Para el hambre... brezo

Néstor del Barco lleva años viviendo a medio camino de La Sobarriba de su curro y su pueblo extremeño de Serradilla. Las dos tierras estaban muy presentes en su trabajo más conocido, que ahora cumple cinco años: Santarrostru, que tuvo una excelente acogida y varios premios.

También se usaba esta planta para alimentar el fuego de las fraguas, que estaba en el origen de la conversación, y otras más desconocidas, como para hacer carbón vegetal, escobas caseras...  En uno de los viajes a su pueblo charlaba con algunos vecinos y paisanos suyos. Como tantas veces la conversación viajó a tiempos difíciles, de la dura posguerra, y aquellas gentes hablaban de la dureza de sus oficios, por ejemplo el herrero y su fragua, todos de la dureza de aquella vida y la charla se salpicaba con frecuentes reflexiones sobre el aprovechamiento que entonces se le dio a una planta tan abundante como olvidada, el brezo, que en el habla serradillana es berezu. "Hablaban de lo más evidente y conocido, la miel de brezo; pero también se usaba esta planta para alimentar el fuego de las fraguas, que estaba en el origen de la conversación, y otras más desconocidas, como para hacer carbón vegetal, escobas caseras y otros utensilios de uso común en todos los hogares".En aquel mismo momento Néstor del Barco supo que se había comenzado a gestar su siguiente trabajo, que ya es una realidad y se llama Berezu.

Este sábado lo estrena en la Casa de Cultura de Brañuelas. Un trabajo en el que junto a sus vecinos participa gente como el naturalista Joaquín Araujo, quien afirma que "deberíamos levantar monumentos que le hagan justicia al brezo".

Serradilla (Cáceres) y León vuelven a estar presentes, como en casi toda la obra de su director, Néstor del Barco, empeñado en matrimoniar sus dos territorios, en esa labor de cinematografía trashumante, que pone de relieve cuantos aspectos comunes presentan extremeños y leoneses.