«Quizá cierre por derribo el último corrillo que se esquina en el roto de la tarde; y quién sabe si en las casas sin gentes, heridas de silencio, llegue a fermentar el olvido. Pero no..., todavía no». Las anteriores lineas son uno de los relatos del nuevo libro disco de Romanza y mimbre: Folk de filandón titulado ‘Contar y cantar, el secreto de la tradición’, que este jueves se presenta (a las 21 horas) en el Claustro de San Francisco de León.
Es uno de los relatos del libro disco pero es, a su vez, una declaración de intenciones del trabajo de estos cinco parameses, empeñados en que en su tierra, en sus pueblos, no llegue a fermentar el olvido.
Eran cinco artistas que trabajaban por la cultura en diversos ámbitos en sus pueblos (Valcabado, Pobladura de Pelayo García, Laguna Dalga) y un día decidieron unir sus fuerzas. Lola Quintanilla (voz, guitarra española y percusiones); Roberto Carro (voz y guitarra española); Alberto Lozano Verdejo (relatos de tradición oral) y Mercedes Álvarez y David Fernández (teatralización del filandón). Había nacido Romanza y mimbre, llegó después un primer libro disco... «no diríamos que fue un best seller pero tuvo muy buena acogida, especialmente en los lugares donde realizamos los filandones. Es muy gratificante cuando personas de nuestra edad nos cuentan cómo sus padres se emocionan escuchando los audios o releyendo los texto, mucho más gratificante que el número de ejemplares vendidos. Como explica Roberto Carro nos reporta rentabilidad emocional, algo que no es fácil de adquirir por medios materiales».
De aquel primer libro fueron recogiendo sensaciones que eran la mejor definición del trabajo. «Nos decían que era un trabajo que les evoca texturas y aromas de antaño: que huele a pupitre de escuela, a cartera de cuero y a catón. A bisbiseo de rosario y a óleos de defunción. A negrura de preganza, a borboteo de patatas en el pote, a castaño y a encina, a oveja y a pastor. A columna de humo sobrevolando los tejados de invierno, a tapial y adobe, a pana a barro y a deserción… A tarde de tormenta, a tierra mojada, a pecado y a perdón. A todo eso».
Y la acogida, los filandones, los aromas, condujeron sin solución a repetir experiencia, a este segundo libro disco que ya está en la calle y hoy se presenta. Nuevas canciones, nuevos relatos, nuevas historias y colaboraciones. ‘Contar y cantar’, ya lo dice el título: «Es una propuesta muy integral desde el punto de vista escénico. Hacerlo de esta manera facilita mucho el enganche emocional. El filandón teatralizado junto con la rememoración de los relatos de tradición oral y los cantos que intercalamos, convergen en un todo común que tiene como hilo conductor el devocionario por la palabra y el encuentro; señas de identidad de los filandones viejos, ahora reinterpretados a la manera que entendemos cala mejor un público que sintoniza a la perfección con lo que queremos preservar: el compromiso de apuntalar aquella cultura donde era imprescindible el trasiego de conversaciones y saberes y poner en valor lo que nos ha unido desde hace mucho tiempo: hablar, cantar, reír, llorar..., las acciones que mejor describen la condición humana».
Las actuaciones en directo, como la de hoy en León, está basada en el libro disco pero con la cercanía del directo y la respuesta en vivo del público. «Muchas veces el público sigue nuestras actuaciones en total silencio, con un respeto y gesto tan reverencial que a veces nos plantea dudas. Podríamos decir que esa primera sensación nos hace sentir un tanto desangelados en el escenario, como si nos faltase enganche con la audiencia. Pero nada de eso. Son esos días, al terminar la función, cuando recibimos los mayores elogios, cuando comprendemos que es la emoción de los recuerdos».
Las armas con las que llegan al público la voz poderosa de Lola, acompañada por la guitarra de Roberto, que cautiva al público desde la primera nota. Los relatos propician que muchas personas se emocionen con las heroicidades anónimas de nuestros antepasados, hasta el punto que rueda más de una lágrima, mientras otros se desternillan con la parte más humorística. «Normalmente la mayoría coinciden en lo acertado de la variedad y mezcla del espectáculo».
Y pueden presumir de haber comprobado que «no hemos visto a nadie abandonar el filandón que no fuese por fuerza mayor, como un frío intenso (que lo hemos padecido), o porque se les hacía tarde porque alguien les esperaba». Y también de tener un grupo de fans «que nos habrán visto unas…. veinte veces, no hay manera de convencerles de que no hace falta que vengan a todos los lugares donde actuamos, que se van a aburrir, pero dicen que siempre ocurre algo nuevo…. Nuestra cantante Lola Quintanilla reconoce que a ella le pasó algo parecido con Mecano, ¡pero Mecano eran palabras mayores! ¡¡¡Y no llegué a verlos veinte veces!!!».
Los cinco integrantes del grupo son del Páramo y defensores de la comarca y su cultura, que llevan a sus espectáculos y publicaciones.
- ¿Tenéis la sensación de que se ha reivindicado menos la vida y la cultura paramesa que, por ejemplo, la de la montaña?
- La montaña de León siempre ha sido más cuidadosa de la cultura que estas tierras sureñas. Puede que las condiciones de vida, todas ellas duras sin duda, pero quizás más miserables en estas tierras, así lo decidieron. La gente de la montaña aún mantiene sus raíces y de ellas se alimenta. De ahí que conserven folklore y tradiciones como también su casa o su pradera.
- También hay en los últimos tiempos movimientos de defensa de la cultura y formas de vida del Páramo.
- Afortunadamente así es. En los últimos veinte años, infinidad de mentes inquietas han resurgido en el Páramo. Se han publicado más libros que en toda nuestra historia; se hacen semanas culturales en verano; hay varios grupos de teatro; se han recreado bodas y rondas paramesas… Resucitar las tradiciones que estaban cuasi ocultas u olvidadas —como los bailes tradicionales, las vestimentas derivadas de las labores del campo o de las celebraciones festivas, los pendones y pendonetas izándose al cielo para amenizar romerías y así volver a unir a los pueblos, a lo que se suma alguna que otra hacendera— es algo así como volver a un territorio noble, donde la vida transcurre de manera serena, en perfecta comunión con la tierra y los valores de siempre.
- ¿Era muy necesaria esa reivindicación, ese despertar?
- Por supuesto. El Páramo siempre ha sido árido, receloso, con poco arraigo a las tradiciones porque, como bien escribió José Antonio Martínez Reñones en el prólogo del anterior libro, el Páramo ha necesitado cambiar su piel como mudan de camisa las culebras. La savia nueva tuvo que irse lejos y los que quedaron, se fueron muriendo. Cuando empezó a correr el agua por sus campos, no hubo tiempo para la nostalgia y se agarraron al progreso pretendiendo olvidar de dónde venían. A punto estuvieron de conseguirlo. Al amor de ese progreso llegaron a nuestros pueblos gentes de toda la provincia, también de la montaña. Puede que fuese el motivo de nuestro desarraigo a las tradiciones, la mezcolanza de gentes y el deseo de modernidad.