Senderos, decenas de senderos, cientos, miles de ellos desplegados ante nuestros pies, parecen diseñar nuestra vida a medida que los recorremos. Senderos secundarios que en ocasiones nos desvían del camino principal, nos adentran en bosques siniestros, en dulces desvíos, en tormentas inolvidables o en paisajes de ensueño. Sendas que parecen surgir de la nada y que nos cambian el rumbo sin apenas darnos cuenta. Veredas que parecen rodearnos como las venas a nuestro cuerpo. Atajos que nos llevan a la gloria o al más terrible de los sufrimientos. Pero en el fondo no son más que eso, senderos. Senderos que debemos transitar si de vivir la vida se trata. Porque de eso va nuestra existencia, de elegir caminos, sendas, veredas, atajos y desvíos en un salto de fe sin medida. Cada decisión, un camino y en cada camino un océano de vastas posibilidades que nos obligan a una elección infinita.
Sin embargo, a pesar de la importancia que supone elegir, solemos hacerlo desde la inconsciencia de no saber que estamos tomando una decisión, en ocasiones definitiva, en otras insignificante, pero escogiendo al fin y al cabo. Esos caminos se irán develando al compás de nuestros pasos, serán los que marquen las directrices de los próximos acontecimientos, los que nos sentencien o los que nos rediman, los que nos condenen o los que nos absuelvan, los que nos marquen para siempre o los que nos golpeen con la fría indiferencia de la propia existencia. De eso se trata este juego, de eso se trata la vida, de errar, de aprender, de volver a fracasar y de seguir aprendiendo, porque solo del golpe extraemos el néctar del aprendizaje, solo en el llanto reconocemos la plenitud de los días felices, solo en la enfermedad añoramos y valoramos la salud, solo en el desvío que hemos escogido tomamos consciencia de que tal vez, y solo tal vez, hemos vuelto a equivocarnos, retrocediendo con presteza al camino inicial. No obstante, quizá sea necesario perdernos en vías secundarias para valorar la principal que habíamos dejado atrás. Tal vez debamos descender a los insondables pozos de mil infiernos para reconocer la grandeza que se respira en la sencillez. Quizá necesitamos sufrir la agonía de la pérdida para abrazar la calma de la compañía. Porque solamente valoramos lo perdido, solamente amamos lo que ya no tenemos, solamente extrañamos cuando ya es tarde. Así es el ser humano estándar, así es, así somos, así me temo, seguiremos siendo.
Así pues, sea cual sea tu decisión, sea cual sea el camino escogido, sea cual sea el sendero que has decido transitar como desvío, hazlo desde la inspiración que late dentro de ti y que siempre ha vivido contigo, aún en tu inconsciencia. Esa inspiración que espera guiarte con dulces susurros de confianza. Esa inspiración innata a la que puede que nunca hayas prestado atención. Escoge desde la convicción de que sea cual sea el sendero elegido, te llevará a la lección que más necesitas aprender, a lo peor o mejor que necesitas experimentar, te llevará en esencia, a vivir aquello que quizás escogiste mucho antes de ser consciente. Déjate seducir por la chispa de la curiosidad y la pasión, descubre esa magia que se esconde en cada rincón de tu ser, porque cuando nos abrimos a la inspiración, a esa guía silenciosa que nos acompaña desde siempre, la vida se convierte en una aventura, en una inocente curiosidad que conduce a abismos inexplorados, a veredas luminosas o a cuevas inexpugnables. Pero serán nuestros abismos, veredas y cuevas particulares, serán las experiencias que nos vayan moldeando en la incertidumbre de un nuevo personaje, serán las aventuras que hemos decidido vivir.
Es esa inspiración la que te permite expandirte, la que te permite reconocer tus rincones desconocidos, la que agudiza tus sentidos deslumbrándote con la belleza de lo cotidiano, fascinándote ante la presencia de un mundo nuevo y sublime ante tus ojos. Es una inspiración silenciosa desnuda de certezas, un susurro que se posa en tu hombro indicándote el camino, es una bella melodía capaz de envolverte en medio del caos. Es un momento de calma, una brisa ligera, un instante de sosiego, una caricia cercana y un cálido aliento. Es la seguridad de saber que hay algo más allá. Es en definitiva, un espacio donde los sueños no se imaginan, se sienten.
Desde estas líneas a eso te invito querido lector, a que te dejes llevar por la inspiración latente que vive en tu interior esperando a que repares en su presencia. Te invito a que te dejes mecer entre sus brazos, y cuando lo hagas, te darás cuenta de que no siempre es necesario saber a dónde vas. Descubrirás que la vida no se trata tan solo de alcanzar un destino, sino de abrazar la magia del trayecto. Sentirás que es el viento que te empuja suavemente hacia lo inesperado o hacia decisiones que tu mente lógica no hubiera podido tomar. Percibirás como tu corazón late en la emoción de lo desconocido cuando confías en ella o como tus pies parecen caminar solos hacia tierras jamás exploradas.
Deja, deja que ella te guíe, deja que sea tu brújula personal. Escucha el incesante rumor de la vida, contempla paisajes distintos, inesperados, sorpresivos. No te aferres a mapas trazados con la precisión de la angustia que en ocasiones supone vivir. Suelta los planes detallados, las rutas conocidas o los posibles destinos que crees conocer y déjate envolver por la magia de la incertidumbre, por la belleza de lo incierto y por el brillo de la causalidad. Suelta, en definitva, el miedo en el sueles envolver tus noches, tus días, tu vida...
Esto no significa abandonar la razón, sino confiar en tu innata capacidad de adaptación, reconocer que dentro de ti respira una guía que te orienta cuando más lo necesitas y que realmente resuena con tu esencia. Significa transformar tu camino dejándote llevar por giros que te conducen a paisajes que jamás habrías imaginado y a encuentros capaces de cambiar el curso de tu vida. Significa conectar con esa parte de ti que permanecia dormida.
Rinde homenaje a tu vida, atrévete a soñar, a sentir, a explorar, a tomar decisiones desde el fuego de tu interior, a explorar tus confines más recónditos. Atrévete pues, a ser plenamente humano y a abrazar la constante incertidumbre que viste tus horas, porque allá a lo lejos, más allá de la línea del horizonte, más allá del alcance de tu vista, hay algo digno de ser descubierto, algo digno de admiración que tan solo podrás descubrir si decides cabalgar a lomos de tu instinto.
Camina tranquilo, camina en calma, camina guiándote por ese faro interno, camina siempre con la seguridad de que, estés donde estés y vayas donde vayas, estarás exactamente en el lugar en el que debes estar. Estarás exactamente con quien debes estar.
Pero sobre todo VIVE, no te olvides de VIVIR.
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