El director de la Escuela de Arte y Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de León, Jorge Martínez –director asimismo del evento–, el responsable de la Unidad de Medios Audiovisuales y Laboratorio de Fonética e Idiomas de la Universidad de León, Antonio Barreñada, y el presidente de la Asociación de Pendones del Reino de León, Luis Bandera, se reúnen en una cafetería de la capital provincial frente a la muralla romana, donde se embarcan en una conversación sin descanso sobre los detalles a pulir del que será el primer Congreso ‘Los Pendones’ de la historia de este bien patrimonial. Sus entidades son tres de las diez que colaboran en la organización y puesta en marcha de esta iniciativa; una que «surge desde la ULE, al amparo de organizar un congreso en el que se sumaran iniciativas de estudio de pendondes, no sólo de León, también de las provincias aledañas». Así lo explica Martínez, que atribuye a su contacto con Barreñada y Bandera el caldo de cultivo para fraguar esta «puesta en valor» del bien inmaterial. «De esos contactos empieza a surgir un nuevo núcleo académico que tuviera una vertiente social», añade: «Aglutinar lo académico con lo social, ese es nuestro cometido».
Partiendo de esa premisa, mesas redondas, conferencias, coloquios y numerosos tipos de actividades se harán protagonistas en el Instituto Leonés de Cultura y la Biblioteca Universitaria de San Isidoro, extendiéndose incluso hasta Mansilla de las Mulas desde el día 11 y hasta el 13 de abril, cuando la iniciativa culminará con un desfile de pendones de León, Zamora, Cantabria, Palencia y Portugal. Aprovechando así los cinco años desde que esta tradición fuera reconocida como Bien de Interés Cultural, amparándose además –como indica Martínez– «en los veinte años que cumple la Asociación de Pendones del Reino de León. El número mágico, cinco por veinte: cien. Serán cien los pendones que desfilarán esa mañana».
Jorge Martínez, director de la Escuela de Arte: "Aglutinar lo académico con lo social es nuestro cometido"
«No es un congreso únicamente de pendones concejiles», analiza Barreñada, que hace mención de «otro tipo de enseñas: como son las señoriales, las militares y otros emblemas que no son los pendones de nuestros pueblos». Será, en sus palabras, «una unión de todos esas señas sin que se confundan, sino mostrando sus distintos valores». Una puesta de largo de la historia de esta zona, avalada por la de sus pendones. También, y así lo señala el director de la Escuela de Arte, una forma «de poner en valor la labor que estas asociaciones están haciendo en pro de la recuperación de este tipo de bienes».
Asociaciones como la del Reino de León, que vaticina numerosos actos para este veinte aniversario. Un colectivo presidido por Luis, que ensalza el origen rural de los pendones, a lo que Jorge corrobora contundente: «La gente de los pueblos es la esencia y la savia de que todo esto se haya mantenido hasta nuestros días y a ellos es a los que hay que reconocer ese trabajo y esa tarea; nosotros somos meros instrumentos». De igual manera lo piensa el profesor de la ULE, que se remonta a la fecha del reconocimiento de los pendondes como BIC para explicar: «En ese momento, no se nos daba una aportación dineraria para ese bien, sino que adquiríamos un contrato que nos obligaba a preservar y difundir ese patrimonio de interés cultural». Una obligación que pasa por «poner en marcha las herramientas y conocimientos necesarios para que este bien sea conservado, conocido, difundido y extendido a todos los ámbitos académicos y escolares». Antonio alaba las concentraciones, romerías y celebraciones que involucran a estos elementos de la historia leonesa, sin olvidarse de que, «institucionalmente, tiene que haber un compromiso con todas esas cosas: la ULE lo hace de esta manera».
Luis Bandera le interrumpe escueto, en una demostración del interés común de estos tres paisanos por reconocer unos bienes patrimoniales que, como bien indican, han ido cayendo en el olvido institucional. «Será también momento de que ese respeto que se tiene que tener por las tradiciones lo traslademos, por ejemplo, a San Froilán, que no se convierta en un desfile de peñas», razona Bandera sobre los días de congreso: «Tiene que ser algo más serio, más profundo y servir para que la gente de los pueblos reciba una clase que hace mucho que tenía que haber dado la administración y que ahora ha hecho la universidad».
Precisamente, el docente universitario atribuye ese olvido a que «hay demasiada hibridación de la realidad, de la novelación y, a veces, de la ilusión». «Y del protagonismo», suma Bandera, al que Barreñada no tarda en responder: «Se hace necesario, muchas veces, explicar a la gente a base de tópicos ciertos». Y hace referencia a la expresión que reza «la campana y el pendón, del pueblo son». «El pendón no era religioso, el pendón pertenecía al concejo, al pueblo», explica: «Es una forma de observar la organización social, el sistema concejil donde la campana era mucho más que dar un toque de misa. Esos elementos que forman parte del patrimonio inmaterial y social, del patrimonio histórico, cultural, vivencial de nuestros pueblos, no son conocidos por la inmensa mayoría».
El profesor echa mano de un segundo tópico para demostrar que «las tradiciones son muy revolucionarias», describiendo a los pendones como «tela rica en arca vieja». «En arca vieja hay más que una tela rica», afirma: «Hay una forma de vivir en sociedad que hoy, desde movimientos muy progresistas, se intenta perfilar como algo novedoso y nosotros lo hemos tenido; una forma de vida en la que el trabajo comunal era fundamental para la subsistencia de los pueblos y en la que la asamblea, el concejo, era la forma de decisión». Así, con este congreso, lo que se pretende es «tomar el pendón, no como bandera, pero sí como enseña de una cultura que supone elementos revolucionarios». «Y que se han convertido en símbolos identitarios de nuestra sociedad», sentencia Martínez. Todo ese simbolismo a modo de reflejo de unos valores que –señalan– marcan la identidad de esta tierra se hace presente en un lema adoptado por la asociación de Bandera. «Son tres palabras», indica Barreñada: «Fuerza, unión y equilibrio. Es lo que se pide para llevar bien un pendón y es lo que pedimos para la sociedad: fuerza para levantarse, unidad para avanzar y equilibrio para mantener».
Y es que la idea de poner en marcha esta iniciativa parte además de la necesidad de «dar voz a los sin voz», como señala el organizador del evento. También, de luchar en contra de esa «tendencia general a radicar la promoción y difusión cultural en la ciudad», como analiza el docente de la ULE: «León siempre ha sido una ciudad de pueblos; su variedad es una riqueza de la provincia». Los tres vislumbran en la tradición de los pendones una forma de unión que no se encuentra en otras enseñas. «Es curioso que pasar barreras como el Manzanal siga siendo un reto para muchos elementos de nuestra vida social», desarrolla Barreñada: «Y los pendones lo pasaron sin ningún problema». Recuerda el centenario de la Virgen de la Encina y cómo desfilaron juntos cien pendones de la provincia, de los que treinta pertenecían al Bierzo. «Significó una oportunidad del encuentro, del conocimiento, de verte con el otro, de celebrar con el otro, porque somos muy tribalistas también», reflexiona el docente, a lo que su compañero de mesa, Bandera, comenta: «Y muy localistas». Sendas miradas acaban por concluir que «los pendones han unido y ese valor es uno más».
Antonio Barreñada, docente en la ULE: "Recibimos el patrimonio de los padres y se lo debemos a los hijos"
«Hay una dinámica de amistad y camaradería», dilucida el presidente de la asociación sobre los encuentros de pendones. Eventos versátiles en cuanto a su carácter, a veces formal y, otras, informal. «No renunciamos a la celebración de la tortilla y la bota, pero tenemos que saber dónde», señala Bandera: «Si vas a una barbacoa y es verano, vas en pantalón corto y camiseta, pero si vas a casa de tu suegra no; si representas a tu provincia fuera de la provincia, tienes que ir como tienes que ir». Y es que, en palabras de Barreñada, «otra de las aportaciones» de los pendones a la sociedad leonesa es su «papel de representación de León» fuera de esta tierra. Habla de citas en las que estos elementos han sido protagonistas, como el Año Santo Compostelano en la capital gallega o las jornadas de León en Sevilla. «Es decir, no son una bandera, pero sí que se han convertido en bandera de León», analiza con gesto sonriente: «Se han convertido en una seña de León y, en ese sentido, si no valoramos esto, si no ponemos esto sobre la mesa como un elemento que debemos potenciar, proteger y difundir, estaríamos siendo no sólamente injustos, también estúpidos».
El director del congreso toma la palabra con rotundidad. «Somos legatarios de nuestro patrimonio», afirma: «Si no lo conservamos, si no lo mantenemos, difícilmente vamos a hacer que las generaciones venideras lo puedan disfruta y el desfile servirá para concienciar». «Y de hermanar, de quitar barreras», añade Bandera.
Sus declaraciones sirven al docente de la ULE para referirse a un tercer y último «tópico cierto», aludiendo a la complejidad de la significación del término ‘patrimonio’. «A veces hay confusión y la gente entiende por patrimonio el pecuniario», termina por decir, con todos los sentidos puestos en la conversación: «Yo entiendo que es lo que recibimos de los padres y debemos a los hijos. Nosotros somos meros transmisores de un bien y lo que corresponde es que eso sea valorado y difundido. Por esto, el Congreso es tremendamente importante y un feliz hecho que hay que celebrar».