Podría parecer que el entrecomillado que titula este reportaje haya salido del acongojado Puigdemont que esta semana declaraba en el Parlament la independencia de Cataluña para, segundos después, dejarla en suspenso. Pero no, la frase salía de boca de un leonés que español sí que se siente, no así castellano ni castellano y leonés, pues a su entender, la agrupación forzada e interesada de ambas regiones bajo una misma autonomía hizo que se pasara por encima del sentimiento generalizado de los ciudadanos de León. Es precisamente eso lo que hubieran querido poner de manifiesto con un referéndum en los años en los que se fraguaba el mapa autonómico de España. Pero no lo hubo, ni legal ni ilegal.
Volviendo al titular... Luis Herrero Rubinat ha dicho literalmente: «Los chicos del GAL pedían autonomía y referéndum, no pedían otra cosa». Y uno de aquellos chicos fue él. El GAL, Grupo Autonómico Leonés, nada tiene que ver con el de los años de gobierno de Felipe González que, por cierto, antes de eso, en una visita a la ciudad de León en 1979 en plena campaña electoral municipal y en su cargo como secretario general del PSOE, manifestó que los leoneses debían decidir su futuro autonómico, aunque más allá del escenario descrito, ni él ni su partido –como partido, pues sí hubo honrosas excepciones– contribuyó mucho a la causa leonesista. El GAL nacía en pleno debate sobre la configuración del mapa de las autonomías El caso, el GAL cumplía esta semana (el miércoles día 11 de octubre) cuatro décadas de su fundación como asociación para la defensa de la identidad de la región leonesa. Nacía en pleno debate sobre la configuración del mapa de las autonomías y entre el humo y los orujos del Benito. En este emblemático bar de la Plaza Mayor se celebraron las primeras reuniones de este grupo fundado por Carlos Javier Llamazares, Pilar Ugidos, Isabel Huerga, Bladimiro Vidal, Margarita Morán y María del Camen García. Fue al año siguiente, en 1978, cuando se adhirieron a la causa de forma activa los dos por entonces chavales, todavía sin edad para votar, Luis Herrero Rubinat y Alejandro Valderas. Fueron años de lucha social, de repartir octavillas, de hacer bandera. De hecho, fue el GAL el que desempolvaría la bandera de León –olvidada tras años de dictadura– que pronto se adoptó como propia por parte de la sociedad y las instituciones leonesas. Años de vender pegatinas en el puesto del Rastro, que de aquella se instalaba en la misma Plaza Mayor que vio gestarse el GAL. Durante años fue difícil encontrar por estas calles un coche que no luciera en su parte trasera el adhesivo de fondo carmesí y escudo blanco con el león rampante. De hecho, recuerda Rubinat, fue de la venta de estas pegatinas de lo que prácticamente se financió el GAL durante unos años. «El GAL es el germen del movimiento leonesista; quizá no fue la primera en el tiempo, pero sí que fue la que pervivió durante más tiempo». No fue nunca partido político –bastante le costó darse de alta como asociación cultural por las trabas gubernamentales–, y de hecho admitió siempre la doble militancia. Durante años fue difícil encontrar un coche que no luciera la pegatina de León Solo Fue un grupo plural. Tanto, que lo formaron un grupo de disidentes del Partido Comunista –que fue el primer partido que se echó a los brazos de la propuesta de formar autonomía con Castilla–, pero que atrajo también a la burguesía de la época. En el GAL no había ideología política, había identidad regional. Había rechazo a ser utilizados para formar una comunidad creada por «razones de Estado», una «autonomía-tapón» que sirviera como «contrafuerte para asentar la unidad del Estado» [expresiones extraídas de ‘Sentimiento de región’, Luis Herrero Rubinat]. O como expresa Alejandro Valderas: «El movimiento autonomista, era una reacción típica al centralismo practicado por el franquismo. Se trataba de ‘hacer algo’ por tu región, tanto en el plano del despegue económico, buscando la industrialización y las nuevas redes de comunicación, como en el plano cultural recuperando la ‘conciencia regional’».Cuando se abra el melón de la reforma territorial, quizá podamos acariciar la autonomíaLos años del GAL eran, dice Valderas, unos años en los que el futuro no estaba escrito. «La Constitución se escribía y se desarrollaba muy despacio y parecía haber sitio para todos. Pero no fue así: las exageraciones de vascos y catalanes, pronto llevaron al legislativo a ‘recoger velas’ en todo lo relativo al desarrollo autonómico. Tras el 23 F de 1981, claramente el proceso autonómico embarrancó, no sólo en León sino en casi toda España, y lo que era una creación popular (se creaban las nuevas comunidades autónomas siguiendo los deseos ‘de la calle’), pasó a ser diseñado en los despachos: las últimas autonomías, incluida la nuestra, se forzaron a toda prisa en 1982-1983 de modo que fueran un ‘parapeto’ frente a las reclamaciones vascas y catalanas».Pero de poco sirvió tal ’parapeto’ o ‘tapón’, pues a la vista está que las aspiraciones independentistas están más vigentes que nunca, y que el tiempo no ha hecho que los leoneses hayan visto mudada su identidad hacia una un poco más castellana. Hay nostalgia en el recuerdo de aquellos años. «Fíjate que cuando Valderas y yo teníamos que estar estudiando para la Selectividad, lo que nos empollábamos eran los estatutos de las otras autonomías para preparar las enmiendas que, gracias a Antonio Fernández, el socialista al que mandaron al grupo mixto, pudimos presentar». Éxitos en este sentido, pocos... La comunidad de Castilla y León fue la última en aprobarse, pero se aprobó, concretamente en el pleno del Congreso del 22 de febrero de 1983. Pero no fue porque no se opusiera el pueblo leonés. En marzo de 1978, convocada por el GAL, se celebró la primera manifestación leonesista a la que seguirían otras.
«El leonesismo que se inició con el GAL, nunca fue, ni es en la actualidad, algo cerrado; lo han practicado medio centenar de asociaciones, partidos políticos y movimientos sociales. Ha sido y es, una auténtica escuela de debate», reflexiona Valderas, que considera que ahora, en 2017, el desafío independentista catalán ha colocado el reloj de nuevo en 1976.
El desafío independentista catalán ha colocado el reloj de nuevo en 1976A día de hoy el mal cerrado mapa autonómico vuelve a estar de plena actualidad. Dicen los ‘galistas’ de entonces que el sentimiento de no pertenencia a la comunidad sigue siendo mayoritario en esta tierra, a pesar incluso, de que ya hay una generación que ha nacido y crecido en esta comunidad autónoma. ¿Y qué puede pasar con el desafío independentista catalán encima de la mesa cuestionando el modelo territorial? En opinión de Valderas, «el leonesismo ha participado y seguirá haciéndolo, sin duda, no sólo en el debate de cuál será la posición de la Región Leonesa en la nueva Constitución; también hay que continuar con el debate sobre el futuro de las diputaciones, ayuntamientos y juntas vecinales. Con frecuencia se ha planteado que las diputaciones puedan reorganizarse de acuerdo con las autonomías, de modo que optimicen sus presupuestos y no dupliquen nada; ya tenemos la experiencia de las comunidades uniprovinciales: por ahí podría ir un plan de autonomía leonesa ‘barata’ alejada de la parafernalia de Valladolid».
En todo caso, como apunta Rubinat: «El leonesismo, por la propia cultura de los leoneses, por su forma de ser, nunca ha sido un pueblo rupturista, de quebrantar la legalidad... todo lo contrario, León es un pueblo de leyes. Los chicos del GAL pedían autonomía y referéndum, no pedían otra cosa; no conozco a ningún leonesista que quiera separarse de España. Cuando se abra el melón de la reforma territorial, que ahora parece próximo, tengo la esperanza de que en León podamos retomar la lucha y acariciar la posibilidad de alcanzar la autonomía. Por cierto, que los dos aprobamos la Selectividad...».
"Pedíamos autonomía y referéndum, nada más"
Esta semana se cumplían 40 años de la fundación del GAL (Grupo Autonómico Leonés) con el debate de la reforma territorial en pleno apogeo tras el desafío independentista catalán
15/10/2017
Actualizado a
18/09/2019
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