Un trampolín para los nuevos talentos de Londres

Sophie Allnatt y Leo Dixon, dos futuras estrellas de la danza inglesa, protagonizan ‘El Cascanueces’, que este jueves se exhibe en Cines Van Gogh

Javier Heras
28/12/2023
 Actualizado a 28/12/2023
Imagen del célebre ballet de Chaikovski 'El Cascanueces'. | TRISTAM KENTON / ROH
Imagen del célebre ballet de Chaikovski 'El Cascanueces'. | TRISTAM KENTON / ROH

Más que un clásico familiar, ‘El Cascanueces’ se ha convertido en una tradición cultural ineludible. El Royal Ballet de Londres recupera su producción de Peter Wright, que en 2024 cumple su 40 aniversario. Otra Navidad más, la compañía despliega su impresionante plantel de estrellas: casi una veintena de funciones donde se alternan nombres tan consolidados como Marianela Núñez, Mayara Magri o Sarah Lamb, pero también talentos emergentes que se enfrentan a su primera gran oportunidad. 


Este jueves, Cines Van Gogh retransmite una grabación del pasado 12 de diciembre de la obra maestra de Chaikovski. Significó la puesta de largo de dos jóvenes ingleses. En la piel del Cascanueces, Leo Dixon, con su físico de modelo y su don para la mímica. Graduado en 2015, lleva seis años en el corps de ballet de Covent Garden, y apenas uno como solista. Eso sí, ya le ha dado tiempo a curtirse en el repertorio clásico (‘Giselle’, ‘Raymonda’), a la vez que han creado papeles para él autores contemporáneos como Liam Scarlett (en ‘Frankenstein’) y Crystal Pite (en ‘Flight Pattern’). Por su parte, su compatriota Sophie Allnatt se educó en el Royal Ballet School durante ocho años. De ahí saltó a Escocia y a Alemania, donde ya encarnó al Hada del azúcar en el Ballet Madgeburg; en cambio, aquí será Clara, su primera protagonista desde que regresó a Londres en 2018. Tan admiradora de Tamara Rojo como del rapero Dr. Dre, tan dispuesta a la danza experimental como a la académica, destaca por su trabajo rápido de pies y la fluidez de su movimiento.

 

Imagen Artists of The Royal Ballet in The Nutcracker The Royal Ballet ©2015 ROH. Photograph by Tristram Kenton
| TRISTAM KENTON / ROH

El elenco lo completan dos artistas ya reconocidos. La londinense Anna Rose O’Sullivan (1994) continúa su ascenso: después de interpretar a Aurora, Odile, Julieta o Alicia, es el turno del Hada del azúcar. Formada en el West End con musicales como Los miserables, y premio Young British Dancer de 2011, conoce a la perfección ‘El Cascanueces’: lleva bailándolo desde su graduación en 2012. No menos sobresaliente es la trayectoria de Marcelino Sambé (1994). Hijo de padre guineano y madre portuguesa, se crió con danzas africanas, y gracias a una beca del Prix de Lausanne llegó al Royal Ballet en 2012. A los galardones de la crítica (en 2017 y 2019) suma un hito: ha sido el segundo bailarín negro –tras Carlos Acosta– que asciende al plantel de solistas principales de la compañía (sí, en todo un siglo de historia). Aquí será el Príncipe, un papel que añade a los de Romeo, Lescaut, Oberon… «O’Sullivan y Sambé están tan sincronizados, combinan tan bien en altura, físico y musicalidad, que parecen destinados a una colaboración a largo plazo», ha elogiado el crítico Jonathan Gray.


En el foso, uno de los grandes directores americanos de este siglo: Andrew Litton (1959). El neoyorquino se formó en la prestigiosa escuela Juilliard, donde ya pudo acompañar al piano a leyendas como Nureyev o Natalia Makarova.

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| TRISTAM KENTON / ROH

Después de ser asistente de Rostropovich en la National Symphony Orchestra de Washington, ha asumido la titularidad de orquestas como la Sinfónica de Dallas (1994-2006) y la Filarmónica de Bergen (2003-2015), que con él ha afrontado sus giras internacionales más exitosas, incluido su debut en los BBC Proms.


Ganador de un Grammy con la Filarmónica de Bornemouth, y nominado por el musical Sweeney Todd, cuenta con más de 130 grabaciones en su haber, y desde 2015 es el responsable musical del New York City Ballet. También acude como invitado habitual a óperas como el MET o Berlín, y sinfónicas como las de Chicago, Israel, Londres, Singapur o Galicia, donde dejó muy buen recuerdo el pasado noviembre con la Segunda de Rachmaninov.


Covent Garden representa desde 1984 el montaje del coreógrafo inglés Peter Wright de ‘El Cascanueces’. Si el público no se cansa de él se debe a su impresionante atención por el detalle, sus imaginativos decorados y el vestuario de época de Julia Trevelyan Oman (recordada por su ‘Bohème’ de John Copley, de 1974). La caracterización de los personajes es afilada y verosímil, y el argumento de cuento de hadas, sumado a su breve duración –apenas 90 minutos–, lo hace más accesible a la familia. Eso sí, exige gran virtuosismo de los bailarines, y su partitura contiene páginas inolvidables. Chaikovski la escribió en plena depresión, tras la muerte de su hermana, la enfermedad de su colaborador Petipa y la ruptura de su mecenas. Pero supo demostrar su don para las melodías –llenas de ingenio y sensualidad– y su dominio de la orquestación. Muchos pasajes nos suenan de bandas sonoras del cine, anuncios, videojuegos o series.

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