Del Quijote de Cervantes a la abeja de Urbano González y Diana Emperador

El Centro de Día León II celebró este martes la jornada de clausura del taller ‘El Quijote para mayores’ impartido por Eduardo Aguirre durante una sesión que también sirvió para presentar el cuento 'La abeja que enfermó de ELA'

11/02/2025
 Actualizado a 11/02/2025
Un instante de la jornada celebrada este martes en el Centro de Día León II, con Urbano González como uno de los protagonistas. | MAURICIO PEÑA
Un instante de la jornada celebrada este martes en el Centro de Día León II, con Urbano González como uno de los protagonistas. | MAURICIO PEÑA

Un salón repleto. Personas, libreta y bolígrafo en mano, repasaban los apuntes de varios meses de encuentros en torno a la obra por excelencia de la literatura universal. Y es que varias han sido las semanas en las que el Centro de Día León II se ha convertido en escenario para el taller de lectura ‘El Quijote para mayores’.

Este año, 77 leoneses han podido disfrutar de la iniciativa, que ya cumple cinco ediciones de la mano del periodista, escritor y cervantista Eduardo Aguirre. «Es un taller dividido en dos partes», relató el responsable: «Primero explicamos el Quijote de 1605 y después el de 1615». Y es que la pieza literaria predilecta de Miguel de Cervantes es, en palabras de Aguirre, «una obra en la que es muy fácil rendirse en las primeras páginas» y, «al pasarlas, un libro divertidísimo y lleno de mensajes enriquecedores». Es precisamente en eso en lo que Aguirre procura centrarse. 

Y los asistentes lo reciben de igual manera. Todos ellos ansiosos en cada sesión por escuchar cada una de las palabras de boca del cervantista para, después, seguir leyendo y disfrutando este clásico en su intimidad. A pesar de dar cierre en esta edición al quinto año consecutivo de la iniciativa –desarollada por la Junta de Castilla y León en colaboración con la Universidad de la Experiencia–, parece que del ‘Don Quixote de la Mancha’ siempre hay algo nuevo que contar. «Trato de darle en cada sesión un enfoque distinto», revela Aguirre: «En esta edición, he tratado de darle mayor importancia si cabe a los personajes femeninos; explicar las historias de amor paralelas desde el punto de vista de la mujer y de la concepción de la mujer en aquella época».


María Ángeles, Rosa María y Paco

Lejos de caer en la repetición, el taller del periodista no genera más que grandes expectativas. Prueba de ello fueron las pocas sillas libres en la entrega de diplomas de este martes. También, la reacción de una mayoría de participantes notablemente entusiasmados con el maestro de ceremonias. Algunos de ellos, novatos en la actividad; otros, repetidores por gusto y por decisión. 

Rosa María acudió este martes por primera vez a una última sesión. «Nos hablaban del Quijote en el colegio y tenía una idea tan distinta... Eduardo me ha metido en él de tal manera que hasta tengo cosas subrayadas», explicaba. A su lado, María Ángeles, hablaba en calidad de veterana. «Yo siempre lo intentaba por activa y por pasiva y es que no pasaba de capítulo porque no lo entendía», confesaba, deseosa por recoger su título: «Sin embargo, con él (Eduardo), ya puedo decir que me encanta». Apenadas por el cierre de esta edición, las dos presentaban claros sus planes venideros y sonaron al unísono: «El año que viene nos volvemos a apuntar».

Ambas se apuntaron  en el propio centro, mientras que otros, como Paco –también repetidor–, se sumó por segunda vez a la actividad a través de la Universidad de la Experiencia. «Las clases suelen ser de una hora y se hacen cortas, siempre se queda uno con ganas de más», contaba el participante, calculando que «casi la mitad de asistentes» han formado parte del taller por medio del programa PIEx de la Universidad de León. 


La abeja que enfermó de ELA

La jornada de este martes sirvió también, para la puesta de largo de una obra a cuyo relato Aguirre sacó ciertos paralelismos con el de Cervantes. «Hemos invitado a Urbano González para que presente su libro porque representa valores tan cervantinos como la lucha», anunció: «Cuando ya no se podía esperar nada de Cervantes, publicó una obra maestra universal del humor... Tenía 58 años, pero, según se dice en una nota a pie de página de la edición de la Real Academia, la expectativa estaba entre los 20 y los 30; Cervantes ya era un señor de quien, se podría decir, parecía que la muerte se había olvidado». 

A su analogía se sumó la de la autora de ‘La abeja que enfermó de ELA’, Diana Emperador, que recitó: «Así como el Quijote luchó contra molinos de viento, la abeja que representa a Urbano se enfrenta a diario a los fuertes vientos con los que sopla la ELA». Lo demás fueron fuertes aplausos.

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