Sergio Martínez Valledor, leonés de Santa Lucía, es un tipo muy peculiar, de esos que sigue siendo un paisano allá donde esté, que en su caso es en Suiza, en la actualidad, después de haber triunfado en el complicado mundo de la cocina, siendo un reconocido chef internacional. «Pero a mí lo que me gusta es volver a Santa Lucía, con los míos, salir a cazar, que hace no sé cuánto que no puedo y tengo unas ganas de ‘hierro’ que no veo... o ir a setas, que me presta por el vivir».
Precisamente una vez que salió a setas se convirtió en noticia mundial al conseguir el ejemplar que aún sigue siendo la más grande, el récord mundial con un peso de 68,8 kilos, más de veinte kilos más que el anterior poseedor del ‘título’.
- ¿Sigues ostentando el título?
- Creo que sí, al menos nadie me ha dicho lo contrario. Me parece que es muy complicado encontrar un ejemplar mayor que aquel, es una verdadera bestialidad.
Y eso que ya hace cinco años que se produjo el hallazgo, en el paraje que en su pueblo conocen por La Boiga. La noticia saltó «a los telediarios», como dicen los clásicos. «Fue más que a los telediarios, tengo recortes de todo el mundo, ni sé de cuántos países diferentes, quince o así».
Todas las agencias, Europa Press por ejemplo, recogían el singular hallazgo: «Un leonés aficionado a la micología paseaba, con la idea de recoger setas, por el paraje conocido como ‘La Boiga’, un monte de su pueblo, Santa Lucía de Gordón, en la cuenca minera de la Hullera Vasco Leonesa. Se encontro Sergio Martínez Valledor con algo que no se acababa de creer, un ejemplar único de ‘laetiporus sulphureus’, una variedad de seta muy común y con un sabor a pollo cuando es cocinada, por lo que se la suele denominar como ‘seta de pollo’».
Lo de ejemplar único, que lo era, se debía a su tamaño «excepcionalmente grande», tanto que Sergio tuvo muy claro que podía ser único a nivel mundial».
Recoger la seta y trasladarla hasta su coche que tenía aparcado en un camino cercano le resultó nada fácil. «Por el medio se quedaron algunos trozos, como dos kilos más o menos» y una vez alcanzado el vehículo tuvo que «tumbar los asientos de atrás del coche porque no entraba en el maletero».
Eso es lo que decía la noticia y que Sergio recuerda perfectamente. «Así dicho parece bonito, pero no te imaginas el trabajo que me costó arrancarla y subirla hasta el coche, con mucho cuidado para que no se destrozara, que era muy fácil que ocurriera, es decir, a puro guevo, como decías tú que quería mi hermano Marco llevar a los rivales cuando era luchador».
Y nos recuerda Sergio que además de estar ‘en forma’ de andar por el monte y, sobre todo, como gran aficionado a la caza «nos viene de herencia lo de la fueza, recuerda que a Marco Antonio en la lucha le llamaban Hércules».
Pero una vez que logró llevar la seta de récord hasta el coche lo que más recuerda Sergio es el olor de la misma. «La tendría como dos horas en el coche y el aroma permaneció en el mismo como un mes. No te imaginas cómo olía, tanto que he guardado esos aromas en frascos —para entendernos, es más complicado— y la sigo utilizando cinco años después en esos experimentos que hacemos en la cocina».
Ahí enlaza Sergio Martínez Valledor su condición de aficionado a la micología, y a la caza, con la de cocinero de brillante carrera, chef que le llaman en todas las noticias, muchas, que aparecen si pones su nombre en un buscador. «Bueno, hice mis cosas, no me puedo quejar. Estudié primero en Oviedo, después en la Escuela de Cocina de Toulousse y, entre otras cosas, en un momento determinado un restaurante de lujo de Suiza con estrella Michelín buscaba un cocinero español, un chef, y ahí aparecí yo. Y en Suiza estoy nuevamente, aunque ahora como chef privado».
- ¿Qué es eso?
- Para que nos entendamos los de la Montaña de León, gente que puede y que te contrata.
- ¿Millonarios?
- Gente que puede. Pero no te equivoques, soy fiel al pensamiento de que ‘ninguna obra maestra fue creada por un artista perezoso’.
- ¿Y de dónde te viene esa pasión?
- De mi madre y mi abuela. Esas sí que eran cocineras de verdad.