Tato —siempre secundado por su mujer Marta y sus hijas Julia y Manuel— es uno de esos tipos que trasmite buen rollo, optimismo. Lo que por estas tierras llaman buena gente. Es, además, un enamorado del concepto de barrio como unidad de convivencia, viendo la ciudad como una suma de barrios.
Tato es, a su vez, el dueño de un bar singular, Ferecor El Bar, en el barrio de San Esteban, al final de Padre Isla. Un espacio en el que mezcla el gusto por las buenas tapas y la buena comida con la cercanía con el vecindario y actividades culturales de todo tipo: conciertos, exposiciones, filandones o lo que se tercie.
Y, como a todos, le ha pillado por medio esta situación que a él no le gusta nombrar. «No quiero volver a decir coronavirus, esto lo vamos a pasar y que sea un recuerdo y a seguir viviendo». Y eso que reconoce Tato que le llegó la crisis en mal momento. «Habíamos tenido que cambiar de local y la cosa empezaba a marchar bastante bien, pero también creo que hemos puestos los cimientos de una buena idea y vamos a salir adelante, estamos muy metidos en la vida del barrio».
La vida del barrio, su idea central. «Los barrios pueden tener vida. Mira, en Ferecor somos seis trabajadores, los talleres de al lado son otros cuantos, las tiendas de barrio... que hay vida. Y con ese panorama en Ferecor lo que queremos ser es unos vecinos más. Y, a poder ser, buenos vecinos».
En ese ser «buenos vecinos» es donde entra la iniciativa que están poniendo en marcha en la actualidad, coordinados con la asociación de vecinos, la parroquia... «Queremos llevarle comida a la gente necesitada, gente que en la asociación o la parroquia saben que existe y que no tienen acceso a otros cauces solidarios, o bien porque no se pueden mover, o bien porque les da vergüenza que se les vea públicamente o, incluso, enfermos de cualquier tipo. Queremos llegar a ellos, con buena comida y sin ningún tipo de publicidad; simplemente colaborando, siendo barrio».
Otra iniciativa que han puesto en marcha es «el aperitivo», durante todos los sábados del confinamiento y que llega a su final precisamente esta semana. «Es una idea muy simple, les pedíamos a quienes quisieran participar que con el logo del Ferecor, que es muy sencillo, participaran a la una de la tarde en un aperitivo, que nosotros les servíamos o pasaban a recogerlo, y después nos enviaban la foto o el dibujo. Con todos ellos, que han sido muchos, vamos a hacer un gran mural que colocaremos en una de las paredes exteriores, como recuerdo artístico, pero, como decía antes, sin ningún ánimo de recrearse en esta mala etapa, más bien todo lo contrario. Que quede una imagen positiva, entretenida, de lo que hemos logrado superar», explica Tato.
Los clientes de Ferecor se van a encontrar con otra novedad cuando el local abra sus puertas nuevamente. Se llama El rincón de Tere y allí, debajo de su logo, se celebrarán todas las actividades culturales, tan habituales en este bar. Para Tato y su familia resulta un rincón cargado de emotividad. «Tere era mi madre, y tuvo la mala suerte de fallecer en estos días tan tristes, por lo que se fue casi en completo silencio, sólo pudimos acudir a acompañarla sus cinco hijo, y casi como un favor. Fue muy triste, por eso queremos que su recuerdo permanezca precisamente en ese rincón de cultura, entretenimiento y diversión».
Al margen de ello también ha puesto en marcha iniciativas como servir comidas, y bebidas, a domicilio, preparar la terraza para cuando se pueda utilizar, pensar en nuevas tapas, comidas, iniciativas...
Porque la cabeza de Tato raramente se detiene y, además, tiene la excelente costumbre de escuchar a todos los que llegan con alguna idea.
"Queremos ser como un buen vecino"
Tato el del Ferecor no ha podido estarse quieto en esta cuarentena y puso en marcha diversas iniciativas, una de ellas llevar comida "a la gente que lo necesite y no pueda ir a otro sitio"
22/05/2020
Actualizado a
22/05/2020
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