Quien ríe el último ríe peor

Pedro Ludena comenta la película de Francis Todd Phillips 'Joker: Folie à Deux'

11/10/2024
 Actualizado a 11/10/2024
Lady Gaga y Joaquin Phoenix en una imagen de ‘Joker: Folie à Deux’. | L.N.C.
Lady Gaga y Joaquin Phoenix en una imagen de ‘Joker: Folie à Deux’. | L.N.C.

‘Joker: Folie à Deux’
Director: Todd Phillips
Intérpretes: Joaquin Phoenix, Lady Gaga, Brendan Gleeson, Harry Lawtey
Género: Musical/Thriller
Duración: 138 minutos

La secuela de ‘Joker’, descontenta con el clamor popular que generó aquella, con numerosos espectadores convirtiendo a un criminal desquiciado en su héroe personal, decide destruir a golpe de mazo de juez el personaje y la taquilla, para descontento de todos, todo esto mientras canta.

‘Joker: Folie à Deux’ nos sitúa dos años después de los acontecimientos de la primera película, con un Arthur Fleck encerrado en el manicomio de Arkham mientras tiene lugar el juicio por sus crímenes. Allí conocerá a Lee, otra paciente que se enamora locamente de él gracias a su reputación como Joker, una que le anima a mantener mientras que él se debate entre sus dos facetas. 

En 2019 Todd Phillips, conocido por dirigir comedias como ‘Resacón en Las Vegas’, sorprendió a propios y a extraños con una revisita al Joker, personaje que hacía años ya había trascendido de las páginas de los cómics de Batman para convertirse en todo un icono de la cultura popular, con una película homónima que fue un éxito sin parangón. ‘Joker’ ganó el León de Oro del Festival de Venecia y sirvió a su protagonista, Joaquin Phoenix, el Oscar a mejor actor en bandeja de plata aquel año; además de cosechar una taquilla superior a los mil millones de dólares, superando el récord de recaudación de un filme para mayores de dieciocho años. Porque efectivamente, ‘Joker’ era una cinta adulta, violenta, crítica y con una oscuridad impropia de las obras basadas en cómics de superhéroes. La crítica la aplaudió pero fueron los fanáticos los que la convirtieron en un fenómeno, con infinidad de personas viendo en el Joker un ídolo de masas que se tomaba la justicia por su mano, lo que llevó no solo a que las ventas de máscaras de payaso se disparasen en los bazares de todo el mundo, sino que incluso llegó a instigar altercados con la policía en ciertos cines de Estados Unidos. Fruto o no de una ingeniosa estrategia de marketing, todo este revuelo solo reportó más fama a la película, capitalizando en su mala publicidad, que al fin y al cabo sigue siendo publicidad; pero aumentó la animadversión de otros tantos espectadores que ya molestos con la evidente similitud entre la cinta de Phillips y varios títulos de Martin Scorsese, como son ‘Taxi Driver’ y ‘El Rey de la Comedia’, despreciaron categóricamente la obra debido a este fanatismo colectivo e injustificado. Al parecer, el propio director se encontraba entre estos últimos y se ha propuesto denostar el símbolo que el mismo erigió con esta segunda entrega.

‘Joker: Folie à Deux’ se siente como un reflejo retorcido de su predecesora, a la que echa la vista atrás constantemente como si de un espejo se tratara, como una consecuencia agria y disgustada de la exaltación criminal de la primera. Desde su estreno, tanto el director como el protagonista de ‘Joker’ negaron que fuera a haber una continuación, habían hecho una historia autoconclusiva y no había más que hablar. Pero un buen cheque te puede hacer incluso cantar, y eso es exactamente lo que han hecho con esta secuela musical. Sin embargo, este giro melódico de ‘Joker 2’ no se siente en ningún momento orgánico en la historia, y más que un añadido de valor artístico y autoral a la película, se siente como un antojo innecesario de distanciarse aún más de aquella primera, que no suma espectacularidad ni emoción al conjunto, cuando son estas las principales razones de ser de un musical.

 

Cierto es que todo aquel que confundiera al villano más colorido de Gotham con un ejemplo a seguir tiene un problema digno de estudio, como el que trata de realizar Todd Phillips en esta nueva obra, poniendo en negro sobre blanco la austeridad y el calvario que resultan de la violencia y su exaltación, quitándole toda la pompa que pudieran parecer conllevar. Gran parte de la trama se da a lo largo del juicio de Arthur Fleck, al que entra vitoreado por sus fans, los mismos que salen decepcionados cuando lo ven como la pobre oveja descarriada que es, igual que los mismos espectadores al salir del cine. Es de admirar la valentía del director que castiga a su propia obra cuando esta se malinterpreta, pero la última en padecer ese desquite es la audiencia, y la pobre recepción que está teniendo la película da buena cuenta de ello. En su corte de raíz con todo lo que representa el Joker y con la convencionalidad del cine de personajes basados en cómics, Phillips pretende hacer algo tan alejado de estos que se le olvida hacerlo medianamente entretenido y apuesta por la simpleza de una cinta judicial, pero prescindiendo de grandes monólogos, giros imprevistos, testimonios impactantes y de cualquier otro elemento emocionante característico del género. 

Asimismo, tanto dicho juico como la historia en general no para de dar vueltas sobre si el Joker y Arthur son dos personalidades diferentes, siendo el primero una suerte de Mr. Hyde que da rienda suelta a las pulsiones del inocente Doctor Jekyll, una línea argumental sacada de la manga por los mismos responsables de mostrar en la primera ‘Joker’ la metamorfosis de un hombre apaleado por la sociedad en un psicópata engrandecido y sin remordimientos, un producto de la marginación social y de los trastornos mentales, culpable a ojos de cualquiera que haya visto ese prim0er filme. En aras de cambiar la percepción de su personaje principal, el guion pasa por alto que no deja de tratar con el Joker, una idea que va mucho más allá de esta bilogía, un agente del caos irredimible que irremediablemente va a llamar la atención de todo el mundo, hasta el punto de que más de algún ignorante erre su significado y acabe idolatrando a un criminal confeso, como ya ha pasado con Tony Soprano, Walter White o el mismísimo Pablo Escobar. Es un hecho, los villanos gustan, tienen esa gracia, esa malicia, de nadar a contracorriente de lo establecido y eso siempre es atractivo. Pero si le quitas a la principal atracción de tu película toda su gracia, te queda algo tan aburrido y desaborido como ‘Joker: Folie à Deux’.

La adición de Lady Gaga en su papel de Lee, más conocida por el sobrenombre de Harley Quinn, representa todo lo bueno de ser malo, todo el color y la pasión lo pone ella en el aciago mundo de Arthur Fleck. No es casualidad que los mejores momentos de toda la cinta sean aquellos coprotagonizados por ella, ni que no aparezca tanto como a uno le gustaría, porque ‘Joker 2’ trata de mostrarnos las cosas tal y como son, o mejor dicho como deberían ser, pero cuando uno va a ver una película de un payaso asesino, no espera un sermón redentor, sino violencia, locura y desenfreno, no para emularlos en su tiempo libre, sino para disfrutar de estas anomalías que solo tienen cabida en el cine y distraerse así de la monotonía del mundo real, casi tan anodino como este estreno.

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