Norberto Magín (1988)mamó música en tierra de tradición minera y agrícola. Escuchó ‘nanas de acordeón’ pues acordeonista fue su bisbuelo, El dulce, también su abuelo, Magín Prieto; y siguió la tradición musical su padre, Norberto Prieto, que acompañaba a la guitarra a su padre Magín... Y Norberto Magín no se salió del carril familiar, lo que ocurre es que compatibilizó esta música que viaja en los genes conuna formación clásica, inducido por la profesora Ana Belén Madrazo y estudiando en el Conservatorio Superior de Oviedo. Todo ello únido, tradición y formación está en su primer disco, Marcha Negra, que hoy presenta en el Albéitar (20.15 horas) acompañado del cineasta Epigmenio Rodríguez, el poeta Víctor Díez, la soprano Yanicet Lobaina y el director escénico Javier de la Varga.
– Marcha Negra, tu primer disco, ¿otro hijo de la pandemia?
–No. Realmente este proyecto lleva en mi cabeza cerca de 8 años, casi desde que terminé el Superior. Lo que pasa es que, por diversas circunstancias, sobre todo económicas, no he podido hacerlo realidad hasta ahora. La idea era presentarlo en mayo, pero se nos cruzó la pandemia por delante y he tenido que atrasarlo y atrasarlo hasta que he tenido una oportunidad. Aunque a principios de esta semana aún temía que no pudiera hacerlo…
–‘Marcha negra’, su título, tiene un claro aroma minero, ¿un homenaje a tu tierra y sus gentes?
–Cuando pensaba en el título del disco siempre tenía claro que tenía que ser algo que reflejase mi raíz, de donde vengo…. Hasta que se me ocurrió “Marcha Negra” porque también refleja un poco el sentir del disco, ya que al ser mi primer trabajo en solitario se puede decir que inauguro un camino propio. Hasta ahora los discos en que he participado no dejaban de ser proyectos de otros donde yo tocaba mi parte. En este disco, soy yo el que elijo lo que quiero hacer y tocar, y como al final, siempre me gusta que mi raíz esté presente, pues me pareció correcto poner Marcha Negra.
–El acordeón es un instrumento ligado a la tradición popular, tu mismo lo has estudiado en tu tierra;pero en este primer disco das un ‘salto’ nos ofreces temas de la llamada música clásica con este instrumento popular; es evidente que el acordeón está en los conservatorios, tiene su propia literatura, pero en tu tierra suena más a tradición. ¿Una reivindicación? ¿un experimento? ¿una necesidad? ¿Una puerta abierta al futuro?–Para mí era una necesidad, porque es un camino que aún no está explotado o muy poco y está bien que la gente conozca otras posibilidades del instrumento. Soy consciente que mi disco no será un fenómeno de masas y soy consciente que no va a gustar a todo el mundo, incluso a gente cercana a mí, pero también sé que habrá gente que lo valore por lo que es y es posible que haya un público que no le guste el acordeón que le pueda gustar el disco. Sé que no me voy a hacer de oro con esto, pero es lo que me pide el corazón. Si mi objetivo en la vida hubiera sido ganar dinero, hubiera hecho administración y dirección de empresas, que era lo que quería hacer antes de elegir el camino de la música.–¿Cómo suenan Falla o Albéniz al acordeón? ¿nos sorprenderá? –Pues sí, porque el sonido que tiene el ‘acordeón clásico’ esta más cercano al órgano que al acordeón tradicional. Yo suelo decir que cuando se toca ‘el acordeón clásico’ hay que dejar de pensar que en un acordeón y pensar más en un prototipo de órgano portátil. Lo cual no anda desencaminado, porque al fin y al cabo el inventor del acordeón era afinador de órganos.– En tu caso y en tu casa el acordeón forma parte de tu historia, desde tu bisabuelo, el abuelo, tu padre… desde tocar misas, procesiones, pasacalles, bailes de fiesta, formar parte de orquestina a grabar con una soprano como acabas de hacer ¿Un paso inevitable acorde a los tiempos?
–Sí, un paso acorde con la evolución organológica del propio acordeón y de las enseñanzas musicales, ya que en la época de mi abuelo no existía este instrumento y ni se contemplaba incluirlo en el conservatorio. Cuando empecé a estudiar acordeón la idea que tenía era lo que mi padre me contaba que hacía mi abuelo hasta que me encontré con una profesora que hizo cambiar totalmente esa perspectiva, aunque al final estuve casi 10 años tocando con orquestas para pagar mi formación.
–¿Qué diría el bisabuelo o el abuelo al escuchar ‘Marcha negra’?
–Pues yo creo que al bisabuelo le gustaría, porque al fin y al cabo hago música en las iglesias donde él cantaba las misas… Aunque al que más le gustaría sería a mi abuelo, sin duda, siempre tuvo la espina de que ningún hijo tocara el acordeón y de que no tuvo las posibilidades económicas de estudiar en un conservatorio. Creo que al ver a su nieto tocar el acordeón después de haber terminado la carrera en el conservatorio hubiera sido un gran motivo de orgullo.
–¿Qué hace un tipo tan inquieto como Norberto Magín en tiempos de quietud? ¿Habrá que volver a tocar el acordeón en la cocina?
–Pues yo lo que hice fue marcharme a vivir al pueblo y dedicarme a leer, estudiar, tocar y atender mi pequeña explotación avícola (se ríe). En estos últimos años casi no he parado y aprovechando esta situación decidí que era tiempo de echar el freno para evolucionar a nivel personal y cargar las pilas para unos años más. Así que sí, volveré a tocar el acordeón en la cocina calentada con la leña que he cortado durante el verano.
Norberto Magín: "Desde el bisabuelo la música vivía en casa ¿qué iba a ser yo?"
El acordeonista babiano presenta este viernes en el teatro El Albéitar (20.15 horas) su disco ‘Marcha negra’, un homenaje a la tradición minera de su tierra interpretando temas de música clásica con este instrumento ‘tradicional’
30/10/2020
Actualizado a
30/10/2020
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