La comarca de Cabrales, además de un queso excelente tiene otros atractivos como su variedad paisajística, su historia y la cercanía a los Picos de Europa y son muchos los leoneses que acuden en verano a esta comarca asturiana, donde además de los paseos y visitas de rigor se pueden realizar actividades deportivas tales como el barranquismo, rafting o el descenso de cañones, pues hay una oferta muy variada de actividades al aire libre y muchas empresas dispuestas a ofrecerlas.
El río Casaño es un afluente del Cares en el que desemboca en las Arenas de Cabrales.
La ruta que se propone es un paseo sencillo y se puede alargar o acortar dependiendo de las necesidades de cada cual, aunque aquí se da una propuesta intermedia. La senda se encuentra señalizada, no tiene pérdida a no ser que mirando a quienes descienden los barrancos se cruce el puente Pompedro (lo que es incorrecto) para continuar por un valle sin río.
La ruta puede hacerse lo larga que se desee, pero a partir de la vega de la Batuda el camino se convierte en sendero con cuestas complicadas y resbaladizas y tramos de sendas que se pueden confundir. Se puede llegar río arriba con muchos problemas hasta la zona de los lagos de Enol y la Ercina, pero en la parte más alta la subida es muy empinada y los caminos están bastante perdidos.
La ruta es muy sencilla y cómoda en especial para estos tiempos de grandes calores, pues siempre está el recurso de tomar un buen baño, aunque el agua esté muy fría. La continua sombra y el frescor del agua mitigan los calores y es una ruta ideal para el verano.
Se puede ir con niños, aunque teniendo cuidado y controlando algunas zonas y solamente hasta los puentes del Escobín y de los mineros.
La ruta
Comienza en la localidad de la Molina a la que se accede por una estrecha carretera de dos kilómetros y solamente se puede aparcar a la entrada y hay dificultades debido a la cantidad de furgonetas de barranquistas que hay.
A partir del inicio se cruza todo el pueblo en continuas cuestas arriba y abajo, saliendo por un camino donde hay una vista excelente de la hermosa localidad y un terreno algo llano desde donde se entra un tupido bosque y un camino empedrado cuesta abajo lleva a paredes rocosas, un abrevadero y varios árboles corpulentos. Abajo, a la izquierda se escucha el río que baja en cascadas. Se debe tener cuidado con el empedrado del camino muy en cuesta, porque en días de lluvia las piedras pueden estar resbaladizas.
Tras varias cuestas abajo y arriba sobre el empedrado del camino se llega al puente Pompedro que no se debe cruzar, aunque se puede mirar el fondo en un estrecho y hondo cañón donde ruge el agua y se puede ver, si los hay, a los barranquistas.
El camino que se debe seguir a continuación está a la derecha del puente, sin cruzarlo, y momentos después se pasa un segundo puente también sobre el profundo y estrecho barranco. Entre los dos puentes, sale un sendero a la derecha que va al río, desde donde parten los que desean bajar el río para seguir por el profundo y estrecho barranco que, incluso en verano, lleva bastante agua, y hacer barranquismo.
Continúa el recorrido por la ribera izquierda del río al lado de un muro calizo y con la leve caída de unos metros que va a desaparecer bajando la primera cuesta. El piso es amplio y a veces empedrado para pasar luego a ser de tierra y verde. Se baja a nivel del río y hasta se puede llegar a su lado en algunos remansos.
Continúa la ruta entre avellanos, castaños y otros árboles de ribera, algunos muy corpulentos y que ofrecen una excelente sombra al caminante que, junto al frescor que emana del río, hacen mucho más soportables los calores del verano. A algunos puede apetecerles darse un baño, aunque se debe seguir caminando entre arbolado y vegetación de helechos y matorral en algunos tramos. Siempre al lado, el río cantarín, uno de los que tienen las aguas más limpias de Asturias, según dicen, y que viene de los mismos Picos de Europa, pues, si se continuara la ruta, se podía llegar hasta los Lagos, aunque los caminos y senderos se están perdiendo.
Tras un recorrido por la ribera izquierda se llega al puente Escobín, un puente amplio de cemento con barandillas metálicas y cierre al final de somier que se debe dejar como estaba.
Continuando por la ribera de la derecha del río se pasa al lado de las cabañas del Escobio, varios grupos de casetas de pastores, unas cuidadas otras en estado de abandono y ruina. La ruta continúa y el camino no es malo, aunque al final se acerca al río y va entre las piedras con algún que otro problema sin más complicaciones. Se llega después al puente de los mineros, amplio y metálico, pues ha sido restaurado, aunque en una parte no hay barandilla.
El camino continúa por la ribera izquierda y se hace un poco más escabroso pues hay tramos con piedras, otros con barro y a veces las hierbas y los helechos invaden las zonas más verdes, aunque se va bien, pero es bastante más estrecho, solamente un sendero en el que pasa bien una persona.
En esta zona hay varias hayas corpulentas, aparte de los castaños que se han ido viendo a lo largo del recorrido y se llega a una pequeña vega cercana al río con muchas piedras, la vega de la Batuda. A partir de este punto el sendero comienza a subir, separándose del río. Se puede andar un poco y volver por el mismo camino regresando al punto de partida tras hacer más de 4 km de recorrido y unos 200 metros de desnivel.
El sendero continúa, pero con muchos más problemas, pues sube bastante y está resbaladizo con peligrosas caídas, para llegar a otro puente tras el que los senderos no están nada claros.