Presentación de 'Recuerdos'

Trece relatos reunidos y acompañados de ilustraciones de Ana Carrera

José Javier Carrasco
05/07/2024
 Actualizado a 05/07/2024
| ANA CARRERA
| ANA CARRERA

Estos trece relatos, reunidos bajo el título genérico de ‘Recuerdos’, forman parte de los recuerdos de alguien, mi madre, que se está quedando sin ellos.  Escuchados mil veces, los he modificado para darles una dimensión literaria, otra forma, esta elaborada, de memoria también caprichosa: transformar la realidad rehaciendo trece historias entre otras muchas (no todo lo que se dice en ellas es verdad, aunque en buena parte sí), la mayoría ambientadas en los años treinta y cuarenta del pasado siglo, los años de infancia de mi madre, esa edad en la que todo parece envuelto por una capa de íntima cercanía, como si el mundo nos hablara al oído con  una voz secreta y familiar. Se dice que debemos preservar nuestro pasado, saber de dónde venimos, y confiar en que el acto de recordar sirva de algo.  Así, asomarse al pasado es una forma de no dar nada por perdido: recuperar lo que de algún modo está a punto de ser sepultado. Al  recrear unas simples anécdotas que se desdibujan en la mente de otro e intentar salvarlas del olvido, realizamos un ejercicio que tiene algo de reanimación, de operación mágica, como si quisiéramos salvar la memoria de quien la pierde. Un intento de prestar nuestra voz a quien se está quedando sin ella. 

Al escribirlos tuve presente, no como modelo, sino más bien como forma de inspiración, el libro de una amiga, al menos mantuvimos una complicidad divertida y provechosa durante un tiempo, aunque acabamos perdiendo el contacto: Pilar Cibreiro, autora del libro de relatos ‘El cinturón traído de Cuba’, publicado por Alfaguara el año 1985. En su contraportada se nos dice: «Pilar Cibreiro narra en este libro la excepcional biografía de una de tantas pequeñas aldeas de Galicia. La autora explora sus recuerdos y las breves semblanzas de quienes rodearon sus años infantiles con una curiosidad tan intensa como delicada, repasando una y otra vez historias como las de Santalla el escapado, o la del extraño suicidio de Morgadelle; atendiendo a las distintas noticias de un mismo acontecimiento que corren de boca en boca, a su propia memoria de estos tiempos y a lo que de ellos queda en rostros ya arrugados, silenciosos o curtidos por la voluntad de seguir viviendo».  Me contó Pilar una tarde, lo que dio lugar a este hermoso libro. Había acudido a entrevistarse con una terapeuta y después de la cita, una vez en casa, se puso a escribir. Los recuerdos fluyeron ininterrumpidamente, durante días, hasta tener terminado el libro. Entonces se sintió liberada y renovada. Un ejemplo de identificación positiva con su terapeuta, aunque en un primer momento la vio toda negra. El color negro, que en la alquimia representa la etapa inicial y germinal. Así Blavatsky indica que Noé, desde el arca, puso en libertad un cuervo negro, antes de la paloma blanca. La liberación puede llegar bajo diversas formas. También el olvido pudiera ser una de ellas.

Olvido que es un antónimo, lo opuesto al recuerdo, al que la RAE define como «memoria que se hace o aviso que se da de algo pasado o de que ya se habló». Son sinónimos, con un valor semejante, las palabras memoria, reminiscencia, evocación, rememoración y recordación.  Cualquiera de ellas se ajusta a lo que he hecho con estos trece relatos. Memoria de un tiempo pasado. Reminiscencia de impresiones y sensaciones que se recuperan. Evocación de personas que ya no están. Rememoración de espacios familiares. Recordación, una palabra nueva para mí, de la que el diccionario de María Moliner ofrece dos ejemplos: ‘Aquel alcalde de feliz recordación’ y ‘Los sucesos de triste recordación’. Pues sí, los personajes de estos relatos han sido de «feliz recordación», como algunos de los hechos narrados son de «triste recordación». Tristeza y felicidad, una constante en la literatura. Pienso en el ánimo melancólico de Andrés Hurtado, el protagonista de ‘El árbol de la ciencia’, que estoy releyendo, o en la euforia de Calisto cuando la Celestina le comunica que «Melibea se llama tuya». Dos caras de una misma moneda: ofrecer una realidad alternativa llamada ficción de la que el recuerdo es en ocasiones la materia sobre la que se trabaja. Una materia a la que en este caso he querido dar una forma regular,  de seiscientas sesenta y seis palabras cada relato, las mismas que las de los artículos de ‘Cercanos’, colaboración publicada este año por La Nueva Crónica de enero a mayo. Trece cubos de Rubik, pues estos relatos son como rompecabezas, alineados sobre una playa imaginaria para intentar fijar lo que el olvido se empeña en borrar.   

Hasta ahora los relatos que he publicado en este periódico han ido acompañados de fotografías. Pero en esta ocasión propuse a mi prima Ana Carrera que los ilustrara. Nadie mejor que ella para buscar la imagen adecuada a unas vivencias que le son familiares  y comunes, y a las que los dos nos asomamos en su día con parecida mirada. Mi prima vivió una larga temporada, más de cuarenta años, en Cataluña. La afición a la pintura y el dibujo le surgió en León, en la adolescencia,  pero una vez en Barcelona se lo tomó más en serio. Empezó a frecuentar la academia del pintor Manuel Sánchez Almendros. Allí, su afición alcanzó el grado de vocación, que alternaba con su trabajo. Ha realizado varias exposiciones colectivas en León. Hace años en la sala Torreblanca del Nuevo Recreo Industrial o en el Café Cristal, y el pasado año en la galería Alemi en el mes de agosto, bajo el lema ‘León me inspira’, de la que Vicente García hizo una reseña en la sección de Culturas de La Nueva Crónica, en la que destacaba la «buena factura y composición» de sus dos cuadros. La misma buena factura y composición del bodegón que me regaló a su vuelta de Barcelona y que tengo colgado en mi cuarto, a mi espalda, mientras escribo, y al costado derecho de la cama, cuando duermo. Solo tengo que abrir los ojos o volverme para ver, como ahora, esa naturaleza muerta de una jarra y una sopera medio volcada de la que han escapado cuatro  manzanas, que descansan sobre un paño rayado, mientras que dos permanecen en su interior; elementos compositivos que como los personajes, los cielos y paisajes de la ilustraciones de los relatos de ‘Recuerdos’ invitan  a dedicarles algo más que una mirada superficial. Sin duda deberemos tener en cuenta a  alguien que se inicia así de bien en el mundo de la ilustración.

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