana una prodigiosa imaginación. Como en las más de cuarenta piezas que completan esta muestra, las palabras de Weiwei denotan un marcado acento político y social.
"Estamos viviendo en un mundo en el que vemos un desarrollo muy rápido de la tecnología en paralelo a una crisis humanitaria muy importante", continuó el artista: "No podemos caer en la decepción, sino que debemos enfrentarnos a ello". A su modo de ver, "la única forma de exigir humanidad, independientemente de lo rápido que se desarrolle la tecnología, es que esta misma se utilice para el beneficio de la sociedad".
Varias cuestiones formuladas a la Inteligencia Artificial se plasman en una de las paredes del centro. Es una pieza creada exclusivamente para el mismo. Son 81 preguntas en total, las mismas que el número de días que el artista estuvo bajo arresto tras ser detenido en Pekín. “¿Qué es la libertad?”, “¿Qué es la hipocresía?”, “¿Hay amor incondicional?”, “Si un creador no es activista, ¿se le puede considerar artista?”. Todas ellas, quizás, encuentren su respuesta entre las obras de un creador que funde arte y activismo y que saca el dedo a las injusticias entre los muros empapelados del Musac.