Junto al edificio de Iberdrola, en una glorieta que da acceso a la Universidad, ahora yace bien erguido un pimiento de características particulares. “Era un encargo que tenía para un huerto urbano”, cuenta el artista: “Se me fue un poco de las manos en cuanto a tamaño”. Casi tres metros de altitud, unos dos metros de ancho y alrededor de cuatrocientos kilos dan cuenta de sus palabras.
“Está hecha en escayola, que es más ligera, pero al ser tan voluminosa, tuve que hacerle una estructura de acero y luego la forré con billetes”, continúa. Este último detalle responde a “ese mensaje de que todo está pasado por el dinero”. El anónimo artista, autor de obras que han pasado las fronteras leonesas hasta llegar a otros lugares, como Madrid, está acostumbrado a que sus piezas, reconvertidas en disruptivos elementos de mobiliario urbano, sean retiradas de forma casi inmediata. Una vulva gigante posicionada en el campus universitario, dos ratas apareándose a la entrada del parque tecnológico o ‘El cagador de León’ desafiando intestinalmente al edificio de la Junta son buenos ejemplos.
La falta de elementos en la rotonda escogida fue suficiente acicate para que el autor la escogiera como escenario. “Ahí la planté esta madrugada”, explica en una oportuna analogía. Cuidadoso por no estropear el entorno cargado con estos cuatrocientos kilos de escayola y acero forrados de billetes, el artista emula desde hoy un improvisado y escaso huerto a través de un estilo propio a base de protesta, ironía y humor. Todo materializado en una escultura de cuyo nombre sí quiere acordarse. “Como el chiste de Jaimito”, suelta: “¿Será una rosa? ¿Será un clavel? Será el pimiento que yo planté”.