Ya no es el nombre de un centro comercial; por lo menos, no únicamente. Aunque al principio quisieran llamarse Ciudad Lineal –distrito madrileño del que procede el grueso de la banda–, Alcalá Norte ha acabado cobrando forma musical de la mano del cantante y letrista Álvaro Rivas, el batería Jaime Barbosa, la teclista Laura de Diego, los guitarristas Carlos Elías y Juan Pablo Juliá y el bajista Pablo Prieto, que habla al otro lado del teléfono desde Madrid.
–Dice Rivas que no te va mucho este tema de las entrevistas.
–Bueno, es que yo soy más rata de internet, la verdad.
Pablo tiene un seudónimo con el que le conocen sus colegas de grupo; ahora, también todo el panorama mediático nacional. Le llaman ‘admin’ y no es fortuito: el bajista se encarga a diario de desengrasar la cuenta de ‘X’ de Alcalá Norte y sus publicaciones no dejan a nadie indiferente. Aun así, explica que no está muy acostumbrado a los medios.
–Había hecho una entrevista anteriormente por teléfono– confiesa,– pero no suelo dar muchas porque las redes sociales me tienen frito.
–¿Tú crees que se podría escribir un artículo con tus ‘tweets’ a modo de respuesta?
–Sí, porque ahí hay de todo– responde rápido.– Bueno, ahora que estamos más parados, he vueto a modo diablo, pero cuando estamos girando intento no estar tan pendiente porque al final te consume.
Y es que, desde hace apenas unos meses, la banda ha venido colmando titulares de medios nacionales, siendo cabecera de portada de la sección cultural de varios de ellos. Su sonido, como sus miembros, están en pleno apogeo. Pero lo que muchos no saben es que hay algo de León detrás de todo este éxito.
–He oído que tienes ascendencia leonesa.
–Tres de mis abuelos son de Prioro; mi madre nació en Prioro– relata.– Mi otro abuelo es del pueblo de al lado, Morgovejo.
El músico, que veranea desde su infancia en tierras leonesas, supo de la existencia de Alcalá Norte allá por 2021, cuando vivía en Barcelona. Y, de lo que está a punto de narrar, introduce que «es una curiosa historia».
«Tres de mis abuelos y mi madre son de Prioro y mi otro abuelo es el pueblo de al lado, Morgovejo»
–En mayo de ese año, me fui a hacer un programa de música de Twitch con un youtuber y un chaval puso un enlace por el chat– rememora, quizás aún un poco perplejo:– pinché y eran Alcalá Norte.
Desde entonces y hasta acabar siendo una parte más de la formación madrileña, el bajista ha sido todo un aficionado a su sonido.
–Me empezó a flipar el grupo y les dije que, si necesitaban ayuda, hacía lo que quisieran– explica.– Hice una sustitución, se me fue la cabeza y, como se quedaron sin banda porque se fueron dos miembros, les comenté: «Si me esperáis unos meses, acabo el contrato y me voy a Madrid». Y listo.
Como si fuera poco. Pablo, con 32 años, se embarcó en su viaje a la capital, bajo y maleta en mano. Allí encontró «un trabajo para sobrevivir» que no le duró mucho. «Luego hubo la suerte de que el disco tuvo bastante éxito y me ha permitido dejarlo», termina el relato.
El disco, que salió a la luz en abril de este año, es el fruto de su proyecto con el sello Balaunka. También es homónimo y ha llegado a los oídos de varios millones de oyentes, habiendo vendido miles de ejemplares.
–El otro día publicaste en ‘X’ que habiáis hecho 300 copias para que os durasen un año. Está claro que el éxito ha sido inesperado, ¿pero será efímero?
–Hicimos 300 porque hay que ser realistas, pero eso que dicen en las redes de ‘efímero’ o ‘hype’... Que se vayan olvidando porque vamos a seguir dando guerra– habla del tirón.– Ya hemos demostrado una solvencia vendiendo todos los tickest del 90 por ciento de la gira, haciéndonos dos Joy Eslava (una sala de conciertos de Madrid) y a la espera de hacer un Razzmatazz, que son casi dos mil personas.
No sólo eso. Artistas como Kase O y Rosalía han hecho apología de sus letras. Otros, como Mikel Erentxun, vocalista de la emblemática banda Duncan Dhu, y Enrique Bunbury, líder de Héroes Del Silencio,han seleccionado ‘Alcalá Norte’ como uno de sus discos favoritos de este año. Uno del que se ha dicho que baila entre las aguas que mecen a las melodías de Burning y The Cure. Aunque el bajista no lo tiene tan claro.
–Yo lo situaría más en alguna cosa como de rock clásico con tintes de pop. No te puedo decir grupos porque a cada uno nos gusta una serie de bandas– y pone de ejemplo a Oasis, The Stone Roses, Journey y Boston como denominadores comunes.– Pero, bueno, yo diría que es un pop-rock clásico; no tiene mucho más. Sin filigranas.
Esa amalgama de influencias se viste de largo en cada uno de los temas del grupo, que saca lustre a la larga ristra de referentes con cada acorde.
–Eso es lo bonito del asunto, que cada uno pueda poner sus referencias y que surja, dentro de lo que es el pop-rock clásico, un poquillo de todo– resuelve.
A su sonido se suman las letras de un Rivas enrevesado. El propio cantante lo anunció en una conversación con El Mundo: «Buena suerte al que intente sacar un mensaje concreto de nuestras canciones». Desde alusiones a Cristiano Ronaldo y a Giorgina Rodríguez hasta títulos como ‘El rey de los judíos’. Desde peroratas religiosas con fuerte acento irónico hasta fragmentos de la Confesión de Fe de Westminster de Calvino. Todo en la lírica de un grupo que –señalan desde su equipo de promoción– «no es solo un conjunto de once canciones, sino un manifiesto». Y la respuesta a lo que manifiestan Pablo prefiere dejársela al vocalista.
–Él lo explica mejor– comenta.– Yo te puedo decir cómo lo veía antes de estar en la banda– no le hace falta escuchar el ‘sí’.– Lo veía como un colectivo; sin llegar a ser una religión, pero como un colectivo al que te quieres sumar en cuanto escuchas y ves todo lo que rodea a la banda además de la música.
Ese colectivo y todo su carácter recalaron en León en junio de este año para celebrar un concierto en el ‘Come y calle’ del parque San Francisco. Rivas, subido a uno de los bafles del escenario, no distaba mucho de la estatua en honor al santo que reina en el enclave. Eso sí; el cantante, ataviado con una corona de laurel en una particular oda a Dioniso, abría sus brazos ante un público entregado que –seguro– no se hubiera esperado nunca lo que se encontró.
«Lo que dicen en las redes de ‘hype’... Que se vayan olvidando porque vamos a seguir dando guerra»
–Yo siempre le digo a la gente que está en el top 3 de nuestros conciertos– refiere el bajista.– Para mí, ir a la tierra prometida a tocar es muy especial: estaba ahí mi familia. Además, creo que ha sido el único concierto en el que hemos estado a cinco porque nos faltaba un guitarra– hace una breve pausa para zanjar:– y el parque estaba lleno.
El próximo jueves, la banda regresa a la capital provincial para ofrecer un concierto en el Purple Weekend en una jornada para la que las entradas están agotadas.
–He tenido algunas peleas por ‘twitter’ con peña que decía que qué coño hacíamos ahí–expresa en su faceta de ‘admin’.– Estamos ahí porque estamos ahí: nos mola el rollo mod, la verdad. Luego se quejan de que no hay grupos nuevos...
–La cuestión es quejarse.
–Pues sí. Siempre hay gente que se queja, pero yo les meto cera– ríe.
Al bajista no le faltan ganas de aterrizar de nuevo en la ciudad y ni la peritonitis del vocalista parece tener el poder de sofocar ese apetito. Aunque todo, claro está, depende de lo que digan los médicos. Estas «monjitas del rock and roll» –como ellos mismos se han bauitzado– son cuidadosos con sus dolencias.
–¿Y ahora qué?
–Pues a tocar mucho, a asentarnos en el panorama y a ganar panoja pa’ comprarme una casa.
Y que no falten los rezos –a Dioniso– para que el cantante de Alcalá Norte se recupere y lleguen a tiempo a su cita con León. Porque estos «chavales», igual que su manifiesto, –con varios conceptos a desgranar, pero sin fardar– merecen mucho la pena.