Tarde de Carnaval en Notting Hill

"Tiene un culo perfecto, con una curvatura que habría calculado Fibonacci, un culo cósmico que habría visto Borges a través del Aleph, un culo mercurial que cambia según la luz"

Noemí Sabugal (texto) / Pablo J. Casal (foto)
03/08/2016
 Actualizado a 17/09/2019
Puestos de comida en la calle, durante el Carnaval del barrio londinense de Notting Hill. | PABLO J. CASAL
Puestos de comida en la calle, durante el Carnaval del barrio londinense de Notting Hill. | PABLO J. CASAL

-Tiene el culo de un dios, un culo perfecto, un culo con una curvatura que habría calculado Fibonacci, que habría esculpido Miguel Ángel, que habría dibujado Da Vinci, un culo cósmico que habría visto Borges a través del Aleph, un culo mercurial que cambia según la luz y pasa de hermoso a increíble según las mutaciones de la luna, un culo crepuscular que podría salir en una película de cine policíaco de los años cincuenta, en una escena en la que él está tumbado en la cama, desnudo, y lo aprieta y endurece de miedo, porque piensa que van a matarlo esa noche, un culo que debería ser dibujado en las servilletas de todos los bares, en las matrículas de los coches, en el cielo por el humo blanco de alguna avioneta que traza una curva, zas, ya está una nalga, y otra curva, zas, otra nalga, un culo que sería el culo que más resplandecería, por negro y lustroso, entre los muchos culos blancos y enigmáticos del Jardín de las Delicias del Bosco, un culo que crearía una filosofía, una mitología, una religión, que tendría el impulso para fundar todo un país, un culo mágico que soñaría un chamán hasta las cejas de peyote, que profetizaría la sibila de Cumas, que sería el infierno en un delirio místico.


-Tía, estás borracha y se te mezclan los apuntes de la uni con la realidad. Pasa el peta, anda, y calla un poco.

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