
No son las únicas rapaces urbanas que tenemos en la capital, pero si las que más se hacen notar, por su nervioso y penetrante canto.
Un día mi amigo Santiago me comentó de la existencia de un nido de cernícalo en una jardinera del piso de Mari Paz Pastor, y para allí que me fui con la cámara de fotos. Los pollos, ya muy creciditos y confiados, usaban las diferentes jardineras y repisas de la vivienda, y estaban acostumbrados a la presencia de sus vecinos humanos. Agradezco a Mari Paz su amabilidad al permitirme fotografiarlos desde su casa.
Los cernícalos vulgares son unas de las aves rapaces más comunes, y están perfectamente adaptadas a vivir en sotos, parques, zonas agrícolas, estepas y zonas de montaña con cortados o acantilados. Y como en el caso que nos ocupa, no les importa anidar en torretas, muros de construcciones abandonados, o en grandes edificios de viviendas.
La característica más común de este pequeño halcón, es su capacidad para cernirse en vuelo, de donde proviene su nombre. Mediante un rápido batir de alas, y con la cola extendida a modo de abanico, se mantiene inmóvil en el aire, vigilando a posibles presas. Estas van desde insectos, hasta pequeños roedores, aunque puede capturar alguna pequeña ave.
De carácter muy valiente, es capaz de expulsar a otras rapaces mucho mayores que el de su territorio. No hay que olvidar que el cernícalo, del tamaño aproximado a una paloma, es una de las rapaces diurnas de menor tamaño de la península.
En el edificio Abelló anida desde hace años una de estas parejas de cernícalos urbanos, y desde primavera hasta finales de verano, es muy frecuente verles volar y chillar con su característico y agudo "hi, hi, hiiiii..." que repiten sin cesar, mientras el macho y la hembra se persiguen, juegan, o los pollos reclaman comida a sus progenitores.