Sahelices de Sabero

Por Carlos García

Carlos García
09/09/2022
 Actualizado a 09/09/2022
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Recuerdo de muy niño venir a este paraje de la Fuente de La Cazuela, con su agua fresca y cristalina para acompañar la merienda, ahora ya olvidado y casi ni sale agua. Vengo a menudo y hoy he visto ahumando dos chimeneas tan solo. Atrás quedaron las chimeneas humeantes de todas las casas, aquellas del carbón de las Cocinas Económicas, Bilbaínas o Chapas como eran conocidas aquí. La empresa daba el vale de carbón todos los meses a sus productores y que repartía en su carro con su mula, el señor Félix con su incansable ayudante Jose el de Laura. Aquel humo de color gris oscuro casi negro del carbón de hulla, con olor a hollín, aunque mucho peor eran los humos de los ovoides, aquello que se daba en los vales en los años sesenta y setenta, con forma de huevo. Estaban conformados a base de Schlamm, sacado de las balsas de decantación de las aguas del lavadero que había en Vegabarrio, mezclado con brea y agua se hacía una pasta y por medio de dos rodillos confrontado, se le daba la forma oval, por eso su nombre de ovoides, los humos eran tremendamente contaminantes por la combustión de la brea principalmente. Mirando al pueblo desde este lugar ahora, y cerrando los ojos, me da la impresión de escuchar la algarabía de los chavales jugando al balón en la Plaza o en los Huertos como antaño. Seguramente una de aquellas voces de niño era la mía.
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