La temida cuesta de enero que nunca era hacia abajo

'La cuesta de enero' se hacía más dura en los 70 para muchos pues el frío era más intenso, la nieve más copiosa y los medios para combatirlos mucho más precarios

13/01/2025
 Actualizado a 13/01/2025
Los alrededores nevados de San Isidoro, poco frecuente ahora. | FERNANDO RUBIO
Los alrededores nevados de San Isidoro, poco frecuente ahora. | FERNANDO RUBIO

Hay una vieja creencia en los periódicos —en ellos andamos y en ellos andaba Fernando Rubio en los setenta— de que «el peor mes de noticias» es, sin duda, el que va desde el final de las navidades hasta que a últimos de febrero el sol va calentando los ánimos, las noticias... en definitiva, que a su manera la prensa tiene su propia cuesta de enero.

Y Fernando, ante lo irreversible de esta realidad, acude a una fórmula acuñada en sus setenta y de la que era autor un verdadero genio, Gila, y que en realidad no era una solución única, sino múltiples: «Colocar este mes entre junio y julio, para que así no hiciera frío; quitarle 15 días a enero y añadírselos a agosto; llamarle Margarita, que es un nombre más simpático que enero; darle 16 pagas extraordinarias a los empleados y que la nueva fuera en este mes o coger la cuesta... abajo».

Buena prueba de esta sequía —y lo que hay mejor sería que no lo hubiera— es que al pactar el tema de este lunes le propuse imágenes de frío, niebla, invierno... y Rubio, que está en todo, reflexionó: «Me parece muy acertado... pero ya la hicimos la misma semana del año pasado».

Pero no faltan imágenes de aquellos eneros de hace cincuenta años, más fríos, como hoy informa este periódico en sus páginas. Con dos miradas, a los jugadores del Júpiter entrenando sobre la nieve un domingo que se había suspendido el partido, por la nieve, más bien por sus consecuencias; y otras de esos leoneses que «no tienen cuesta de enero... porque todos los meses les vienen en cuesta, pero con menos frío».  

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El Júpiter entrena al suspenderse el partido... no por la nieve del campo sino al haber quedado atrapado en la carretera su rival, el Béjar. | FERNANDO RUBIO

Basta ver a esos niños, aquellos cestos en los que les llevaban sus madres, imaginar el frío y ser conscientes de la crudeza de los inviernos de León, al menos para algunos y al menos hace 54 años.
Menos cruel es el frío de los sufridos aficionados de la Cultural, en este caso de su filial el Júpiter —por aquello de que sarna con gusto no pica—pues acudieron a las gradas de La Puentecilla, que ése era su nombre entonces, pero se encontraron con la suspensión del partido, no por la nieve que parece que no era suficiente para suspender en aquellos tiempos sino porque su rival, el Béjar, quedó bloqueado por la nieve en Zamora.

Algunos aficionados se quedaron, pese al frío y la nieve, para ver el entrenamiento mientras escuchaban la retransmisión radiofónica del partido que jugaba ‘La Cultu’ contra el Caudal de Mieres, «que por cierto empató, a pesar del apoyo de los seguidores de la Peña de los Pedrines que se habían traslado en tren a causa de la nevada» como puede verse en otra de las fotografías.

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Los Pedrines viajan en tren a Mieres. | FERNANDO RUBIO

Y hablando de detalles, en una de las fotografías del entrenamiento del Júpiter aparece, con su inseparable puro, uno de esos personajes irrepetibles de la pequeña historia del fútbol leonés, Cachús, de nombre real Agustín Álvarez, eterno presidente del Júpiter, sempiterna figura en el campo, pegado a un gran puro. 

Y completamos el diferente invierno leonés de los setenta con una imagen poco habitual hoy de San Isidoro, tal vez la que contemplaba Gamoneda cuando escribió aquello de «La nieve cruje como pan caliente / y la luz es limpia como la mirada de algunos seres humanos, / y yo pienso en el pan y en las miradas /mientras camino sobre la nieve».

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