La historia de hoy tiene un poco de todo: Picos de Europa, un refugio, un burro —bueno, dos—, historias de porteadores y otro nombre propio, Juan José Mier, que no es de Caín pero sí de un espacio parecido: cabrero y cabraliego, es decir, pastor de cabras en Cabrales.
Resulta que desde hace 12 años el citado Juan José Mier era el encargado de ‘surtir’ de todo lo necesario a uno de los refugios de Picos de Europa, el que lleva el nombre del gran mito de estas montañas: El Urriellu.

Mier hace su trabajo con la ayuda de mulos. «Tengo tres, pero los voy utilizando de dos en dos porque más son incontrolables por esos montes». Con los que más trabaja en la actualidad es con los que ha bautizado como Camacho y Aznar, siendo éste último el único que lleva con él desde que empezó en el oficio, ahora hace doce años.
Por ello, desde el refugio han hecho una ‘oferta pública’ de empleo para cubrir la plaza que va a dejar vacante Juan Mier. El guarda del refugio, Sergio González, es consciente de que el porteador es fundamental para que quienes suben al Urriellu disfruten de todas las ‘comodidades’. «Juan empezó a portear para el refugio cuando sólo estaba como guarda Tomás Fernández. Luego se unieron Sergio (González) e Íñigo (Garmilla), con los que ha compartido todos estos años. El equipo del Urriellu sabe que no será fácil reemplazarle. Con la jubilación en esta faceta de Mier, la presencia de porteadores lugareños se va apagando un poco más en los senderos de los Picos de Europa», comentan en sus redes sociales, celebrando que están recibiendo curriculums para sustituir a Mier desde toda España como respuesta a su llamamiento: «Se nos jubila del trabajo de porteador el gran Juan Mier, se busca para la temporada de verano persona dispuesta a subir y bajar con la caballería de lunes a viernes, interesados mandar curriculum a refugiodeurriellu@hotmail.com o al Whatsapp del 638278041».
No se habla de condiciones físicas especiales para el oficio pero es una realidad que Juan Mier, además de conocer perfectamente la montaña como buen lugareño, también las tiene. De hecho es un habitual de carreras de resistencia.
Mier se muestra abierto a «enseñar el oficio» durante un tiempo a quien le sustituya, pero tiene ganas de descansar después de doce años haciendo dos horas de ascensión diarias «cuatro días a la semana y cinco meses al año», con especial cuidado en los meses de verano, que «te puedes encontrar a doscientas personas, como una romería, y además no saben cruzarse con los animales, unos no se apartan, otros no saben».
Es cierto que en verano, que se multiplican las necesidades, «algunas veces se utilizan helicópteros, pero tiene que haber buen tiempo... Para los mulos no hay tiempo malo».