Ruta inclusiva por Las Médulas

Un recorrido accesible por las huellas de la minería del oro romana que aún son visibles en un paisaje poblado de castañas

Vicente García y Marce Fernández
19/01/2024
 Actualizado a 19/01/2024
Subida hacia la Cuevona. | MARCE FERNÁNDEZ
Subida hacia la Cuevona. | MARCE FERNÁNDEZ

No cabe duda que Las Médulas y su entorno constituyen para el senderista uno de los más misteriosos paisajes que se pueden encontrar en nuestra provincia, lo que sin duda es debido a que nos encontramos no ante un paisaje natural y sí ante uno hecho por una obra humana y modelado por la naturaleza desde que cesó su actividad. Se trata de la mayor mina de oro a cielo abierto del imperio romano, explotada hasta el siglo III y desde entonces recolonizada por el entorno natural del que forma parte.

Siempre es necesario hacer un repaso interpretativo previo, sobre el paisaje que se va a recorrer, ante las personas que no han venido nunca a Las Médulas, pero también dirigido a los que han venido con anterioridad, de manera que aumente su percepción sobre el entorno para un disfrute más enriquecedor del recorrido que se llevará a cabo a través de la red de senderos que poseen estos singulares paisajes, que ostentan el nombramiento de Patrimonio de la Humanidad y de Monumento Natural, desde 1997 y 2002 respectivamente.

Los picachos, agujas y farallones están compuestos de un conglomerado de cantos rodados y arenas arcillosas, que les confieren ese color anaranjado tan característico y que varía en tonos y luminosidad dependiendo del día y de la hora en la que se observen. Formaciones que emergen para apuntar desafiantes al cielo, despuntando majestuosamente entre la frondosidad que constituyen los bosques de encinas, robles, carrascas, cerezos o madroños que los entrelazan.

Esas afiladas prominencias anaranjadas son parte de los extensos montes que quedaron sin demoler y procesar por los romanos, que para ello hacían confluir en las médulas cientos de kilómetros de canales de agua para provocar el denominado `ruina montium´, que consistía en la demolición de los montes inyectando el agua a través de túneles excavados por personas, para luego filtrar y decantar la tierra en busca del preciado metal que el Imperio romano demandaba.

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El mirador de Orellán. | VICENTE GARCÍA

Los investigadores del CSIC, liderados por el arqueólogo Javier Sánchez-Palencia, han mostrado un trabajo que llevan desarrollando desde el año 2021 y que advierte de que la zona arqueológica debería extenderse a 49.000 hectáreas, cuando la actual zona ocupa 3.000. También han descubierto depósitos y una mayor red de canales, que serían 32 en lugar de los 19 hasta ahora descubiertos, reconstruyendo un total de 781 kilómetros de la red.

Esa red de canales cobra también valor para el senderista, ya que el esfuerzo por limpiar de vegetación y restaurar el firme para hacerlos visitables, supondrán una nueva red de senderos con un componente histórico de indiscutible atractivo y que ya son realizables en algunos tramos.

 

La ruta

El punto de partida es el pueblo de Médulas, a su entrada se encuentra un estacionamiento que facilita el desembarco de aquellos que llegan en autobús para realizar los distintos recorridos que se pueden hacer desde esa localidad y también de aquellos visitantes que llegan en coches particulares, a fin de no obstaculizar las viviendas y calles de los vecinos.

En esta ocasión se opta por recorrer el trazado de la denominada, Senda Perimetral, a sobre la que se cambiará algún tramo del trazado, lo que hará aumentar un poco su recorrido original para andar poco más de 11 kilómetros y 415 metros de desnivel positivo. 

La ruta fue ya realizada con anterioridad por el veterano montañero berciano y miembro de Pandetrave, Julio Linares, que advierte con anticipación sobre las características del trazado y los tramos en los que habría dudas para pasar con las sillas todoterreno (Joëlette), debido a un terreno más técnico y apoderado en parte por matorral espeso que dificultarían su progresión. Esa ruta previa de reconocimiento del terreno es siempre necesaria y aporta siempre un plus de seguridad al conjunto del grupo, máxime cuanto de trata de rutas inclusivas.

Barra para personas con discapacidad visual. | MARCE FERNÁNDEZ
Barra para personas con discapacidad visual. | MARCE FERNÁNDEZ

Tras el café y el montaje de las sillas se sucede un intercambio de opiniones y el reparto de roles entre los guías. La ruta sale de Médulas a través de un buen camino provisto de señalización de sendero, tapizado por las hojas caídas de los castaños que lo flanquean.

Ese tramo lleva al cruce en el que se encuentra la fuente de la Tía Viviana, donde es posible reponer agua, a ese cruce se va a volver posteriormente ya que ahora el trazado va por el camino pavimentado con el objetivo de llegar a la Cuevona y a La Encantada, cavidades horadadas de proporciones colosales que sin duda merecen una visita para tomar plena conciencia del entorno en el que están situadas.

Tras su contemplación y una buena sesión de fotos, se regresa al mencionado cruce de la fuente para seguir el itinerario original de la Senda Perimetral, esta vez por un terreno más accidentado y en rampa, sumando en ese tramo buena parte del desnivel positivo y que requiere de un mayor esfuerzo de las personas que llevan las sillas todoterreno, para ascender, sin perder el ritmo, por un precioso bosque hasta el mirador de Orellán, un enclave representativo, que permite desde su altura una amplia visión de conjunto y en el que fascina observar las nieblas que allá abajo fluyen entre los anaranjados picachos y la vegetación que las envuelve, es ahí donde los guías de los compañeros con discapacidad visual realizan un impagable ejercicio narrativo para describir el increíble paisaje que se contempla. 

Con un último vistazo desde el mirador al balcón de la galería de Orellán, se abandona el lugar para volver por el mismo recorrido con dirección oeste, dejando a la derecha el cruce de la senda de la rampa por la que se ha subido y continuando por una pista en ligero ascenso hasta el collado en el que se encuentra el área recreativa del Campo de Braña y en cuyas cercanías se distingue una acequia romana catalogada. 

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La Cuevona. | VICENTE GARCÍA

En el collado se decide hacer dos grupos, ya que de seguir la senda perimetral las sillas se encontrarían con una serie de dificultades técnicas a salvar y ralentizaría en exceso la progresión del conjunto de los componentes de la excursión. El primero de los grupos, formado por quienes pueden caminar más rápido y dos de las barras direccionales, con dos compañeros ciegos y sus guías, optan por subir el sendero que lleva al vértice geodésico de Pico Placias, en la cota de 1026 metros y proseguir con dirección a las denominadas cuevas de Reirigo y Las Medulillas de Yeres, donde se hayan otras evidencias de las explotaciones auríferas dignas de contemplar. Ese recorrido es de mayor interés y el camino se estrecha progresivamente entre brezos y jaras oleosas que perfuman el ambiente al pasar. 

En la zona de las cuevas de Reirigo se pueden observar los trabajos realizados en los últimos años para recuperar la senda, en la que incluso, a modo de barandilla, se han colocado postes entrelazados con una maroma y posteriormente unos grandes escalones con traviesas de tren, para aportar seguridad al caminante y descender así hasta la pista que da vista a la localidad de Yeres, donde se encontrarán con el otro grupo, en el que van las sillas todoterreno. 

Continuarán juntos ya por la pista que llevaría al mirador de Las Pedrices, dando ya vista al pueblo de Médulas, pero poco antes de llegar al él se tomará un cruce a la derecha, señalizado por un cartel en dirección al pueblo donde finalizará esta ruta circular, pero donde continuará el disfrute cultural, esta vez en torno a un reponedor menú berciano, antes de encaminarse de nuevo al estacionamiento de la entrada del pueblo, donde finaliza la ruta.

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