Con un curriculum impresionante el ingeniero Juan Carlos Santamarta va a ser el primer leonés en recibir la Medalla de Honor de Ingeniería.
– ¿Qué supone como ingeniero recibir la Medalla de Honor en el ámbito Académico, Investigación y Publicaciones después de haber recibido ya numerosos premios y reconocimientos?
– Bueno, lo primero es que es un reconocimiento a nivel nacional. En segundo lugar, es un premio que te lo otorgan tus compañeros de profesión a través de una junta de gobierno y de decanos de todas las autonomías de España, lo cual es un orgullo y también una responsabilidad, porque estos galardones te los suelen dar cuando ya estás acabando tu trayectoria profesional. Yo, por el momento, mantengo la ilusión y las ganas del primer día, tengo la suerte de trabajar en lo que me gusta y como profesor, me llena de orgullo cuando me encuentro a ingenieros que fueron alumnos míos, con buenos trabajos y en diferentes puestos de responsabilidad, es lo que más me anima a seguir.
– ¿Y qué supone como leonés ser el primer leonés en recibirla?
– Mucho orgullo, por supuesto. Estudié en la Universidad Politécnica de Madrid con muchos ingenieros de León, algunos están en puestos de responsabilidad y otros en la Universidad, con unas trayectorias impresionantes. También en la Universidad de León hay unas Escuelas de Ingeniería muy potentes, que se han desarrollado mucho, desde que yo me marché, como Agrarias, Forestales, Industriales o Minas, de esta última fui alumno de doctorado para especializarme en aguas subterráneas. Valoro y aprecio mucho esta universidad y creo que parte del desarrollo que ha tenido León estos últimos años ha sido gracias esta institución. Además, tenemos ya a dos leoneses en la NASA, Sara y Pablo, seguro que en breve tendremos otro paisano con este reconocimiento.
– ¿Cómo acaba un leonés en la Universidad de La Laguna?
– Circunstancias de la vida, una vez acabada la carrera comencé a trabajar en Madrid, a esa edad te apetece ver mundo y cambiar de aires. Las cosas no estaban muy bien en León para trabajar con algo relacionado con mis estudios. Mucha gente de mi generaciòn también se fue. En mi caso, primero probé en la isla de Tenerife, donde trabajé como ingeniero en obras hidráulicas, posteriormente me destinaron a la isla de El Hierro. Ahí, me llamó mucho la atención los sistemas para obtener el agua, mediante unos pozos con grandes diámetros (pozo canario), minas que drenaban agua (galerías) y árboles; sabinas y tilos, que filtraban el agua de las nubes procedentes de los vientos alisios, la conocida como ¡lluvia horizontal’ y que abastecían a pequeñas explotaciones agrarias.
– ¿Ahí nació el interés por todo lo relacionado con el agua?
– Se podría decir que sí. Me interesé por el mundo del agua de las Islas, hice un doctorado sobre este tema en la Escuela de Ingenieros de Caminos de Madrid y después, de una carrera profesional con diferentes proyectos principalmente hidráulicos y ambientales, me integré en la Universidad de La Laguna desarrollando proyectos de investigación y desarrollo, nunca he dejado de ejercer de ingeniero.
– Un leonés se adapta a todos los lugares y climas.
– He de decir, que desde el primer momento que pisé las Islas Canarias me trataron como a uno más, sus gentes, su cultura, su alegría, hicieron que sintiera esa región como mi hogar, de ahí que me estableciera y creara una familia.
– ¿Qué queda de León y lo leonés en Juan Carlos Santamarta?
– Todos los días me acuerdo de León, sigo las noticias por las redes sociales, me encantan los grupos de fotos antiguas de la ciudad. No es nostalgia, mi padre, que era muy leonés, de Villamarco, cuando le decía como llevaba que estuviera tan lejos, me decía que «uno no es de donde nace, si no de donde pace». Por otra parte, todavía sigo usando muchas palabras leonesas en mi día a día, que mis hijos han adoptado, como: trancar, mancar, prestar, telares…algunas, incluso se dicen en Canarias. Cuando voy a León, desde que salgo de la estación de tren, se me cambia el acento y mis hijos sonríen, me dicen también que los de León hablamos muy alto, será por ser profesor.
– ¿Conserva tradiciones?
– En casa de mi madre, aunque tampoco vive ya en León, todavía se siguen muchas tradiciones de la tierra y se consumen productos leoneses, pese a la lejanía, nunca faltan. Ella nos recuerda muchas veces de donde venimos y cuales son nuestros orígenes en Bercianos del Real Camino cerca de Sahagún y en la montaña leonesa. Lo que nunca falta en la cena de nochevieja es un buen vino de León, no me cuesta conseguirlo, porque llegan muchos a Canarias.
– ¿Qué echa de menos?
– Ir al baloncesto, como cuando iba a ver al equipo de la ciudad de entonces, el Elosua. Mis hijos han seguido la tradición familiar del baloncesto, juegan en la cantera del Canarias, que casualmente juegan de amarillo, como lo hacía aquel equipo de León que nos hizo vibrar tantos años.
– Su especialidad es el agua, los recursos hídricos ¿El futuro, tal vez el presente, pasa por una acertada gestión del agua?
– El futuro, en León, y creo que en cualquier región pasa por cambiar el paradigma de la gestión del agua, en el sentido de que se debe trabajar desde reducir la demanda, no aumentar la oferta. Hay que ser más eficientes con la gestión del agua, reducir las pérdidas en las conducciones y su derroche, Inculcar a las nuevas generaciones de lo valioso que es el agua. Por otro lado, está la cuestión del cambio climático, su relación con la disponibilidad del agua es importante. Es evidente que habrá cambios que nos van a afectar como el cambio de patrón de lluvias y la subida de temperaturas, que provoca, por ejemplo, que los cultivos demanden más agua.
– ¿Podría ser la provincia de León una ‘potencia’ en este campo? ¿Lo es? ¿Debería aprovechar mejor este recurso?
– Por supuesto, León tiene una calidad de aguas subterráneas y superficiales excepcional, una de las razones es la extensión de masa forestal que existe y que hace de filtro de las lluvias, favoreciendo la infiltración del agua y conservando los suelos. Otro motivo es la gran extensión de espacios naturales protegidos que hay, que hacen de perímetro de protección para evitar la contaminación de las aguas. Una muestra es la cantidad de aguas minerales que existen en la región.
– Existe una curiosidad tal vez desconocida, al menos en León, y es que en las Islas Canarias hay más minas que en León, mejor dicho que había en León en la buena época del carbón, ¿y eso tiene mucho que ver con el agua?
– Pues sí, esto es una cuestión que mucha gente no sabe, actualmente hay más de 1700 explotaciones mineras en Canarias, son minas que extraen el agua del subsuelo de la isla, en total más de 2000 kilómetros de galerías perforadas, mediante explosivos fundamentalmente. La mayoría están en Tenerife, La Palma, El Hierro y Gran Canaria. Trabajé muchos años en estos temas, no solo en Canarias sino en Hawái y Cabo Verde, donde existían este tipo de minas.
– ¿Con las mismas técnicas de la minería del carbón, por ejemplo?
– Exactamente las mismas. Incluso la maquinaría había llegado desde León y Asturias. Esto sorprendía mucho cuando presenté un libro que escribí sobre el tena y que me hizo mucha ilusión pues me lo presentó en León mi antiguo profesor en el Leonés, Alfonso García. El libro como todo lo mío está a disposición de todos, gratis, en Iternet.
– ¿Qué es lo primero que hace cuando regresa a León y qué no perdona en sus visitas?
– Ver a mis amigos, que siguen siendo los mismos de toda la vida. No perdono una visita a Casa Blas, de pequeño siempre que pasaba, me compraba un cucurucho de las picantes. Un prieto picudo con morcilla en La Bicha. Una buena comida de la montaña leonesa, en el Casa Llamas, en el que fue mi barrio. Y, lo más importante, las comidas que prepara mi tía Carmen, que es una cocinera excepcional.
– ¿Algún consejo para sus paisanos?
– Qué sigan siendo tan auténticos y que cuiden de esta tierra y sus costumbres, todos los que estamos fuera, cuando volvemos, tenemos la sensación de nunca habernos ido, por algo será.