Nacida para ser Lady Macbeth

Antonio Pappano dirige a la soprano rusa Anna Netrebko en la tragedia de Verdi que este miércoles se retransmite en directo desde la Royal Opera House de Londres

Javier Heras
04/04/2018
 Actualizado a 15/09/2019
La soprano rusa Anna Netrebko en la ópera de Verdi 'Macbeth'.
La soprano rusa Anna Netrebko en la ópera de Verdi 'Macbeth'.
En el calendario de la ópera mundial, este 4 de abril está señalado en rojo: ningún montaje tan esperado como este ‘Macbeth’ de la Royal Opera House. La casa londinense ha conseguido reunir tantos atractivos que pone un listón muy difícil de superar. El primero, el reparto. En un siglo en el que escasean las grandes voces, Anna Netrebko agota las entradas con su mera presencia. La soprano rusa suma potencia y agilidad, convicción dramática y un impresionante control del volumen. Hizo bien en esperar hasta 2014 para afrontar el difícil papel de Lady Macbeth, dramático y oscuro. Željko Lučić, el barítono que la acompañó en aquella ocasión en el Metropolitan neoyorquino, repite aquí en el rol titular.

El altísimo nivel se mantiene con el bajo Ildebrando D’Arcangelo y el tenor Yusif Eyvazov, marido de Netrebko, que se estrena en Covent Garden. No menos elogios merece la batuta de Antonio Pappano, quien mejor comprende (con permiso de Muti) los colores, texturas y tempi de Verdi. Para la puesta en escena, la Royal Opera repone la producción de 2002 de la inglesa Phyllida Lloyd, con vestuario de época y decorados abstractos y simbólicos (una jaula de oro, la prisión del poder). La veterana directora de teatro y de cine (‘La dama de hierro’), se ha especializado en Shakespeare; en los últimos años ha reinterpretado ‘Julio César’ y ‘La tempestad’ con reparto enteramente femenino.

‘Macbeth’, que se retransmitirá en directo en los Cines Van Gogh de la capital leonesa y en el Cine Velasco de Astorga a las 20:15 horas, supuso la primera tentativa de Giuseppe Verdi de adaptar al bardo de Stratford-upon-Avon. El italiano sentía veneración por él: lo llamaba «papá», se obsesionó desde joven con tragedias como ‘Hamlet’ o ‘El Rey Lear’ (que se quedaron en el tintero) e incluso aprendió algo de inglés para no conformarse con las traducciones al italiano. Durante su carrera, solo sacó adelante tres obras maestras: las tardías ‘Otello’ (1887) y ‘Falstaff’ (1893), ambas junto a Arrigo Boito, y ‘Macbeth’, de 1847. El genio de Busseto, de 34 años, venía de los anni di galera, un lustro durante el cual no había parado de escribir. Cuando recayó de sus enfermedades crónicas, los médicos le aconsejaron seis meses de reposo. Quizá eso hizo que regresase con tanto ímpetu. Aceptó el encargo del Teatro della Pergola de Florencia sobre la sangrienta historia del rey de Escocia, un hombre leal y amado que, para encaramarse al trono, asesina al anterior monarca y a todos sus adversarios, incitado por los consejos de su esposa y las extrañas profecías de unas brujas.

Involucrado en la escritura del libreto junto al poeta Francesco M. Piave (‘La traviata’), Verdi elaboró uno de sus títulos más experimentales, una transición que anticipa ‘Rigoletto’. Arriesgó en la estructura de las escenas, en la armonía y en la instrumentación, con efectos que estremecen (los vientos metales, el aire sobrenatural del arpa). Las tonalidades menores recorren la partitura y construyen una atmósfera lúgubre, como de pesadilla. En lo vocal, su mayor hallazgo fue la palabra escénica: todo está al servicio del texto. A los protagonistas les pidió que actuasen más y cantasen menos. Así, para que Lady Macbeth resultase creíble, su voz debía ser «áspera, sofocada, sombría», y su aspecto físico «feo, diabólico». De un plumazo, el compositor dinamitaba el bel canto, el estilo florido y grato al oído que dominaba Italia.
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