El aguardiente de orujo, o sencillamente orujo, ha venido siendo una de las bebidas más emblemáticas y consumidas, a lo largo de los siglos, en todas las comarcas leonesas. Costumbre inmemorial de esta tierra de labradores, pastores y mineros era la de ‘echar la parva’, o tomar un vasín de orujo blanco bien pronto por la mañana, acompañado de pan o de una pasta, con objeto de calentar el estómago y preparar el cuerpo para las muchas y duras labores que traía la jornada. Un día que a menudo concluía con la ‘sosiega’, es decir, la misma operación pero efectuada a la caída de la tarde. En una tierra de tanta tradición vitivinícola, además, los hollejos de la uva que sirven de base al orujo eran abundantes y prácticamente estaban al alcance de la mano: raro era el pueblo que no escondiese unos cuantos alambiques caseros en sus cuadras, leñeras y tenadas. Actualmente no es necesario afrontar tantos fríos y trabajos manuales pero la bebida sigue consumiéndose ampliamente tras una comida festiva o cotidiana, para cerrar encuentros o negocios, en forma de diarias gotas en el café y en innumerables meriendas y convites en la bodega, la taberna, la casa del pueblo o la cabana de la braña. En León, orujo es sinónimo de amistad, relajación, palique y celebración, o sea, de momentos ‘prestosos’, sean éstos grandes o pequeños.
Sin embargo, a pesar de esa amplia tradición y de esa presencia diaria, hasta hoy no existía una marca que asociase tan directamente el orujo y León como la que acaba de nacer. Un nuevo producto que toma su nombre de uno de los iconos más populares, reconocibles y entrañables de nuestro imaginario regional, Genarín. La imagen del pícaro leonés, simpático, borrachín y calavera, es conocida hasta en los lugares más insólitos gracias a ser protagonista de la procesión profana más famosa de España: el Entierro de Genarín, un recorrido literario y canallesco por las calles del casco antiguo que culmina con una asombrosa escalada a la muralla romana junto a la que el humilde pellejero fue atropellado y en el que poesía y orujo establecen una alianza imposible de encontrar en otras latitudes. Con sus resonancias del León de principios del siglo XX, rústico, coplista y auténtico, los creadores del producto –que inicia en esta Semana Santa su andadura- creen que Genarín “puede y debe ser el mejor embajador del orujo leonés, entre nosotros y también a lo largo y ancho de todas las geografías”.
La marca, que cuenta con su propia página web (www.orujogenarin.com), comenzará a estar presente a partir de hoy, y sobre todo la próxima semana, en los establecimientos de productos tradicionales, y ayer se dio a conocer públicamente en el transcurso de un animado filandón celebrado en la más que centenaria Casa Benito, única taberna aún en pie que pisó el anti-héroe Genaro Blanco Blanco. En el encuentro se apuntó, de manera simbólica y bienhumorada, que la aparición de la bebida puede constituir quizá el “quinto milagro” del pellejero leonés; su conversión o transustanciación en el líquido que le acompañó durante toda la vida. Una vida que vivió con entera libertad, lejos de todo convencionalismo y al lado de los personajes más llanos, populares y genuinos de la ciudad.Los orujos Genarín son elaborados en su totalidad en León y siguiendo técnicas y procedimientos artesanales. Además, nacen con cuatro variedades distintas: blanco, de hierbas, café y crema.
La noche más esperada por los genarinianos, la de Jueves Santo, será el momento perfecto para catar este nuevo producto y recordar el brindis de la Cofradía: «Y siguiendo sus costumbres, que nunca fueron un lujo, bebamos en su memoria una copina de orujo».
Siguiendo sus costumbres
Dos jóvenes empresarios leoneses acaban de sacar al mercado el Orujo Genarín, que rinde homenaje al pellejero más popular, a su bebida favorita y ofrece cuatro variedades
12/04/2017
Actualizado a
18/09/2019
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