Esta imagen tan simbólica no fue el fruto de una inspiración repentina sino el feliz resultado final de un proceso largo y laborioso, donde reconoce no tuvo presente el triste incidente del incendio en la catedral parisina de Notre Dame. «El cartel ya esta terminado antes de que se produjera el incendio. Por lo demás, sí que lleva un proceso. Como en todos los trabajos hay cosas que se ven rápido y otras que llevan un tiempo o de documentación o simplemente de ver muchas imágenes y a veces surge la chispa, porque evidentemente no todos los encargos dan las mismas facilidades. Normalmente es fruto de un trabajo de documentación, de reflexión y de esperar que surja, en este caso, esa casualidad afortunada. Luego, lógicamente, hay un oficio también de seleccionar las imágenes que más transmiten. Este cartel funcionaría en León mucho peor en otro contexto, porque también hay un proceso de identificación con la imagen», sostiene Cardo, que insiste en que lo que le dio la clave del cartel fue la fusión de esas dos imágenes. «Luego tiene que aparecer el oficio para dibujarlo con precisión y que se lean las dos cosas a un tiempo, y eso sí que lleva una elaboración. Una vez acabado parece muy simple, pero lleva un trabajo de limpieza o de precisión más bien porque te obliga a jugar con las proporciones. Mientras lo estás dibujando no es tan evidente y ahí es donde está el oficio de ir ajustando las proporciones hasta que las dos imágenes se lean a un tiempo», reitera el artista.

Descendiente de alfareros de Jiménez de Jamuz, de donde cree que le viene «la vena artística», su familia tuvo que emigrar a Francia y en París vio la luz y se crió hasta los 11 años. Madrid ha sido otra de las capitales donde ha desarrollado su actividad profesional. «Siempre tuve claro que quería dedicarme a esto de una manera o de otra. De chaval tuve muchos trabajos hasta que pude estudiar en la Escuela de Artes y Oficios, que era lo que había aquí en León. Hice Técnicas de Grabado y Estampación del Libro, me especialicé en diseño y en cómic, y ya llevo más de treinta años en el oficio», señala Cardo, que no está integrado en ningún colectivo de artistas y siempre ha ido por libre. «En la misma escuela donde estudié di clases de serigrafía durante un par de años y la verdad en estos años he hecho muchas cosas porque en este oficio hay que tocar muchos palos para ir sobreviviendo», reconoce el artista, consciente de la dificultad que supone trabajar en León como ‘freelance’. «En León hay gente muy creativa en diferentes oficios artísticos, que si bien está valorada está mal retribuida».