"Os cambiamos el Grial por justicia y por trabajo"

Las coplillas de San Antón son una de esas viejas tradiciones en las que los pueblos —por boca de los copleros (Flecha, Trapiello, Gancedo, Manilla...)— ajustan las cuentas con sus gobernantes tirando de humor y sorna y aprovechando que "a tradición ordena al edil" designado por la municipalidad que aguante a pie firme y con sonrisa los embates del mar enfurecido de las gentes siempre hartas de que sólo se acuerden de ellas para el IBI

Fulgencio Fernández
21/01/2018
 Actualizado a 19/09/2019
El fuego, las coplas, el fervudo, el gochín, la ironía, el buen humor y la tradición al calor de la hoguera de San Antón en el corazón de la ciudad. | DANIEL MARTÍN
El fuego, las coplas, el fervudo, el gochín, la ironía, el buen humor y la tradición al calor de la hoguera de San Antón en el corazón de la ciudad. | DANIEL MARTÍN
Oh San Antón, egipciaco / pordiosero y eremita / que las tentaciones quitas / y a las fieras das ‘pol saco’. // Tú que amaste a un jabalí /enmedio de aquel desierto / ya que eres un experto / fíarte puedes de mí». Con estas palabras pedía ayer José Antonio Llamas, ‘el coplero’ de 2018, la venia al santo Antón para iniciar el viejo rito de ser portavoz de un pueblo que le elige y ajustarle las cuentas a todo bicho viviente, representado por un concejal que envía la municipalidad para que cumpla con la tradición de aguantar a pie firme y con una sonrisa las olas embravecidas de los vecinos cansados de que sólo les llamen para votar o pagar el IBI... más las multas.
Volvió a acudir para recibir ‘los palos’ y las sornas Pedro Llamas, que parece venir entrenado en el tetumbo de su Carrizo natal.

Cogía el testigo Toño Llamas de otros copleros: Paco Flecha, Pedro Trapiello, Fulgencio Fernández, Emilio Gancedo, Antonio Manilla, Antonio Barreñada... Alguno de ellos ya había reparado en la ausencia de la edil natural, la de Cultura, para dejar que se queme Llamas, el del negocio de pollos: «La de Cultura se esconde / el de Hacienda lo intenta/ y siempre viene el de los pollos / que lleva el fuego para su tienda». Otros se acordaron de ediles ausentes aunque eternos: «Tienes razón Antón / que es viejo esto del cochinillo / fíjate si será antiguo / que en la primera edición / aún no era concejal Yiyo».

Cada coplero da cuenta de la realidad de su año y su enfoque particular. Paco Flecha, recordando la bendición de los animales lamentaba que «no lo pido para mí, / no tengo perro, ni gato, / ni gallinas, ni borrico, / ni pichones, ni marrano. / Que la gente de los barrios / ya no tenemos ganado. / Que el otro día oí decir / a un pobre desarrapado: “¡Ay, quien me diera vivir / como un perrito mimado!».

Por eso pedía para los humanos, pero no sin nun toque de amargura y crítica: «Que ya sé, Antón bendito, / lo que pa´ ti estás pensando: / “que no pidamos al cielo / que intervenga con milagros / para arreglar los chamullos / que hemos ido presenciando / sin echar un par de huevos / para intentar evitarlo».

Pero no se libraron los habituales —políticos, corruptos...—: «¿Quién castiga a los corruptos? / ¿Qué medidas hay pa´l paro? / ¿Qué pasa con Everest / Y todo lo que han cerrado? / ¿Por qué hay gente que, en la crisis / Parece que se ha forrado? / Y si hay alguien ahí arriba/ que pueda decir bien claro: / ¿Después de estas elecciones, / quién, cojones, ha ganado?». Por todo ello, Flecha cerraba sus coplas con un singular ofrecimiento: «Que negocies allá arriba / un trato, mano por mano: / Os cambiamos el Grial / por justicia y por trabajo».

Los políticos fueron unos habituales en las quejas de los copleros. Manilla se acordó de la idea de llevar el Coservatorio al fútbol: «Y eso que hubo un consejero / que nos quiso meter gol: / propuso llevar la música / al campo Reino de León».Aunque deja abierta alguna puerta a la esperanza: «que quieren inaugurar, / al fin se les ocurrió algo: / un carril bici en Padre Isla / y cerrar Ordoño al tráfico. // Y rotondas en la ronda… / En el trance de idear, / me parece que a este equipo / alguien le asesora mal».

Más contundente, en la elección de adjetivos, se mostró Emilio Gancedo. «Lo raro es que resistan /estas tierras leonesas / que llevan en crisis siglos / arrastrando la pelleja. / Y a pesar de politiquines / traidorcetes, zampabollos / folgazanes, usureros / envidiosos, pavipollos, / seguiremos en esta tierra / bien afincaos en el suelo / llamando al cerdo gochín / y‘faeos’ a los hayedos. / Santo Antón, si no puedes con sequías, / vendavales o riadas / al menos líbranos de los políticos / triperos, de voraz diente / que nos la tienen jurada. / Porque si no hay dinero pa nada... / ¿De qué vive, pues, esta gente?».

Por ahí iban los tiros de Manu Ferrero: «¡Oh San Antón! ¡dan asco! / Como sereparten el pastón / yluego pintanbastos».

Y el concejal sonreía. Qué guasa tiene esto de las tradiciones.
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