Sendo, final del Camino

Ha fallecido Sendo García Ramos, el excelente pintor y escultor de San Justo de la Vega aferrado a su tierra y marcado por sus años como profesor en Lisboa después de recorrer Europa y conocer y practicar nuevas tendencias artísticas. Desde su finca de La Judiega veía pasar a los peregrinos y se especializó en pintar a los que regresan

Fulgencio Fernández
03/07/2022
 Actualizado a 03/07/2022
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A veces muere gente extraordinaria y no lo parece. Ha vuelto a pasar, ha muerto Sendo, Sendo el pintor, Sendo el de San Justo de la Vega, Sendo García Ramos, el paisano que mira al mundo desde la Judiega. Cierto que, en su caso, en ese pasar inadvertido tiene mucho que ver su propia personalidad, su tranquila y discreta forma de ser y estar. No me voy a quejar de olvidos con Sendo, porque Sendo no me lo permitiría, pues realmente no los sentía, todo lo contrario porque se sabía tan querido como admirado, como artista y como vecino de San Justo, como maestro (en él tiene mucho más sentido la palabra que la de profesor) y como creador; como voz amable que recibe a los peregrinos que van o vienen porque, curiosamente, Sendo ‘se especializó’ en los peregrinos que regresan de Santiago, los que desandan el Camino, los que vuelven a su vida anterior a ese paréntesis que fue caminar hasta Compostela o Finisterre.

Y del ir y venir de los peregrinos Sendo ha atrapado en sus pinceles sus figuras alejándose. Con sus zapatillas rotas. Con sus siluetas difuminándose. Y les ha colocado a muy pocos metros de su casa una escultura que dice mucho de quien fue Sendo; se trata de un monumental peregrino al que mueves el brazo y se convierte en una preciada fuente de agua fresca para los caminantes. Y, mientras tanto, él los veía detenerse a beber desde la ventana de su estudio y reflexionaba sobre el arte y la vida. Ése era Sendo.

No es que fuera Sendo muy de iglesia, pero sí muy de San Justo. Por eso, cuando en el pueblo necesitaron un retablo para su iglesia fue Sendo el que se puso manos a la obra y ahí está un precioso y curioso retablo ¿Curioso? En las figuras de una impagable muestra de realismo y arte religioso encontrarás a vecinos del lugar en diferentes personajes del retablo y hasta a un ángel que es el niño rubio con cara de ángel hijo de un amigo que hoy mismo lamenta la ausencia de Sendo en estas mismas páginas. Ése era Sendo.

No era Sendo muy de vida social pero sí muy de amigos, de cercanías, de palabras y hechos. Llevaba años manteniendo una discreta y silenciosa batalla contra los ataques convertidos en achaques de salud. Se veía venir la derrota pero hace tan solo unas semanas, pese a los ojos casi sin luz, sacó las fuerzas que le quedaban en el alma, las del cuerpo ya estaban agotadas, para acudir en Astorga a la inauguración de la exposición conjunta con dos amigos, Toño yEscarpizo, que recorría cincuenta años de arte en la comarca. Allí estuvo Sendo. Ése era él. Para muchos su última imagen, débil pero en su sitio.



Por cierto, ya que sale el nombre de su entrañable Toño a colación y cincuenta años de arte compartido habría que recordar que el tranquilo Sendo también vivió en su juventud los aires innovadores de los artistas que lo son de verdad. Sendo fue a ver qué se hacía por el mundo y a lomos de su Vespa y con Marisa ‘de paquete’ bebieron en las fuentes más buscadas por los artistas, París, Berlín… y Portugal.

Y es que en la biografía olvidada de Sendo figuran hitos vinculados a este pasado de juventud y ganas de innovar, de transitar nuevos caminos, de ser rompedores… Hay dos hechos que nos explican a aquel Sendo: la que podría considerarse la primera performance del panorama artístico leonés, que bautizó como ‘Hapening Trashumus’ y en la que pusieron a 800 ovejas ilustradas (dibujadas) camino de Astorga, desde San Justo. Era 1984. La segunda fue la más recordada quema de una obra de arte en la hoguera de San Juan, una idea tan repetida después en tantos lugares.

Siempre supo el artista de San Justo de la Vega lograr la armonía entre los dos Sendo, el pintor y escultor inquieto y el paisano cercano, el que te hablaba del peregrino que regresa de Santiago y del pastor que acompaña a los peregrinos por los montes cercanos para que no tengan miedo a los mastines de su rebaño. Un día, viendo la pasión compartida por la comarca cercana de la Cabrera desempolvó Sendo uno de aquellos cuadernos suyos, en los que tomaba notas, hacía bocetos… y allí tenía toda la Cabrera y sus gentes dibujadas: «Hubo un tiempo que acompañaba a un relojero ambulante, iba de pueblo en pueblo arreglando los relojes que requerían ‘poca obra’ y se llevaba a casa los de avería más complicada para devolverlos en el siguiente viaje. Mientras él trabajaba yo hacía estos bocetos que andaban por el estudio». También confiesa su pasión por la lucha leonesa como “ejemplo” de sus trabajos e investigaciones pictóricas acerca del movimiento: «No existe otro deporte tan plástico»…

Y es que estaba el de San Justo muy pegado y apegado a su tierra. Por eso sus cuadros jamás lloraron con tanta rabia como en la exposición dedicada a los paisajes tras el fuego, a la desolación de montes y bosques después de un recordado incendio que, por desgracia, su recuerdo se va borrando ante la llegada de otros más graves. Sus obras serán la denuncia eterna.

Portugal era la otra pasión de Sendo. Es más, se sentía medio portugués de querencia y forma de entender la vida, pausada y cargada de armonía. Y a Lisboa regresó en 1987 cuando se convirtió en catedrático (él seguía diciendo maestro) deDiseño en el Instituto Español de Lisboa, una etapa que le marcó profundamente y le permitió conocer y entablar amistad con algunos de los grandes de su literatura, algo que no le costó ningún trabajo porque era un lector tan selecto como empedernido. Portugal era su otra pasión, bien lo sabe su hijo, Nuno, que la lleva en la partida de nacimiento, de ello habla Julio Llamazares en estas mismas páginas.

Se ha ido. Envío un mensaje a un excompañero profesor y sólo responde: «Una persona excepcional». A una ex alumna: «Mi mejor profesor». A un pintor: «Ni te imaginas lo que perdemos».

Sí lo imagino.
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