La hembra de seis años y el macho de cinco, inseparables durante los últimos dos años por fin habían sido capaces criar. O al menos es la primera vez que me han presentado a su prole. Gente de la zona me comentaba que ha habido más cría otros años, pero lo cierto es que en los años que llevo trabajando la especie, nunca hasta esa fecha pude confirmar ese extremo.

El 15 de noviembre se repitió la situación, aunque los buitres que acudieron a la comida que les puse a las águilas hicieron que la cría se mostrara muy esquiva y nerviosa.
El 2 de noviembre no pude aguantarme y repetí visita a las reinas de los cielos y fue uno de esos días para no olvidar jamás. Tanto la pareja como la cría entraban sin cesar y se posaban a pocos metros de mi aguardo, desde donde oculto, a través de un cristal espía, las fotografié a placer durante una interminable sesión. Tengo miles y miles de fotos de la especie, pero las fotos de ese día no creo que se repitan jamás. Y es que tener tres reales a pocos metros de ti, no es algo que pase todos los días.
Después de esa fecha pronto empezó un nuevo ciclo reproductivo, y los padres echaron de su territorio a la cría, que deambulara todavía durante unos años, hasta alcanzar a su vez la madurez sexual y encontrar pareja con la que establecerse en un nuevo territorio.
Este año aun nada me hace pensar que hayan criado de nuevo. Tardarán todavía un par de meses en hacer acto de presencia con su nueva infanta, si es que este año las condiciones les han permitido sacar adelante una nueva cría.
Todas las fotos de mis artículos han sido realizadas con la autorización y supervisión de la Delegación de Medio Ambiente de la Junta de Castila y León.