Trascender la poética fugacidad de un instante

La fotógrafa leonesa Belén Sánchez Campos participa desde 2020 en varias muestras internacionales que le han hecho alzarse con varios galardones

Mercedes G. Rojo
12/12/2023
 Actualizado a 12/12/2023
La fotógrafa Belén Sánchez en el Espacio Yvium. | VICENTE GARCÍA
La fotógrafa Belén Sánchez en el Espacio Yvium. | VICENTE GARCÍA

En el panorama artístico leonés del momento, si hay una disciplina que destaca por la presencia de mujeres en el mismo es precisamente la fotografía, un arte joven en relación con las otras artes más clásicas pero que ya tiene un recorrido histórico de casi un par de siglos desde sus primeras manifestaciones. Dentro de tal marco hay que destacar que fue un arte transitado desde lo femenino desde el primer momento de su aparición, llegando algunas de esas mujeres a destacar en el mismo como pioneras, ya fuera como reporteras de guerra –y ello a pesar de la peligrosidad que ello suponía- o como antropólogas, que dejaron para la posteridad imágenes hoy únicas. 

Algunas de ellas, como en el resto de los campos artísticos, tuvieron que jugar con determinadas argucias para que no se supiera que tras su firma o su trabajo estaba una mujer, y otras incluso se escondieron tras el de un padre, un hermano o un compañero. Afortunadamente esos tiempos quedaron atrás y hoy son muchas, muchísimas, las mujeres que destacan en este arte y León no es ajena a dicha realidad. Estas mismas páginas son testigo de muchas de ellas y de estas algunas tienen –a través de su obra- repercusión nacional e incluso internacional, con propuestas realmente interesantes. 

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Una de las piezas de la fotógrafa leonesa en homenaje a Fan Ho. 

Si esa es la realidad, en relación con nuestra provincia no sabemos aún a qué momento podemos retrotraernos para encontrar en el panorama femenino leonés alguna huella de su paso por el mismo en épocas anteriores a la nuestra, así que hoy vamos a ocuparnos de ese rico presente y lo haremos en la figura y obra de Belén Sánchez Campos (León). Conocí su obra por casualidad, a través de una pequeña muestra que en el mes de marzo presentó en el espacio Yvium, un lugar que suelo frecuentar y que últimamente me está deparando muchas buenas sorpresas. Y he de reconocer que sus fotografías me llamaron la atención, dejando en mí una reminiscencia al mundo pictórico de algunos autores reconocibles y una especial atracción por la luz que plasma en ellas.  Y comencé a interesarme por su autora y, de paso, a encontrármela en relación con otras circunstancias que la situaban en diferentes escenarios internacionales. Y es que esta fotógrafa leonesa  (que reconoce haberse acercado al mundo de la fotografía ya en su época de adolescente), ha venido desarrollando su trabajo más públicamente a lo largo de los últimos años, sobre todo a partir de 2020, habiendo participado desde entonces en diferentes muestras colectivas e individuales y recibido diferentes galardones que le han permitido mostrar su obra en un marco de internacionalidad  como el propuesto por la muestra «Europa es Cultura», que la ha llevado entre ganadores y finalistas de momento a Madrid y Bilbao, o el Primer Festival Internacional de Fotografía de Calle, realizada recientemente en México, concretamente a través  de la exposición «Lineup Through Her Eyes» en el Centro Queretano de la Imagen. 

«Influenciada por el cine clásico y la pintura» y las figuras del fotógrafo Elliott Erwitt y de los directores de cine Billi Wilder, Kazan, Capra, Hitchcock… En primer lugar,  nos dice de su relación con la fotografía que «es una proyección de mí, me siento atraída por la soledad del ser humano, la intimidad de un hecho cotidiano, la belleza de las pequeñas cosas, capturar un instante aparentemente irrelevante pero que puede no serlo», y no duda en definir lo que hace como  «sobre todo (yo) lo llamo foto cotidiana de momentos que a mí me trasmiten algún tipo de emoción, no salgo a hacer fotos sino que las encuentro en mi vida diaria, bien cercanas como la del Camarote Madrid o la calle Varillas, o más lejanas en Gijón o la Coruña», como bien cercanas podemos reconocerlas los leoneses que a menudo recorremos estos mismos rincones que ella plasma. Como artista fotográfica, Belén se siente  «en continua evolución, no quiero encasillarme en un estilo, depende del momento, de las emociones, y la fotografía es como la vida, no podemos verla con los mismos ojos», y también por ello no tiene intención de modificar su línea de trabajo sino que «mi proyecto es continuar haciendo ese tipo de fotografía, que es la fotografía cotidiana, la fotografía con gente que te transmite algo y sigo en esta línea». Se lo transmite a la fotógrafa y se lo transmite al espectador que admira sus instantáneas que en algunos casos trabaja luego en casa, siguiendo el proceso que hasta hace bien poco (algunos lo siguen haciendo)  se seguía en el proceso de laboratorio, sobre todo en aquellas realizadas en color donde busca un tratamiento del mismo que realce un poco la fuerza y el contraste de las obras. Y confiesa a este respecto: «La fotografía nocturna es algo que estoy experimentando últimamente y me encantan los azules que aparecen en las fotografías, aunque algunas están realizadas de día...». Y es que muchas de sus fotografías en color, al menos las de la última etapa,  parecen buscar esos momentos nocturnos unas veces, invadidos por la niebla otros, donde los puntos de luz buscan enganchar con nuestra mirada desde donde esta se deslizará a esos otros lugares de la escena donde se nos muestra esa intimidad de las personas, ese refugio propio que parece esconderse y esperarnos entre la penumbra, como en los cuadros del pintor Edward Hopper que reconoce como una de esa últimas influencias. Y  si este pintor estadounidense es una de sus más recientes referencias no lo es menos el fotógrafo chino Fan Ho, «cuyas fotografías consiguen destilar una gran sensibilidad y misterio», con una impresionante obra en blanco y negro (y aquí he de reconocer mi debilidad por este tipo de fotografía.

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Otra pieza del homenaje a Fan Ho. 

Personalmente, en la estética fotográfica de Belén Sánchez no me ha sido difícil reconocer , además de estas influencias claramente manifestadas por ella, esa otra marcada por el cine que marcó sus primeras experiencias, e incluso  los ocho años de pintura que en su momento le dedicó al óleo. A cualquiera que conozca mínimamente este tipo de pintura y haya hecho un recorrido cinematográfico por la filmografía de los cineastas anteriormente mencionados no le pasará tampoco desapercibida su huella.  Al final, todo ello confluye en una obra fotográfica  con una apreciable «debilidad por las sombras y luces, diagonales y geometría», una estética dentro de una fotografía fundamentalmente urbana, lo que muchos llaman una fotografía de calle, en la que se alterna la presencia de  un particular tratamiento  del color pero también  del blanco y negro, una fotografía que ella considera más bien como «fotografía de lo cotidiano», en la que los lugares, las calles, los edificios,..., mantienen un especial diálogo con las personas que los transitan, que los viven, incluso pudiéramos decir que los sueñan. Y es capaz de crear una atmósfera tal que, en muchos casos te hace sentir más dentro de la propia escena  que como un simple espectador de la misma. 

Son muchas las cosas que podrían decirse de la obra fotográfica de  Belén Sánchez. En cualquier caso, querría terminar este acercamiento a la misma, que recomiendo encarecidamente, con unas palabras que Amando Casado  (otro interesante fotógrafo, además de comisario de arte, de nuestra provincia) le dedicó en su momento en su proyecto de «Fotogalería leonesa»: «En las imágenes de Belén confluyen una serie de circunstancias muy particulares que determinan una manera de ver el mundo y de fotografiarlo(...). La suya es una mirada íntima, un tanto tímida, (que) se aproxima a las diversas escenas guiada por una causa emocional y sensible, sus temas son muy cercanos, incluso rutinarios, lo cotidiano del día a día forma parte de sus tomas habituales... Es una visión del mundo con un sesgo introspectivo que conforma una especie de álbum personal, reflejo de sus experiencias emocionales».

En cualquier caso una fotografía para dejarse llevar por lo que transmite y, desde mis ojos de escritora, descubrir en cada una de ellas todas las historias que pueden esconderse detrás de un solo instante, por más habitual que este pueda parecernos. 

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‘El tiempo que nos devora’, una de las fotografía de Belén Sánchez seleccionadas en México. 

 

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