Al contrario que estas, las tórtolas turcas son mucho mas confiadas, y de un carácter más urbano, siendo frecuentes en parques y jardines y todo tipo de hábitats mas humanizados.
Mucho menos llamativas que las comunes, tienen un tamaño sensiblemente superior. Poseen un llamativo collar negro que destaca sobre su monótono plumaje grisáceo y marrón claro.

En nuestro país se vieron los primeros ejemplares en la década de los 60, aunque fue a partir de los 80 cuando se instaló definitivamente por toda la península.
A medida que la tórtola turca se expande, las tórtolas comunes van progresivamente desapareciendo de nuestros campos. Cada vez es más difícil oír el suave y monótono canto de las tórtolas en las calurosas tardes de verano.
Los problemas a los que tiene que enfrentarse la pequeña tórtola común son los que ya he comentado en muchas ocasiones para otras especies: la excesiva presión cinegética sobre la especie, la mecanización agrícola, el auge del monocultivo, pesticidas y fertilizantes…. Y por si todo ello fuera poco, la presión de la invasora venida desde la otra parte del mundo. No lo tiene nada fácil nuestra tórtola.
Pese a su mala fama, las tórtolas turcas son unas aves que año tras año tengo en mi jardín, y a las que ya tengo relativo afecto. Con su ruidoso aleteo las oigo siempre antes de que aparezcan con las alas abiertas en un planeo final hasta que se posan. Su canto es muy característico y agudo.