No hace muchos días que un sindicato agrario —Asaja— anunciaba una recolección muy poco generosa de hierba para los ganaderos de la montaña leonesa, lo que hacía temer que en invierno se verían obligados a comprar hierba y se podía «poner a unos precios acordes a las terribles subidas que se están produciendo en tantos otros productos». Es decir, un nuevo ‘rejonazo’ en un sector muy castigado, que ya sufrió la terrible crisis de la leche.
- ¿Porcentajes? De eso no te voy a decir nada, pero te digo lo que hay y el porcentaje ya lo calculas tú ahí en el móvil ¿Ves este prado de enfrente, las dehesas? Pues venían dando habitualmente cerca de 900 ‘pacas’, siempre más de 800, y este año se ha quedado exactamente en 420. Calcula, calcula...
Lo dice Javier Pérez, uno de esos ganaderos de vocación, que siempre lo quiso ser, de los que sufre por sus animales, de familia ganadera que como tantas otras tuvo que abandonar las vacas de leche. «Para perder dinero no vale cualquiera», decía con una sorna muy suya, que siempre acompaña con una carcajada porque, explica, «habrá que reírse, qué vamos a hacer».
Javi está en estas fechas enfrascado en la tarea tradicionalmente más dura del sector, meter la hierba. Es cierto que ha cambiado mucho, que nada tiene que ver con «cuando me contaba mi padre, Loles, que marchaban al amanecer para Las Verdes, a segar a guadaña, todos los hombres de la casa, y a medio día subían con la cesta de la comida, un descanso y a seguir. Y dar vuelta, y atropar y cargar el carro con cuidado, que era un arte, y meterla al pajar, bien pisada para que entrara más que suelta ocupa mucho...».
Ya no es eso, claro que no. Entre aquellos recuerdos y la actualidad están las segadoras, las empacadoras, acarrear en tractor... ahora los rollos.«Pero hay que hacerlo».
Sigue siendo el trabajo más duro del verano. Sólo hace falta imaginarse toda esta semana que ha pasado, con la ola de calor, estar a la una de la tarde o a las cuatro empacando, rastreando la hierba que sobra, haciendo marallos para que vaya más rápida la tarea.
- Mirarlo desde la terraza del bar y decir lo que hacían ellos antes es fácil, pero atropar no tanto.
Javi tiene su alter ego en su sobrino Jesús, otro ganadero de vocación. Es además una de esas familias que para la recogida de la hierba ‘reclutan’ a toda la familia, siendo fieles a la herencia marcada por el patriarca de la casa, Aurelio (Loles). Y cuando salen hacia los prados con los dos tractores van subidos Lolines, hermano de Javi, su cuñado Jose, que sube desde el Valle Fenar; el entusiasta Carlitos, que es quien más disfruta; Nerea, sobrina de Javi... «En casa lo de la hierba siempre fue como una fiesta, mi padre juntaba familiares de donde fuera».
Esta familia es de los que andan a «medio camino» entre la antigua forma de recoger la hierba y los modernos tractores. «A nosotros lo de los rollos no nos va bien, no tenemos la cuadra preparada para cebar así, con las pacas nos arreglamos. Y mira, este año compramos este aparato que las recoge, quince o veinte, y ayuda mucho. Y total son cuatro hierros».
- ¿Pero ha sido tan grave el bajón de hierba para todos?
No hace falta que responda. Val llegando al bar más ganaderos y todos traen la misma ‘rezaera’. Arsenio el de Almuzara dice que «ves cuatro hierbas altas y debajo no hay nada»; Alejandro Cuesta se muestra convencido que «menos de la mitad, el peor año». No hace falta seguir, todos le ponen ‘alma’ a las cifras de los sindicatos agrarios que anunciaban el mal año.
- ¿Y si abonáis más?; digo por hurgar.
- Mira, abono nuestro no tenemos que las vacas paran poco en la cuadra; y si compramos de ese ‘de Chile’ nos cuesta más que la hierba que da.
No todo son fiestas, hay que meter la hierba
Meter la hierba en los pajares ha sido tradicionalmente en la montaña la faena más habitual del verano... y la más temida. Este año a la dureza del trabajo se une la ‘rácana’ cosecha. Acompañamos a una familia ganadera
17/07/2022
Actualizado a
17/07/2022
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