El nuevo Museo de San Isidoro de León abre este viernes sus puertas tras un largo y laborioso proceso de rehabilitación integral dirigido por la Fundación Montemadrid en colaboración con el Cabildo de la Real Colegiata de San Isidoro, que han asumido el coste total de una obra que asciende a los tres millones de euros, de los cuales dos millones han sido aportados por la Fundación y el millón restante por el Cabildo. Tanto la obra civil como el proyecto museográfico han sido diseñados por el arquitecto Juan Pablo Rodríguez Frade, Premio Nacional de Restauración, quien ha logrado triplicar las dimensiones del espacio expositivo y, lo que es más importante dadas las características y ubicación del museo primitivo, ha conseguido una plena accesibilidad, mejorando significativamente la experiencia del visitante al dotar de un discurso expositivo a la colección y mostrar piezas nunca antes expuestas al público, como los medios de comunicación tuvimos ocasión de comprobar este jueves en la visita guiada por el abad Luis García y la directora Raquel Jaén por las diferentes dependencias del museo, cuya inauguración oficial tendrá lugar este viernes a las 12:00 horas con la presencia de las autoridades.
En su intervención previa a la visita, donde estuvo acompañado por la directora del Museo de San Isidoro, Raquel Jaén; el arquitecto responsable de la museografía, Juan Pablo Rodríguez Frade; el director adjunto de la Fundación Montemadrid, Jaime Guerra; el director de Centros y Programas Culturales y Medioambiente de la Fundación Montemadrid, Pablo Berástegui, y el responsable de Patrimonio de la Fundación Montemadrid, Gabriel Morate, el abad de la Real Colegiata de San Isidoro, Luis García, expresó su alegría por haber llegado «este momento tan deseado no solo para los que vivimos en esta casa sino también para toda la ciudad de León».
Luis García recordó que cuando el antiguo abad, Antonio Viñayo, abrió un museo pequeño y sencillo en el que enseñaba en primer lugar el Panteón de los Reyes y más tarde algunas dependencias de la planta superior, a la que se accedía a través de una angosta escalera de caracol, no se hubiera imaginado cómo ha quedado un museo del que se puede decir que entra definitivamente en el siglo XXI. «Todos somos conscientes de la necesidad que había de hacer una remodelación en profundidad de este espacio, que era el único que quedaba sin intervenir en toda la colegiata, para salvar las grandes dificultades que teníamos de accesibilidad y de comunicación para nuestros visitantes», reconoció el abad, que recordó que en aquel momento se visitaba solamente el Panteón de los Reyes, la Biblioteca y la Cámara de Doña Sancha. «El visitante entraba aquí y no tenía un conocimiento real y completo de lo que significa la colegiata, de manera que al ampliar estos espacios se da un conocimiento mayor de todo el conjunto al acceder a la parte del claustro. Al bajar por la escalera prioral se ve el monumento principal, que es el edificio», argumentó García.
Esa ampliación de los espacios ha permitido también exponer más obras de arte, casi quinientas, entre pinturas, murales, elementos litúrgicos, tejidos, esculturas, documentos históricos y otros objetos de gran valor patrimonial. Algunas de esta piezas se exponen por primera vez al público, como es el caso del pendón real de San Isidoro o pendón de Baeza, y el ajuar funerario de la infanta doña María, que data del siglo XIII y comparten la misma sala. «El pendón de San Isidoro es la bandera más antigua de España, que es bordada por las mujeres de los nobles cuando Alfonso VII El Emperador conquista Baeza», recordó García.
No podía faltar la visita al cáliz de doña Urraca, que se ha mantenido en su anterior ubicación, si bien se le ha incorporado una vitrina más traslúcida que posibilita una mejor visión. También el acceso resulta ahora más sencillo al realizarse desde la Biblioteca a través de una pequeña rampa.
Tanto el abad Luis García como la directora del museo, Raquel Jaén, se muestran esperanzados de que la respuesta de los leoneses y foráneos que visiten el nuevo museo sea positiva. «Esperamos que el museo en este sentido despegue, también como resultado de la accesibilidad y mayor visibilidad que nos permite la nueva entrada. El nuevo espacio de entrada nos invita y nos anuncia lo que vamos a ver, por lo que entendemos que habrá un incremento de visitas, lo cual nos permitirá seguir mejorando en aquellas cuestiones que faltan, pues hay varias capillas del claustro que todavía requieren intervención. Sobre las capillas aún pendientes de intervención, la directora del Museo de León, Raquel Jaén, mencionó las capillas de la Magdalena y la Fragua, básicamente. «Se puede llevar a cabo alguna intervención más, pero príncipalmente quedarían esas dos capillas», concluyó.