Tragedia documental

Pedro Ludena comenta la película de Walter Salles, 'Aún estoy aquí'

28/02/2025
 Actualizado a 28/02/2025
Un fotograma de la película 'Aún estoy aquí' de Walter Salles.
Un fotograma de la película 'Aún estoy aquí' de Walter Salles.

Hay tragedias que nunca debería caer en el olvido. Más a menudo de lo que a sus víctimas les gustaría, la verdadera justicia llega demasiado tarde, si es que acaso llega, y el recuerdo de estas mantiene viva no solo la esperanza de sus seres queridos de obtener cierto consuelo al final de un terrible camino, sino la advertencia de que aquellos horrores no deben repetirse jamás. Como altavoz intergeneracional que es, el cine acostumbra a ser el canal elegido para dar voz a estos olvidados potenciales, dando lugar a multitud de dramas históricos que pueblan la cartelera año tras año. Y a pesar de que de muchos suelen sonar como favoritas en la época de premios, solo unas pocas se han hecho un hueco entre los clásicos del séptimo arte. Desde obras ya míticas, como ‘La vida es bella’, hasta algunas más recientes, como ‘Persépolis’, docenas de cintas han narrado de primera mano las nefastas consecuencias de las dictaduras del siglo XX, que han dejado cicatrices en la historia de tantos países, como el nuestro. De la Alemania Nazi se han hecho tantas que ya constituyen su propio subgénero, pero aún hay muchas otras represiones y genocidios que no han sido expuestas al ojo público a través de la lente de una cámara, o al menos que no han llegado a impactar más allá de sus fronteras. Gracias a ‘Argentina 1985’ el mundo recordó la represión que sufrió dicho país bajo la férrea dictadura del General Videla. ‘No’, de Pablo Larraín, ilustró la cura democrática chilena contra el virulento Pinochet.  Y todo espectador más allá de nuestras fronteras que haya visto ‘Las bicicletas son para el verano’, ‘La lengua de las mariposas’, ‘La trinchera infinita’, ‘El laberinto del fauno’, etc., o cualquier otra obra de nuestro surtido abanico de cine sobre la Guerra Civil y su ardua postguerra, se habrá estremecido al comprobar cuán lejos llega el odio entre compatriotas. Ahora, le ha tocado el turno a la dictadura militar de Brasil, que atemorizó al país desde 1964 a 1985, la cual se pone de nuevo bajo el reflector gracias a ‘Aún estoy aquí’, la candidata nacional para los Oscar dirigida por Walter Salles y que, aunque difícilmente se llevará el galardón a mejor película, es probable que sea elegida como mejor película extranjera.

 

Raro es el caso de una película que con semejante carga dramática y una perspectiva biográfica no se gane a la crítica y a buena parte del público. Aunque solo sea por lo desgarrador de su historia y por las magníficas actuaciones que la canalizan, ya vale la pena echarle un vistazo a ‘Aún estoy aquí’. No obstante, es precisamente su apego a la realidad lo que arrastra a la película brasileña al terreno del documental, sin ningún añadido, además de sus laureadas reinterpretaciones de los protagonistas reales de su historia, que justifique su condición de obra de ficción. A pesar de adivinarse cierto sello directoral al principio de la cinta, intercalando filmaciones caseras en super 8 con el metraje normal y presentando secuencial y ocurrentemente a la familia protagonista, esta no tarda en volverse un simple retrato de la verdad; con toda su dureza sí, pero sin servirse de ningún tipo de artificio visual o narrativo que el cine pone a disposición de todos aquellos dispuestos a sacrificar, aunque sea ligeramente, la verosimilitud de un relato para filmar el suyo propio. ‘Aún estoy aquí’ termina siendo una secuencia de momentos, un recorrido por los días más difíciles de una familia que sufre una pérdida repentina, una historia de resiliencia y perfectamente representada; pero un pobre ejercicio de cine, que debería suponer algo más que poner a gente frente a la cámara para contar una experiencia real. Para eso están los documentales

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