Un completo con don Basilio, cuerpo y alma en un solo lote

El cura curandero del Condado (cura) y la Sobarriba (nació en Villaseca) es uno de esos personajes que forma parte de los mejores recuerdos de las dos comarcas que le marcaron y de tanta gente que acudió a sus saberes de ‘yerbas’ buscando remedio a sus males. Falleció esta semana, a los 93 años

Fulgencio Fernández
06/01/2019
 Actualizado a 17/09/2019
Basilio Gutiérrez Puente pasa por debajo del arco de flores que sus paisanos de Villaseca de la Sobarriba le prepararon para el día de su cantemisa.
Basilio Gutiérrez Puente pasa por debajo del arco de flores que sus paisanos de Villaseca de la Sobarriba le prepararon para el día de su cantemisa.
Después de un recordado suplemento del desaparecido La Crónica de León sobre curanderismo, en el que abundaban los falsos vendedores de remedios y curadores de enfermedades incurables —«se cura la homosexualidad», decía un cartel del curandero de Trabazos y lo hacía con vasos de agua—se produce una llamada para ‘protestar’: «faltan los dos más auténticos, Isidro el curandero de Boñar y don Basilio, el cura de Villafruela.

- Fue para no mezclar a verdaderos curanderos con charlatanes y otras razas; fue la disculpa a bote pronto, que era media verdad pues sí era cierto que no se quiso incluir en aquel repaso de gente inclasificable al reconocido y querido Isidro, pero del cura curandero lo que realmente ocurrió fue que no sabíamos de su existencia, por más que llamaba la atención esa doble faceta que casi parecía unjuego de palabras, cura/curandero, un lote completo, tratamiento para el cuerpo y el alma en un solo viaje.

Por darle la vuelta al reportaje y que no pareciera un apéndice del repaso ideamos convertirnos en pacientes, acudir con un presunto dolor de espaldas para ver qué nos ofrecía.

Encontramos a un cura de puertas abiertas, afable, conversador y extrañado de dolores de espalda en alguien «tan joven» (entonces) y sin un trabajo físico que justificara las dolencias. Hizo una pregunta muy sensata a ojos de la medicina: «¿Cuidas la boca? De una boca mal cuidada vienen muchos males cuyo origen es complejo adivinar».

Una larga conversación, muy agradable, un increíble conocimiento del cura de todas las plantasy una receta de su puño y letra solventaronla visita. No tomé el remedio ya que no había tal dolor de espalda pero quiso el azar —o no tanto—que a los pocos días despertara conun lumbago y unos dolores tremendos. Al confesarle la verdad sonrió.

- ¿Usted cree que me castigó Dios?
- Dios tiene más cosas que hacer.

Y redactó otra receta, con preciosa letra: «Tomar una infusión en ayunas de cola de caballo durante quince días y otros quince descansar y repetir el proceso. Con las bayas de enebro empezar masticando y chupando a media mañana una, al día siguiente dos. Ir aumentando una cada día hasta llegar a quince y luego bajar, 15, 14, 13... etc., hasta una». Esta vez sí la puse en práctica y surtió efecto, si era un castigo de Dios ¿quién mejor que un cura para levantarlo?

Para lo que no encontrara un consejo, volver a acudir a él y a su huerto, una verdadera botica.

Esta semana se ha ido, a los 93 años pues nació en Villaseca de la Sobarriba en 1925. De su comarca mamóel gusto por las tradiciones y, como tantos otros chavales listos, encontró en el seminario la posibilidad de seguir estudiando y formándose. En 1951 llegó a Villafruela del Condado y aunque con el tiempo pasó a encargarse de más pueblos de la comarca del Condado siempre quedó en la memoria de las gentes como el cura de Villafruela. «Que también es curandero».

Cura y curandero. Alma y cuerpo con sede en la casa rectoral y la huerta, en la biblioteca y las plantas que cuidaba. En los libros de su biblioteca encontraba el complemento de sus saberes de hierbas y en su cabeza de hombre cabal la lógica de las cosas: «Si no se te calman los dolores tienes que hacer una radiografía y a ver cómo está esa columna».

Decían sus pacientes que era especialmente eficaz en problemas de anginas, afecciones de garganta, problemas en la piel, herpes... Antonio Barreñada, paisano del curandero, recuerda que tuvo «un herpes, doloroso, y me llevó madre a don Basilio... hasta hoy». Otros hablan de amigdalitis, en fin, que no cabía en él abrir ese debate de milagreros, falsos curanderos y demás.

Treinta curas y el obispo presidieron su misa de despedida en una abarrotada iglesia de Villaseca de la Sobarriba, su pueblo, y allí se habló del curandero de almas, que parece que también lo fue.

Antes de llegar al Condado, en 1951, tuvo otros destinos, siendo el primero Villaverde de Sandoval. Uno de los implicados en esta historia recordaba estos días una anécdota que es mucho más que eso: «Su primera responsabilidad como cura, su primer trabajo, fue enterrar a una mujer muy joven, que dejaba un hijo muy pequeño y una viuda. Le marcó que tuviera que iniciar su andadura así y jamás lo olvidó, pero no en las conversaciones, en la anécdota, sino en la cercanía con aquel viudo, que era mi padre, y con aquel chaval. Buen paisano».

Llevaba ya un tiempo ‘don Basilio’ alejado de sus labores pastorales y sanadoras, en una residencia de sacerdotes, donde le cuidaba su hermana, anciana también. Y quiso el obispo dedicar su sermón, una parte importante de él, a mujeres como ella, que se han entregado a cuidar y ayudar a sus parientes curas desde la cercanía y el anonimato.

Y a la salida del entierro se sucedían los comentarios, los testimonios, los recuerdos de la larga carrera de doble pastor de almas y cuerpos de Basilio Gutiérrez, el cura curandero de «Villafruela de la Sobarriba».
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