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Y lo que se le ponga por delante. Incluida una gravísima enfermedad, que la apartó del deporte durante meses, que la amenazó pero ella siempre supo que también iba a ganar y, para celebrarlo, aún no recuperada del todo acudió a un Europeo de Luchas Celtas para dejar el mal trago atrás ¿Y qué hizo? Lo que sabe: ganar.
Pero reconoce que es un punto de inflexión, que ya tiene una edad, que se toma la vida de otra manera... Y encontró la fórmula para irse y quedarse: arbitrar. Y ahí está por los corros de la Liga de Verano, masculina y femenina, arbitrando, sin complejos, como siempre hizo deporte: con su verdad por delante.
En uno de los corros que ha dirigido este verano ocurrió algo que no habíamos visto en muchos años. Su compañero pitó una caída, ella vio claro que no era así, se dirigió al luchador al que habían pitado perdedor y revocó la decisión. Es Miriam. «No se trataba de enmendar la plana a mi compañero, ni mucho menos, simplemente que donde yo estaba se veía mejor la caída, lo tuve muy claro y no es justo dejar marchar a un luchador derrotado por una decisión injusta; yo he estado ahí luchando y se lo que se siente, aunque jamás protesté a un árbitro».
Luchas celtas y el viaje a Togo
Miriam llegó a la lucha por casualidad, pese a que en su familia hubo luchadores, como su abuelo, «pero nunca me habían hablado de ello». Siendo una niña estaba jugando al frontón y se les cayó la pelota lejos. Al ir a recogerla vio a varios chavales del Club de Villabalter entrenando lucha leonesa, con Jesús Oblanca, «y yo supe que quería hacer aquel deporte tan raro... y cuando se me mete una cosa en la cabeza».![](https://www.lanuevacronica.com/uploads/static/la-nueva-cronica/migration/imagenes/tinyMCE/CULTURAS/2019/miriam_marcos_militar_31819.jpg)
Mil historias más, de todos los colores —incluido el verde de su paso por el Ejército—, para esta pionera del deporte femenino leonés, de la lucha leonesa, que primero debía agarrarse con niños, porque no había competición femenina, y después tuvo el privilegio de ganar, en el año 2007, aquella primera Liga Femenina, y volver a hacer historia, junto a otras pioneras como Tamarina. «Cuando luchaba contra los chicos y les ganaba, que era muchas veces, no siempre se lo tomaban bien, aunque la verdad es que de quien tuve que escuchar alguna frase desafortunada fue de sus padres... por suerte, eso parece que se va superando».
Ahí sigue haciendo historia esta pionera, una niña con calle, plaza y pito. Miriam Marcos, ahora árbitro.
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