«Tiene la Navidad su labio abierto/ para decir palabras de alegría,/ para entregar el beso, que podría/ troncar en manantial el gris desierto(...)/ ¡Y ves enarbolarse la ternura,/ cual bandera de paz y de perdones!/ ¡Bendita Navidad, que canta y reza!/ ¡Ay si cristalizase la cordura,/ agrietando de amor los corazones!». Fragmento de ‘Navidad’.
Es justo el día de Navidad cuando me pongo a escribir este nuevo artículo con el que cerrar 2023 tras haber dado paso, en septiembre, al séptimo año de recorrido por los caminos artísticos que han caminado y caminan las mujeres leonesas. Durante este tiempo, más de ciento setenta nombres han protagonizado esta sección en un recorrido que espero haya servido para acercarnos un poquito más a algunos momentos de sus biografías y sus obras, despertando en ustedes, público lector, una cierta expectación hacia las mismas. Durante el mismo siempre hay fechas importantes en las que me da por pensar un poco más allá de las propias protagonistas, momentos significativos sobre los que algunas de ellas han trabajado, se han expresado, han reflexionado. Y los días en los que estamos no podían ser menos.
En plena vorágine navideña, con un despliegue de luces desbordando las calles más significativas de la ciudad, con escaparates llenos de llamadas de atención para provocar las compras, incluso compulsivas, bares y restaurantes que se desbordan de comidas, cenas y encuentros navideños, donde todo son felicitaciones y buenos deseos en muchas ocasiones un mero trámite al que año tras año pareciera que no podemos ni debemos faltar, nos dejamos llevar por los «cantos de sirena» que en estas fechas nos envuelven y olvidamos que solo un poquito más allá de donde estamos (en realidad a la vuelta de la esquina) hay otros mundos, otras realidades a las que no llegan esos buenos deseos, donde no hay Navidad que valga, ni fiesta, ni posibilidad de derroche alguno,..., y lo peor, donde la vida de las personas pende de un hilo, ese que suele ser quebrado por el capricho de quienes se creen en el derecho de jugar con las vidas y los derechos de los demás. Y así, en una mañana de Navidad que amanece cubierta por la niebla que niega a mi vista el paisaje siempre amable de la catedral elevándose sobre los tejados que se extienden ante mi ventana, y mientras muchos aún duermen, vuelvo una vez más al diálogo siempre enriquecedor con una de las escritoras que más me han aportado en los últimos años: Manuela López García (Cacabelos, 1910-2005). Y lo hago porque para ella la Navidad era una fecha muy especial, una fecha en la que se redoblaban sus permanentes deseos de Paz y de perdón, en ella, que tanto había sufrido a causa de una guerra fratricida siempre presente en su recuerdo porque «perdonar se perdona pero olvidarlo nunca». Y así dice: «Navidad es (...)/ abrazar al hermano con anhelo; / olvidar las ofensas y rencores;/ compartir su dolor y sinsabores/ ungiendo sus heridas y su duelo. / Navidad es llevar pan al hermano (...)/ En trozos repartir el corazón (...)». De ‘Navidad es...’.
Esta excelente poeta cacabelense, que hoy ya forma parte de la nómina de escritoras ligadas a la generación del 27 (Ver Mujeres del 27. Antología poética, edición de José Luis Ferris para la Austral, 2022), lleva en su corazón la Navidad desde apenas una niña, cuando no quería perderse por nada del mundo aquellos autos y pastoradas que se representaban en la iglesia de su localidad natal y en los que le encantaba participar y que fueron uno de sus primeros encuentro con la poesía, la que le llegaba de la mano de la tradición oral. Eran momentos de ilusión, de unión, momentos de compartir, momentos de esperanza, una esperanza que –posteriormente- no perdió nunca. Esos momentos, con el tiempo, pasaron a ser algo más, porque coincidiendo con la estela de otras poetas que habían comenzado a escribir poesía en los albores del pasado siglo XX, mujeres que soportaron en sus vidas duros conflictos bélicos y las consecuencias de los mismos, como las rusas Anna Ajmátova(1889-1966) o Marina Tsvetáieva (1882-1941), o nuestras compatriotas Ángela Figuera, Concha Méndez, Josefina de la Torre y ...tantas otras, abrió sus versos a una poesía también doliente en la que –como ellas- se abrió a la denuncia, a la denuncia de lo pequeño, de lo que deja el día a día más allá de las grandes batallas, de los padeceres de quienes día a día sufren las consecuencias que –seres inocentes- caen sobre ellos por el afán de quienes buscan ostentar el poder por encima de los demás. Algunos de esos versos siguen estando hoy de total actualidad si volvemos nuestra mirada a territorios como los de Gaza (tan próximo al lugar donde nació ese Jesús al que tanto celebran) o Ucrania (solo la punta del iceberg de tantos otros lugares que están en conflicto continuo pero que tan fácilmente olvidamos y por nombrar solo algunos); incluso podría parecer que han sido escritos –ahora mismo- para sus gentes (olvidadas por unos días entre el «ruido» de la fiesta y el consumo). Por eso quiero hoy despedir el año recordándola una vez más en estas páginas, a ella y a aquellos en quienes pensaba cuando los escribió, así como a quienes hoy pasan por circunstancias similiares: «(...) Los hombres se odian/ después de milenios; / los hombres se matan / sin piedad ni duelo, / y, tras de un crepúsculo/ de armas de fuego, / se escucha una voz, / (¿a dónde en el viento?): / «Amaos, hermanos. / Soy Jesús que vuelvo», / pero un gran disparo / lo dejó en silencio...». De ‘Nace el niño Dios’. O estos otros: «(...) Miles de pisadas / apaga la nieve, / miles de soldados/ se van a luchar (...)/ Y entre la metralla,/ y entre los cañones,/ la voz de los ángele/ se oye sollozar:/ -»Paz para los hombres, (...)/ de buena voluntad. De ‘¿Noche de Paz?’.
Leyendo a Manuela López, lo que ella contaba en los propios testimonios escritos que nos dejó (repasar para ello Manuela López García. Una vida, una obra. Ediciones del Lobo Sapiens, 2021) podemos extraer la conclusión de que si por algo eran tan significativas para ella estas fechas es porque en ellas son los niños los auténticos protagonistas, y por eso muchos de sus versos en torno a la Navidad y el significado que para ella tiene los encontramos recogidos en su libro 'Soñando infancias. Poemario (in)completo' (Ediciones del Lobo Sapiens, 2022). Escribió poemas a modo de nuevos villancicos, algunos dedicados a los belenes de su querida villa del Cúa, como el belén de Cacabelos o el belén de Prada, pensados para ser cantados, aunque no nos hayan llegado las melodías que los acompañaban; o el que titula “Villancico de las Rías Baixas”, escrito durante su estancia como docente en tierras pontevedresas; lo hará en gallego (incluyendo una disculpa: No sé hablar ni escribir el gallego. Perdón., lo que nos hace pensar que seguramente lo escribió para ser cantado por su propio alumnado, quizá con aires de muñeira por el ritmo marcado en su estribillo) y teniendo, en su última estrofa, un recuerdo para los pescadores, sin duda el oficio más abundante (y más duro) entre los padres de los niños de su escuela: «Xesusiño, Xesusiño,/ bendice Ti os nosos lares/ e coida d’estos homiños/ c’andan pescando dos mares. / Trae paz a noso mundo/ c’anda escarreixao de males, / e fai que todos seamos/ como hirmaniños carnales». De ‘Villancico d’as Rías Baixas’.
Naturalmente, fechas de regalos, también tienen su espacio en sus versos los protagonistas de nuestra tradición, una tradición que hoy está viéndose desplazada a pasos agigantados por otros personajes venidos de otras tierras y culturas como Papá Noel, mientras ella canta: «Horizontes de juguetes/ proyectan los Reyes Magos./ Horizontes de niños/ con ellos están soñando(...)/ Con pajes, con camellos, / vienen sembrando/ juguetes y juguetes/ do van pasando./ Amanece una estrella/ por los tejados,/ dulce ilusión se teje/ de luz y encanto. De ‘Reyes Magos’.
He de confesar que, personalmente, ni deseo ni disfruto de la llegada de estos días, pero leer algunos de los poemas que Manuela López escribió para dichos momentos consiguen acariciarme el alma y dotarla por momentos de una paz que para nada siento. Así que qué mejor que cerrar este año con los «sueños de Navidad» que ella misma nos dejó: «Sueño con la Navidad/ como caricia, cual beso,/ como libertad del alma/ que se ha perdido en el viento.(...)/ Navidad para el soldado/ que combate en los ejércitos,/ ¡qué arroje a la mar sus armas,/ qué rompa el sombrío cerco/ del odio y la crueldad/ y haga de la paz, senderos!(...)/ Quiero Navidad de pan/ para los hombres hambrientos(...)/ Quiero Navidad de estrellas/ para tantos seres huérfanos/ de amistad y de cariño,/ de ternura, de consuelo (...). De ‘Sueño de Navidad’.
Nos leemos en 2024. Felices días.