Esta propuesta de cada lunes, de la mano del archivo setentero de Fernando Rubio, para realizar una mirada desde la actualidad de hoy a cómo eran las cosas hace medio siglo se hace inevitable esta semana volver la mirada hacia el ciclismo y más concretamente hacia la Vuelta a España, que lleva tres días repitiendo imágenes de la provincia, de la vertiente leonesa de los Ancares, de Villafranca, de Villablino o del Puerto de Pajares entrando en nuestra provincia. Han sido días de escuchar el tópico de la serpiente multicolor para viajar a aquellos otros en los que la serpiente era en blanco y negro, al menos en la cámara de reportero de prensa de Fernando Rubio. Concretamente nos propone una mirada a la tercera etapa de la Vuelta a España de 1978, cuando la carrera salió de Cangas de Onís y llegó a León capital, concretamente a la Avenida de Madrid, enfrente de la fábrica de Piva, después de meterse entre pecho y espalda 187 kilómetros en unas bicicletas que nada tienen que ver con las actuales, completando el recorrido en cinco horas y 27 minutos.
Recuerda Rubio algunos detalles de aquella etapa: «El ganador fue el belga Fredi Van der Haute, seguido de Javier Elorriaga protagonista de una aparatosa caída nada más de llegar a la meta, por un roce con la bicicleta de Van der Haute. El ganador del premio de la montaña (Puerto de Pajares) fue Vicente Belda», el pequeño escalador (1,54 metros) que gozaba de grandes simpatías entre los aficionados, aunque con el tiempo —en su etapa de director— se vio inmerso en investigaciones por dopaje en el ciclismo.
Entre las imágenes de aquella etapa leonesa está efectivamente la de la caída de Javier Elgorriaga, una de las cruces del ciclismo, aunque en esta ocasión no fue de gravedad, al producirse ya en la llegada a la meta. Y completa la selección de fotografía con la salida desde León, un día más tarde, camino de Valladolid, imagen en la que aparecen recordados corredores, como el gran Domingo Perurena, en el centro de la imagen.
En aquella vuelta a España de 1978 se impuso uno de los grandes del pelotón mundial, el gran Bernard Hinault, seguido del español José Pesarrodona, del KAS. El vencedor en León, Van der Haute, se enfundó aquel día el maillot de líder, que mantuvo hasta la etapa 11 cuando, en una contra reloj, se lo arrebató el que sería ganador de la Vuelta: Bernard Hinault, del Renault, para no quitárselo hasta Madrid.
Entre los corredores más recordados y seguidos aquel día por los leoneses destacaban, por supuesto, los españoles. Ciclistas como el citado Perurena, Vicente López Carr il, González Linares (que era el líder del Kas), los asturianos Cima y Suárez Cuevas; Vicente Belda... Entre los extranjeros destacaba Hinault, pero también conocidos ciclistas como Fredinand Bracke, Vandrerbrande, Cesare Cipollini o Bernardeau, que fue tercero en la general. El papel más destacado de los españoles, al margen de la segunda plaza de Pesarrodona, fue la cuarta del corredor del Teka Eulalio García Pereda.
Por desgracia en aquella edición no había ningún ciclista leonés, aunque el paso de la Vuelta supuso un claro incentivo para la afición y la práctica del ciclismo, como recoge Fernando Rubio con otra selección de imágenes de integrantes del Club Ciclista Leonés entrenando por Eras de Renueva, en una fotografía que ilustra más el paso del tiempo por la estampa que entonces ofrecía este paraje leonés, más cercano a su nombre de Eras que a su realidad actual de pujante barrio capitalino. También lo compensa con otro encuentro de ciclistas leoneses en 1979, en un homenaje a uno de ellos, Enrique Sahagún, con el emblema de la época en el centro, Senén Blanco.
Cierra su retrospectiva mirada Rubio, como hace siempre, con algunas reflexiones: En cada foto que tomamos hay una persona enfrentándose a la carretera o al sendero, hay una historia de perseverancia, de lucha contra los propios límites. Capturando no solo la esencia física de esta disciplina, sino también el espíritu inquebrantable de quienes pedalean contra el viento, suben montañas y recorren largas distancias, llevando siempre consigo un cúmulo de emociones y pensamientos. Cada historia se transforma en poderosos mensajes que nos hablan de valentía, de la importancia de seguir adelante a pesar de las adversidades y de la belleza de alcanzar nuestras metas».
Y concluye afirmando que «el ciclismo, más que un deporte o una actividad recreativa, es un viaje lleno de retos, superación y momentos de pura libertad».
Reflexión que comparten muchos al ver las imágenes y más después de ver las duras etapas leonesas de un deporte que es indudable que ha cambiado mucho... para seguir siendo el mismo de aquel 1978».