Es evidente que para los leoneses resultó emotivo escuchar del reciente premio Goya su discurso en el que se acordó de esta tierra, de su familia, de su gente, pero también de su ciudad (León) y de su barrio (el Polígono X)... incluso alguno de sus profesores esperaba que se acordara del Instituto Lancia, del que fue alumno.
Pero esta emotiva parte leonesa solo fue el remate de uno de los discursos más aplaudidos de la noche, escuchado por toda la sala con un significativo silencio y atención. Néstor López quiso llevar allí el duro recuerdo de la realidad que denuncia en su premiado documental, Semillas de Kivu. Y a renglón seguido de as gracias explicó: «Este documental transcurre en la región de Kivu, en la República Democrática del Congo, que lleva más de 13 años en guerra. RD Congo necesita ayuda y es urgente, es muy urgente, llevan décadas y décadas y décadas en donde nosotros, desde Occidente, nos aprovechamos de sus recursos, expropiamos sus recursos, nos quedamos con sus recursos simplemente para que nuestro mercado sea más rentable económicamente pero el coste humano que supone en la población de Kivu es enorme, de verdad. El lunes pasado, hace diez días, el grupo más violento, el M23 tomó la ciudad de Goma, es la guerrilla más violenta de la zona, están a 100 kilómetros de Bukavu, que son las dos capitales de Kivu, y necesitan acción internacional y justicia internacional».
Hasta este país viajaron Néstor López y Valle, para conocer de cerca el hospital Panzi, creado por Denis Mukwege, que acoge a jóvenes, casi niñas, y hasta bebés violadas, vejadas y obligadas a soportar terribles situaciones. Este centro se ha especializado en el tratamiento de estas mujeres que han sido violadas por las fuerzas rebeldes durante la guerra de Kivu y posteriores conflictos desarrollados en la República Democrática del Congo. Atres de ellas, la protagonistas del documental, dedicó también Néstor López el premio Goya. «Quiero dedicárselo especialmente a estas tres mujeres protagonistas por enseñarnos que la reinserción de la violencia sexual siempre, siempre, siempre… merece la pena para seguir adelante».
Y cerró sus palabras con una reflexión. Ellos ya han hecho el documental, ahora parece el turno de otros... «Nosotros solamente somos cineastas, con un pico abrimos un agujero en un muro para invitar a quien quiera mirar, pero no podemos llegar a solucionar lo que necesita Kivu, de verdad que lo necesita».
A ver si alguien mira por el agujero.