Las propiedades del agua

Por José Javier Carrasco

20/03/2024
 Actualizado a 20/03/2024
Ilustración que recrea el asesinato de Cánovas del Castillo.
Ilustración que recrea el asesinato de Cánovas del Castillo.

La ilustración que aparece en la voluminosa “Crónica de España”, publicada por Plaza y Janés, representa en la página 762 a un hombre apuntando con un arma a alguien que lee un periódico sentado en un banco, encabezada por la siguiente frase contundente: «El anarquismo se venga de Cánovas del Castillo». Quedan así definidos los personajes del presumible drama, el anarquista italiano Michele Angiolillo y el presidente del gobierno Antonio Cánovas del Castillo, ambos en el balneario de Santa Águeda de la localidad guipuzcoana de Mondragón. Uno descansando de sus tareas de gobierno y el otro vengando a los anarquistas ajusticiados por el atentado en la calle Cambios Nuevos de Barcelona. La fecha para la historia, un 8 de agosto de 1897. El balneario de Santa Águeda se inauguró en 1827. El edificio respondía al tipo de pabellón característico de la tradición francesa y centroeuropea para las edificaciones destinadas a usos sanitarios. Entre 1873-1875 fue hospital en la Guerra Carlista. El asesinato de Cánovas obligó a sus propietarios a venderlo. Su reapertura en 1898 como centro psiquiátrico, con algo más de un centenar de enfermos, fue gestionada por los hospitalarios de la Orden de San Juan de Dios y las Hermanas del Sagrado Corazón. Actualmente continúa cumpliendo el mismo cometido, bajo idéntica dirección, en concierto con Osakidetza, el Servicio Vasco de Salud. 


El primer capítulo de la historia de los balnearios en nuestro país pasaría por la existencia de las termas romanas. Posteriormente la influencia árabe y judía favoreció los baños públicos en las ciudades medievales. La peste que asoló intermitentemente a Europa traerá aparejado el rechazo al baño en lugares públicos. Con la Reforma esa tendencia se afianzará. No será hasta el siglo XVII cuando florezca entre la nobleza un cierto interés por las aguas medicinales y sus poderes curativos. De esta época datan las primeras descripciones de algunos sencillos establecimientos acondicionados para la toma de baños medicinales. En el siglo XVIII aparecen las primeras edificaciones de balnearios con características propias. A finales del siglo XIX y principios del XX surge una nueva clientela, no necesariamente enferma, atraída por las instalaciones incorporadas a los antiguos balnearios: casinos, quioscos, teatros o salones de baile. En los años de la guerra civil muchos de esos establecimientos se transforman en Hospitales de Sangre, en cuarteles, albergues de refugiados o prisiones. Durante la posguerra en centros de salud (en realidad hospitales antituberculosos), seminarios o residencias de órdenes religiosas. Los años 60 son los del inicio de una tímida recuperación. Actualmente, los programas para mayores y jubilados del IMSERSO concertados con los balnearios que perviven ayudan a mantener a algunos de esos negocios. Otros, sencillamente, han acabado desapareciendo.


La Biblioteca Digital de Castilla y León recoge un curioso documento de cuatro páginas de un prospecto publicitario, presumiblemente plegable, del balneario de San Adrián de Losilla (León), correspondiente a la temporada oficial del primero de julio al 30 de septiembre (no consta año pero los más perspicaces podrán deducirlo, aproximadamente, gracias al modelo de los vehículos que acompañan a un dibujo del balneario en la tercera página). La primera página del documento incluye otra ilustración que representa unas casas en medio de un paisaje con varios álamos machadianos y las montañas como fondo. A la página dos acompaña una fotografía de un pasillo con los típicos baldosines blancos y una puerta al fondo que probablemente comunicaría con los baños, indicados, como sus aguas medicinales, para toda clase de reumatismos, afecciones respiratorias y digestivas. En la página tres, el referido dibujo del establecimiento, que disponía de habitaciones amplias y confortables con agua corriente, cocina de primer orden, capilla, correo y un amplio parque. El balneario estaba bien situado (el edificio aún existe), a solo un kilómetro de la estación de Losilla, en la vía férrea Bilbao-León, y comunicado por carretera con Boñar. En la última página un pintoresco mapa, que se extiende hasta mostrar el mar Cantábrico, señala la localización de Losilla. Memoria digital, memoria virtual en la que apenas cuesta sumergirse. 
 

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