La muerte del escritor y cineasta estadounidense Paul Auster, a los 77 años de edad como consecuencia de un cáncer de pulmón, me ha hecho recordar su paso por León en los últimos días de diciembre de 2009, en compañía de su bella esposa Siri Hustvedt, para recibir el Premio Leteo otorgado por el Club Leteo, que hasta entonces había distinguido a personalidades del mundo de las letras como Antonio Gamoneda, Belén Gopegui, Gonzalo Rojas, Fernando Arrabal, Michel Houellebecq, Amelie Nothomb, Martin Amis y Adonis. De todos ellos y de los que vendrían después, el escritor de Newark (Nueva Jersey) fue quien levantó mayor expectación, no solo en el acto de entrega del galardón, que excepcionalmente tuvo lugar en el Musac por encontrarse el Auditorio Ciudad de León ocupado por el Festival Internacional ‘León Vive la Magia’, sino en el encuentro que en la mañana del Día de los Inocentes, mantuvo con los medios de comunicación locales y nacionales, que tuvo igualmente un marco especial, el sotabanco del actual Museo Casa Botines Gaudí.
En aquella cita con los periodistas, Auster negó que la tecnología sirviera de freno al impulso creativo de escribir y alertó del peligro de la piratería cultural «al no respetar los derechos de autor». También reconoció su interés por los escritores españoles contemporáneos, citando a Javier Marías y a Enrique Vila-Matas, que en el plano internacional hizo extensible al sudafricano John M. Coetzee, su compatriota Don DeLillo y a su esposa Siri Hustvedt, de la que aseguró «es una de las mejores escritoras del momento actual».
Paul Auster indicó que escribir es un acto de soledad y que en este ejercicio siempre se ha sentido solo. «Para poder escribir poesía, novela o cualquier otro tipo de texto hay que tener cierto gusto para estar solo y cierta sensibilidad para sentirse solo. Para mí la soledad es como desaparecer, hacerse invisible», reconoció el autor de ‘El cuento de Navidad de Auggie Wren’, que serviría de base a ‘Smoke’, llevada al cine conjuntamente con Wayne Wang. Auster destacó que más que una adaptación se trató de una verdadera creación, pues el punto de partida era el mencionado relato breve que había escrito por encargo del rotativo The New York Times y que fue publicado el 15 de diciembre de 1990.
«Para mí una de las mejores experiencias de trabajar en el cine es el hecho de poder compartir con otras personas este acto de creación, que además es inspirador, me llena de nuevas ideas y de nuevas experiencias, por lo que nunca he tenido ninguna dificultad para trabajar en equipo», señaló el cineasta, que a la pregunta de qué consejo daría a los jóvenes que quieren dedicarse a la literatura vino a sugerir que mejor se dedicaran a otra profesión porque «escribir es una manera bastante terrible de vivir» y sobre todo que no se preocupen por el aspecto comercial de la literatura. «El mejor ejemplo es el Club Leteo, un grupo de jóvenes poetas que trabajan como una cooperativa y sin preocuparse de lo que puede ser el mundo de la producción», concluyó.