El silencio de los terneros

Pedro Ludena comenta la película de Oz Perkins 'Longlegs'

Pedro Ludena
09/08/2024
 Actualizado a 09/08/2024
Maika Monroe interpreta a Lee Harker en el último filme de Oz Perkins, ‘Longlegs’. | L.N.C.
Maika Monroe interpreta a Lee Harker en el último filme de Oz Perkins, ‘Longlegs’. | L.N.C.

‘Longless’
Director: Oz Perkins

Intérpretes: Maika Monroe, Nicolas Cage, Blair Underwood, Alicia Witt
Género: Terror/ Crimen
Duración: 101 minutos

Hay películas que duran mucho más de lo que ves en el cine, que se cuelan bajo tu piel y escarban en tus miedos de maneras que no recordabas posibles desde las vívidas pesadillas de tu infancia, donde no estabas seguro de haber despertado o de si el terror solo estaba esperando a que bajaras la guardia para volver a por ti. ‘Longlegs’ es una de estas películas, la última que me ha estremecido en el cine como otras pocas veces, donde el miedo no es una sucesión de sustos espaciados por momentos de calma, sino que es un pulso con el espectador, al que le reta a no cerrar los ojos y contener el aliento durante cien tensos minutos en los que el terror, cuando parece que cesa, acecha en las sombras. 

La trama sigue a la agente del FBI Lee Harker mientras trata de dar caza a un asesino que firma las crípticas cartas que deja en las escenas de sus crímenes como ‘Longlegs’, crímenes que a primera vista solo parecen compartir la característica de que todas las víctimas son familias, pero que, a medida que la agente indaga en el caso, irá descubriendo que estas familias no solo tienen más en común entre ellas de lo que en un principio sospechaba, sino también con la suya propia. 

Lo primero por lo que ha destacado ‘Longlegs’ ha sido por su eficaz promoción en redes, anunciándose como la película más terrorífica del año gracias a una serie de tráileres que muestran lo justo y necesario de la trama y sus protagonistas, reservándose su mayor atracción para las salas de cine, que no es otra que el villano a quien da vida un irreconocible Nicolas Cage, cuyo solo aspecto da lugar a varios de los momentos más estremecedores de toda la obra. Su campaña de marketing ha ido destinada más a transmitir la esencia de la cinta, la sensación de inquietud que rezuman sus imágenes, que la historia en sí. Y ha sido todo un acierto porque el filme de Oz Perkins no es una grandísima narración que te tendrá dándole vueltas a los múltiples flecos argumentales de su intrincada estructura, es más, si en algo falla es en lo a veces incoherente y apresurada que se siente su trama, sirviéndose de atajos argumentales que nunca se llegan a justificar, como una especie de intuición premonitoria de la protagonista, que le permite llegar a conclusiones certeras sobre el asesino sin mayor esfuerzo, restándole gran parte del atractivo que, gracias a las más expertas manos de directores como David Fincher, sabemos que estas diligencias policiales pueden llegar a tener. 

No obstante, y a pesar de sus agujeros, el argumento cumple enteros a la hora de mantenerte intrigado y aterrado a partes iguales gracias a la progresiva evolución de una trama policíaca y con una base generalmente racional en la que lo paranormal se va abriendo camino hasta desembocar en una película de terror puro y duro. En términos prácticos, comienzas viéndola tenso pero deseando ver qué pasa después, escudriñando cada imagen para tratar de descubrir algo más sobre este asesino y sus motivos; pero la terminas prácticamente temblando y mirando a través de las ranuras que dejas entre tus dedos al cubrirte los ojos. 

‘Longlegs’ toma prestadas muchas cosas de otras grandes del género, como pueden ser las cartas del asesino serial al más puro estilo ‘Zodiac’, el terror como vehículo del drama familiar que puede recordar a ‘Hereditary’, tintes de satanismo muy en la línea de ‘Annabelle’ y hasta puede resonar un tanto con ‘Sinister’, con el papel testimonial que juegan los niños en los crímenes cometidos. Y huelga mencionar al ‘Silencio de los corderos’ como su influencia más directa, con una joven agente federal buscando a un asesino en serie con una escalofriante obsesión por ella. Sin embargo, lejos de limitarse a ser un mero collage de referencias y ecos de otras obras del terror, sin más personalidad que la suma de estas, ‘Longlegs’ sabe combinar todos estos ingredientes junto con su toque particular, firmando una receta originalmente terrorífica. 

La cinta es perfectamente consciente de la imperfección de su historia y no trata de esconderla, porque en todo momento denota que su objetivo primordial, más allá de la sustancia, es la forma. El director establece desde la primera escena un estilo marcadamente pausado, con largos planos generales donde la cámara permanece fija, acrecentando el suspense mientras ata al espectador a una perspectiva inmóvil desde donde observar los inescapables horrores que se dan. La película combina este estatismo con el uso constante de grandes angulares, que parecen distorsionar las perspectivas de los personajes así como la realidad de un mundo que se siente más como una pesadilla. Esta puesta en escena estira las imágenes para mantener el terror latente, alejado en el fondo del plano, mientras tu propia expectación te ahoga esperando un sobresalto que parece no llegar nunca. Y casi rezas porque llegue, porque la tensión acaba siendo más taquicárdica que el propio susto. 

Esta estremecedora atmósfera que rodea a toda la obra también es mérito de lo oscuro de su ambientación, con una iluminación apagada durante las escenas de día, en las que no se aprecia ni un resquicio azul en el tenebroso cielo, y una tenue luz amarillenta en las nocturnas, que parece estar a punto de ser desbordada por las tinieblas. Un juego de luces y sombras entre las que se esconden ciertas visiones fugaces de puro horror, como unos ojos recortados sobre la oscuridad u otras siluetas que aparecen y desaparecen en pantalla casi imperceptiblemente, pero que durante una fracción de segundo hacen saltar todas las alarmas de tu para entonces sugestionado cerebro, haciendo que te cuestiones si lo que acabas de ver es real o acaso la película ya ha penetrado en tus sentidos hasta el punto de que está haciendo que te montes la tuya propia. 

En definitiva, ‘Longlegs’ es una experiencia sensorial, una que te sumerge en una historia un tanto difusa pero que te atrapa con su clima dantesco y único, calándote hasta los huesos de un terror del que te hace mirar constantemente detrás de ti al salir del cine y cruzar corriendo el pasillo cuando apagas las luces de tu casa. Experiencia no apta para cardíacos, pero sumamente recomendable para cinéfilos. 

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