Un cartel para la historia

Javier Cardo es el responsable de los carteles de las tres últimas ediciones de la Feria del Libro, logrando en el caso de este año una perfecta fusión entre el principal símbolo de la ciudad y la herramienta del escritor

Joaquín Revuelta
11/05/2019
 Actualizado a 16/09/2019
El ilustrador y diseñador gráfico Javier Pardo en su estudio e imagen del cartel de la feria. | JOSÉ RAMÓN VEGA
El ilustrador y diseñador gráfico Javier Pardo en su estudio e imagen del cartel de la feria. | JOSÉ RAMÓN VEGA
El ilustrador leonés Javier Cardo es por tercer año consecutivo el responsable del cartel de la Feria del Libro de León, que comenzó este viernes con el pregón impartido ‘a dos voces’ por la madrileña Marta Sanz y por el leonés Avelino Fierro. Un cartel que ha sido muy elogiado por su limpieza y la manera que Cardo ha tenido de asociar el principal símbolo de la ciudad de León con el evento literario que este año cumple su cuadragésimo segunda edición con un plantel de autores que augura la mejor feria de los últimos años. Cardo recuerda que había hecho ya otros dos carteles para la Feria del Libro por encargo de su director, Héctor Escobar. «En uno de ellos me había dado un tema específico que era música y literatura, pero en esta ocasión lo dejó abierto e intenté aludir a León y a la literatura, en una asociación de ideas que se traduce en dos imágenes, en el icono de la Catedral y en las plumillas como la herramienta del escritor», sostiene el ilustrador nacido en París en el seno de una familia que como tantas otras tuvo que emigrar en los años sesenta.

Esta imagen tan simbólica no fue el fruto de una inspiración repentina sino el feliz resultado final de un proceso largo y laborioso, donde reconoce no tuvo presente el triste incidente del incendio en la catedral parisina de Notre Dame. «El cartel ya esta terminado antes de que se produjera el incendio. Por lo demás, sí que lleva un proceso. Como en todos los trabajos hay cosas que se ven rápido y otras que llevan un tiempo o de documentación o simplemente de ver muchas imágenes y a veces surge la chispa, porque evidentemente no todos los encargos dan las mismas facilidades. Normalmente es fruto de un trabajo de documentación, de reflexión y de esperar que surja, en este caso, esa casualidad afortunada. Luego, lógicamente, hay un oficio también de seleccionar las imágenes que más transmiten. Este cartel funcionaría en León mucho peor en otro contexto, porque también hay un proceso de identificación con la imagen», sostiene Cardo, que insiste en que lo que le dio la clave del cartel fue la fusión de esas dos imágenes. «Luego tiene que aparecer el oficio para dibujarlo con precisión y que se lean las dos cosas a un tiempo, y eso sí que lleva una elaboración. Una vez acabado parece muy simple, pero lleva un trabajo de limpieza o de precisión más bien porque te obliga a jugar con las proporciones. Mientras lo estás dibujando no es tan evidente y ahí es donde está el oficio de ir ajustando las proporciones hasta que las dos imágenes se lean a un tiempo», reitera el artista.

Javier Cardo reconoce que para este cartel utilizó un recurso muy similar al utilizado en el cartel de la edición de 2017 sobre música y literatura consistente en fundir dos imágenes. «En ocasiones la imagen surge pronto pero la mayoría de las veces hay que trabajarlo», apunta el ilustrador leonés, para quien el cliente tiene mucha importancia, «porque es muchas veces el que pone los límites o te da campo para trabajar. En el caso de Héctor me da libertad total. Algunas veces en el proceso de bocetos surgen varias ideas y sí que presento más de una opción, pero si hay una que se muestra como más evidente y lo tengo claro, trabajo solo sobre esa idea. Y en el caso de este cartel fue así. Yo tenía muy clara la imagen y presenté una sola opción», confiesa el ilustrador, que recuerda que Héctor Escobar, cuando vio el diseño, fue más bien parco en palabras. «Siempre anda muy liado, pero como te digo me tiene confianza y sabía que estaba contento con el trabajo que había hecho».

Descendiente de alfareros de Jiménez de Jamuz, de donde cree que le viene «la vena artística», su familia tuvo que emigrar a Francia y en París vio la luz y se crió hasta los 11 años. Madrid ha sido otra de las capitales donde ha desarrollado su actividad profesional. «Siempre tuve claro que quería dedicarme a esto de una manera o de otra. De chaval tuve muchos trabajos hasta que pude estudiar en la Escuela de Artes y Oficios, que era lo que había aquí en León. Hice Técnicas de Grabado y Estampación del Libro, me especialicé en diseño y en cómic, y ya llevo más de treinta años en el oficio», señala Cardo, que no está integrado en ningún colectivo de artistas y siempre ha ido por libre. «En la misma escuela donde estudié di clases de serigrafía durante un par de años y la verdad en estos años he hecho muchas cosas porque en este oficio hay que tocar muchos palos para ir sobreviviendo», reconoce el artista, consciente de la dificultad que supone trabajar en León como ‘freelance’. «En León hay gente muy creativa en diferentes oficios artísticos, que si bien está valorada está mal retribuida».
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