En el puesto del pescado, hemos visto merluza y pescadilla. Esta última y pienso que por su juventud, más atrevida, me susurró aquello de «llévame a casa»... La cómplice pescatera, asiente y abierta en dos filetes, para una clásica romana...
Antes de elaborar la pijota, preparamos la guarnición..., ¡¡¡imprescindible!!! Uno de los mejores acompañamientos de los pescados, los pimientos del piquillo. Una buena conserva, la abrimos, escurrimos el liquido de gobierno que podemos conservar y los pasamos por papel absorbente. Sartén amplia al fuego con un hilín de Aove. Unas láminas de ajo de igual grosor. Poca fuerza en el hornillo y añadir los ajos y los pimientos... Se van a ir confitando y adquiriendo un dulzor y un color, difícilmente igualables... ¡¡¡no hay prisa!!! Dejarlos al amor de la lumbre...sólo pueden mejorar.
Paso a la pescadilla... salpimentar, pasar por harina y huevo batido...a la sartén para rebozar con Aove (la que más cunde), unos 170-180 grados y dejar dorar dándoles la vuelta... a papel de cocina y ya tendremos la romana para emplatar...
Un par de tajadas, tres o cuatro confites de pimiento con su chip de ajo, rodaja de limón (por si gusta) y la irrenunciable ramita verde... cuantos colores, aromas, sabores, texturas.... puaaaf, ¡¡¡salibo sin consuelo!!!
Apartado del pan, no se trata.
Copa de rosé, Trasto, Príncipe de Viana, Khur, Pardevalles... Me da lo mismo, pero muy fresco, ¡¡¡por favor!!!
Clásico, económico, sencillo, del agrado de todas las edades... un lujo de plato para el trámite diario de la comida con gusto.
¡Tranca!