El Quijote más internacional se baila en París

La coreana Sae Eun Park protagoniza la versión que el ruso Nureyev creó para la compañía francesa, con el estadounidense Gavriel Heine a la batuta. Este martes Cines Van Gogh lo retransmite en directo

Javier Heras
02/04/2024
 Actualizado a 02/04/2024
Una escena del ‘Don Quijote’ de Rudolf Nureyev. | L.N.C.
Una escena del ‘Don Quijote’ de Rudolf Nureyev. | L.N.C.

Parece mentira que ‘Don Quijote’, hoy uno de los pilares del repertorio clásico, tardase casi un siglo en traspasar las fronteras. Estrenado en 1869 en el Bolshói de Moscú, sobrevivió a la Revolución rusa y al periodo soviético, pero no fue hasta 1966, en Viena, cuando alcanzó la fama internacional. Lo hizo gracias a Rudolf Nureyev. El mítico bailarín siberiano (1938-1993) lo convirtió en uno de los títulos de cabecera de su nueva vida en la Europa occidental, después de desertar de la URSS. Su coreografía partió de la original del maestro Marius Petipa (‘La bella durmiente’, ‘La Bayadera’). Se trata de un ballet narrativo sobre la novela de Cervantes: en concreto del episodio sobre las ‘Bodas de Camacho’, en las que el caballero de la triste figura y su escudero Sancho Panza intervienen para que la labradora Quiteria (aquí Kitri) pueda reunirse con su amado, el barbero Basilio, pese a las reticencias de su padre, que la ha prometido con un rico noble.

El mítico bailarín siberiano (1938-1993) había encarnado a Basilio por primera vez en el Kirov en 1960. El papel se alejaba drásticamente de los roles de príncipes románticos. Para su versión, encargó los arreglos musicales a John Lanchberry, a partir de la partitura original del austriaco Ludwig Minkus (1826-1917). Una música ligera, vistosa y tierna, de piezas breves y pegadizas, llenas de sabor mediterráneo (con instrumentos como las castañuelas, y guiños al flamenco o al fandango). Nureyev revisó la obra en 1970 en Australia y un año más tarde en Marsella. El ballet dio pie a una película de 1972, con el propio coreógrafo tras la cámara, y en 1981 entró en el repertorio de la compañía de París. De ahí no se ha movido en cuatro décadas.

Este martes, Cines Van Gogh retransmite en directo desde la capital francesa esta producción. Como protagonista, Sae Eun Park (1989), primera bailarina de Corea del Sur en formar parte del elenco de París, al que se incorporó en 2011. Ya en 2021, se convierte en la primera asiática que asciende a ‘étoile’ en los 352 años de historia de esta institución, el ballet más antiguo del mundo (de sus 154 miembros, solo 25 son extranjeros). Alabada desde la adolescencia por su precisión técnica, se arriesgó a dejar Corea –donde era solista en la compañía nacional– por un año en las quadrilles, el escalafón más bajo de la jerarquía. Poco a poco fue promocionando gracias a su disciplina, su serenidad y su profundidad emocional. Entre sus galardones, el Grand Prix de Lausana, la Medalla de Oro de Varna y, en 2018, el Benois de la Danse por ‘Jewels’, de Balanchine. Junto a ella estará el joven francés Paul Marque (1997), que desde los diez años se formó en la escuela de ballet de la Ópera parisina.

OPERITA

A la batuta, un verdadero experto en el género: el estadounidense Gavriel Heine, primer estadounidense graduado en el conservatorio de Moscú, donde se formó como violonchelista. De las tres décadas que permaneció en Rusia, durante la mitad de ellas fue mano derecha del prestigioso Valery Gergiev. En 2009 el Mariinsky lo nombró director residente, y él se especializó en el ballet ruso en más de 850 funciones en los escenarios más importantes del mundo. Hasta que, en abril de 2022, dimitió de su puesto como gesto de oposición a la guerra de Ucrania.

Desde su estreno, el ‘Quijote’ de Nureyev se mantiene intacto en su coreografía, aunque no en la puesta en escena: en 2002 una nueva producción sustituyó el vestuario original –del mítico Nicholas Georgiadis– por uno nuevo de Alexander Beliaev y Elena Rivkina inspirado en cuadros de Francisco de Goya. En su versión, el ruso respetó las grandes páginas clásicas de Petipa, que había consolidado aquí su estilo académico. El legendario colaborador de Chaikovski combinaba la narración de una historia completa con el despliegue de virtuosismo físico: solos de bravura, pas de deux llenos de piruetas, pasos rápidos, giros y saltos.

El argumento se desarrolla en la primera mitad, mientras que la segunda se concentra en la pura danza, con variaciones y 'divertissements'. Destacan los conjuntos, especialmente femeninos, como la escena blanca en la que las bailarinas, en puntas y vestidas con tutús blancos románticos, se mueven sincronizadas como una sola, en líneas diagonales. Recuerda al acto fantasmagórico de Giselle, y más tarde Petipa lo reproduciría en ‘El lago de los cisnes’.

Por su parte, Nureyev mantuvo el esquema general de la obra, pero potenció la dimensión humorística del protagonista y de la historia, con guiños a la Commedia dell’arte italiana. Buscó no solo un tono más desenfadado, sino más ritmo, alegría, vida y color. También desarrolló el prólogo, que presenta el mundo de fantasía del hidalgo. Entre los pasos más modernos, introdujo efectos del music-hall, como unos paraguas que se abren y cierran.

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