Con esta iniciativa, la Fundación Merayo pretende acercar a los asistentes a la naturaleza de la música y repasar su historia, tan vinculada a la de la literatura desde la época de los griegos. Por aquel entonces, la música apenas se concebía con independencia del texto y, en cierto modo, se entendía que que lo acompañaba. Lo mismo ocurría con la música medieval. A pesar de esto, se puede decir que existeun movimiento autónomo de la música respecto a la literatura en lo que E. Hanslick denominó posteriormente ‘música absoluta’, en reacción contra Wagner que concibe a ambas en indisoluble unión. A la altura del siglo XVIII nadie duda de la independencia de la música respecto al texto, a la vez que pasado el tiempo, ya en el XIX, se reincide en lo que se llamó ‘música de programa’ (F. Listz) o ‘poema sinfónico’. En el siglo XX, con la aparición de la música atonal, se refuerza la idea de la autonomía de ésta respecto al texto literario, lo que plantea de nuevo la pregunta sobre la naturaleza de la música, una cuestión que se remonta hasta la época de la mitología griega. En relación con ello,el músico francés G. Fauré reseñaba: «La música sobre todo consiste en elevarnos lo más lejos posible. Más allá de lo que existe».
Y, bajo este punto de vista, sobre todos estos entresijos hablan este miércoles el autor de publicaciones como ‘Ensayos de teoría y estética estética y de las artes’ o ‘La dialéctica de la experiencia estética’, Cesáreo Villoria, y el catedrático de Filología Francesa de la Universidad de Oviedo, José María Fernández Cardo. El catedrático de Sociología de la Universidad de Oviedo y antiguo Director de Estudios del Consejo Económico y Social de España, Rodolfo Gutiérrez Palacios, no falta a esta cita. Una en que el diálogo entre música y literatura es el protagonista.